Alberto, adicto al juego online: «Llegué a jugar conduciendo; hay un momento en el que pierdes el control»

Manuel Noval Moro
Manuel Noval Moro REDACCIÓN

ASTURIAS

MARCOS MÍGUEZ

El gijonés, rehabilitado desde 2021 gracias a Larpa, asegura que el dinero «va y viene y no es lo más importante; lo más importante es el tiempo que te quitas de estar con los demás»

24 mar 2024 . Actualizado a las 20:58 h.

Alberto, gijonés de 44 años, siempre ha sido jugador. Desde muy joven le gustaba jugar: a las quinielas, al bingo o a las cartas con sus amigos. A los 20 años comenzó a trabajar y creció su poder adquisitivo, lo que hizo que los alicientes por jugar fueran mayores.

Nadie cae en una adicción como quien va caminando y se precipita en un pozo. Es algo gradual. «Al principio, te juegas las consumiciones a las cartas, después te juegas todo lo que tienes, sigues jugando, empiezas a pedir préstamos y entras en un bucle que te lleva a la ruina», explica.

Cuando llevaba unos tres años trabajando, empezó a aumentar enormemente el gasto. Tuvo la desgracia de que en ese momento apareció el juego online. Con internet, puedes jugar en cualquier parte y terminas haciéndolo. «No solo juegas en casa; cuando estás enganchado acabas jugando hasta en el trabajo; yo me acuerdo de meterme en el baño a jugar; llegué a jugar conduciendo; hay un momento en el que pierdes el control», relata.

La red que lo atrapó definitivamente fueron las apuestas deportivas. Cuando empezaron las plataformas online, hacia el año 2005, el juego estaba por todas partes. «Te lo metían por los ojos con la publicidad, con el patrocinio de los equipos de fútbol; lo tenías en todas partes y, lo peor, podías hacerlo desde casa, en pijama, en la oficina; recuerdo estar en el parque con el crío y estar pendiente de resultados de partidos en los que había apostado».

La posibilidad de jugar está ahí las 24 horas del día, porque cuando es de noche en una parte del planeta, en la otra está amaneciendo, y siempre hay alguna competición a la que engancharse. «Siempre encuentras en qué apostar, ya sea tenis, la NBA, al final apuestas a deportes que ni conoces, a equipos que ni conoces».

Además, está el casino online, donde puedes jugar al black jack o al póquer las 24 horas del día. Es fácil e instantáneo. No tardas ni cinco segundos en gastar el dinero. Con toda esa oferta y una propensión creciente a jugar, la adicción no tardó en llegar. Y aunque luchó muchas veces contra ella, casi siempre acabó cayendo rendido a sus pies. Pasó temporadas sin jugar, que llegaron a durar años. Se bloqueó a sí mismo para que no le dejaran jugar, y durante algunas temporadas consiguió estar fuera. Pero siempre volvía.

Llegó a tener registro en más de 50 páginas de juego. Cuando perdía mucho dinero, escribía a la página par que lo bloquearan y a los dos días, para no iniciar el proceso de desbloqueo, se daba de alta en otra página. Los sitios de juego tienen límites de depósito diarios, semanales y mensuales, pero eso no lo frenaba. Cuando alcanzaba el límite en una página, se daba de alta en otra. Y en ocasiones, cuando estaba bloqueado con su nombre, abría una cuenta con el de su mujer. «Por mucho que quieras limitarte, es fácil seguir jugando. El que quiere, juega».

Esta manera de jugar le hacía perder grandes cantidades de dinero. Podía gastarse 600 euros al día. Y cuando se quedaba sin dinero, pedía préstamos. «Son muy fáciles de conseguir, y acabas entrando en un bucle en el que pides préstamos para pagar los otros préstamos, y aunque ganes algo, lo vuelves a gastar al día siguiente». Tuvo días en los que ganó grandes cantidades. Cuando le sonreía la suerte, podía ganar 8.000 o 9.000 euros. Pero la dinámica de pago de los premios es perversa. Ingresar el dinero para jugar es fácil e inmediato, pero tardas dos o tres días en cobrar. En ese tiempo, el adicto se vuelve a jugar el dinero y acaba gastándoselo todo. «He perdido miles de euros en media hora», asegura.

El problema del juego online es la inmediatez. «¿Por qué yo no gastaba 200 euros en las quinielas? Porque hay que esperar a que se jueguen todos los partidos. On line puedes apostar a quien gana el siguiente punto en un partido de tenis», dice. Y en el casino on line puedes hacer al mismo tiempo hasta seis apuestas de 200 euros. Y en cinco segundos se resuelve. Si pierdes, vas a por otra a ver si esta vez hay suerte. Si ganas, te dices que estás en racha y sigues jugando. El resultado es siempre catastrófico.

El juego es extremadamente adictivo, y luchar contra su atracción puede hacerse muy cuesta arriba.

«El día que pierdes una barbaridad de dinero, estás hundido y te dices que no vas a volver a jugar nunca más; pero también está la otra parte, hay veces que ganas un pastizal y piensas que vas a estar en racha todos los días», señala Alberto.

Él tuvo que tocar fondo para salir de la adicción. Tuvo graves problemas con su mujer que dieron al traste con su matrimonio y se vio solo y perdido. Un día se dijo que no podía más, y encontró la ayuda de sus padres, que lo llevaron a Ludópatas Asociados en Rehabilitación del Principado de Asturias (Larpa), donde vio «la luz al final del túnel». Sobre todo porque encontró gente que había pasado lo mismo que él, incluso situaciones peores, y que se ponía de su parte. «Es gente que no te juzga, que te entiende y te ayuda a superarlo».

Descubrió que no tenía una debilidad extraña y única sino que había mucha gente en la misma situación. Incluso a la que le pasaban cosas exactamente iguales que a él. Un ejemplo: «Yo hacía apuestas en partidos que se juegan por la noche, y me despertaba a la hora del partido para estar pendiente de la apuesta. Eso le pasaba a mucha gente. Al oírlo, te sientes reflejado. Y si alguien que estuvo igual que tú o peor se recupera, ves que se puede salir de esto».

Entró en Larpa en abril de 2021. «El primer día estuve llorando todo el tiempo; estaba fuera de casa, sin mi familia, sin ver a los niños y sin dinero. El presidente, Maximino Gutiérrez, me dijo que volviese a los tres días. Cuando volví, más sereno, me explicó las normas y las terapias, y desde entonces todo fue muy bien. Supe que tenía un problema y lo que me faltaba era quien me ayudara».

En diciembre de 2022 le dieron el alta, pero sigue involucrado en la asociación, y ha hecho el cursillo de monitor para ayudar a otros a superar la adicción. Ha pasado muy malos ratos, y la recuperación no ha sido fácil. Ahora, el juego ha pasado a la historia, tiene una nueva pareja y también dinero para gastar en lo que quiera. Se ha convertido «en una persona normal».

Asegura que su puesto de trabajo nunca peligró, porque a pesar del juego siguió cumpliendo. También tuvo la «suerte de tener buenos amigos». Algunos de ellos no saben su historia. A otros, se la confesó y la aceptaron con comprensión.

La adicción le hizo mucho daño y el golpe que se llevó al final fue muy grande. Por eso se le hace imposible siquiera pensar en volver al juego. «Sé cómo estuve, al punto que llegué. No quiero volver a pasar esto ni en sueños», confiesa.

Lo curioso es que, cuando se trata de adicción al juego, lo primero que se nos viene a la cabeza son las cantidades astronómicas de dinero que se pierden. Alberto señala que, al fin y al cabo, «el dinero no es lo más importante ni muchísimo menos». El dinero, dice, «va y viene», pero hay algo que se va y que no puedes recuperar: «el tiempo». El que podías haber pasado con tus hijos o con tu gente y que te negaste. Estás en los sitios sin estar, pendiente de alarmas de corner, de goles, pendiente de resultados a ver si has ganado. Todo el tiempo y sin descanso. Eso es lo peor.

Aunque ahora vuelve a tener dinero, y eso no es nada desdeñable, lo que importa es a qué dedica el tiempo. Ha vuelto a tomar las riendas de su vida. Ha dejado de lado la isla de sufrimiento en la que vivía y se ha abierto a lo que tiene alrededor. Ese es el regalo que le ha dado sacar de su vida el juego para siempre.