El cambio climático pone en grave riesgo la supervivencia de las estaciones de esquí

ASTURIAS

Carretera de acceso a la estación invernal Fuentes de Invierno entre la nieve
Carretera de acceso a la estación invernal Fuentes de Invierno entre la nieve FUENTES DE INVIERNO | EUROPAPRESS

La subida de las temperaturas parece condenar a la inviabilidad tanto a Valgrande-Pajares como a Fuentes de invierno

25 feb 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

«Nunca llueve a gusto de todos» es, quizá, el refrán más apropiado para los recursos turísticos de cualquier región del mundo. La lluvia, siempre necesaria para regar los campos y alimentar los acuíferos, puede estropear campañas veraniegas en las costas, y la nieve, que puede aislar pueblos y provocar graves problemas de incomunicación o abastecimiento, es una bendición para las estaciones de esquí. Asturias no es ajena a estos condicionantes, y parece inevitable que el cambio climático afecte a sus recursos turísticos.

Mientras las zonas de costa se ven, en cierto modo, beneficiadas por temperaturas más agradables y más horas de sol, las estaciones de esquí sufren por su alta vulnerabilidad a las veleidades del clima. La subida de las temperaturas parece condenar a la inviabilidad tanto a Valgrande-Pajares como a Fuentes de invierno. Ya en 2011, un artículo publicado en el Boletín de la Asociación de Geógrafos Españoles, firmado por Luis Valdés, Belén Gómez y Álvaro Moren, advertía de estos efectos negativos del clima en las estaciones asturianas.

Preveían entonces que el turismo de invierno sería «uno de los más afectados» por el cambio climático. «La reducción de la precipitación en forma de nieve y el incremento de las temperaturas, ampliamente documentados en diversas investigaciones (...) supondrán una limitación importante para la sostenibilidad ecológica, económica y social de las estaciones de esquí, especialmente aquellas que se localicen a menor altitud».

Esta misma idea aparece en la «Estrategia de acción por el clima del Principado de Asturias 2023-2030», un documento aprobado el año pasado que incluye previsiones sobre el impacto del cambio climático en todos los sectores socioeconómicos de la región, y en el que se menciona la práctica del esquí: «El incremento de las temperaturas, los cambios en los patrones de precipitación y la disminución de las precipitaciones nivales supondrán una disminución de la duración de la temporada de esquí y una limitación importante para la sostenibilidad ecológica, económica y social de esta actividad, generando un importante impacto para la viabilidad económica y la capacidad de servicio de las estaciones de montaña para la práctica de actividades invernales, en particular para aquellas situadas en cotas de altitud más moderadas, como las asturianas».

Por otra parte, el estudio «Costes y beneficios de la adaptación al cambio climático en el sector del turismo de nieve en España», realizado por la fundación Ent, augura un futuro poco halagüeño para las dos estaciones de esquí. asturianas. En su informe, la fundación sostiene que las estaciones de esquí se consideran viables cuando hay un manto de nieve de un mínimo de 30 centímetros de espesor durante 100 días, unas condiciones que dependen en buena medida de la altitud y de la región en la que estén asentadas. Conforme a estos parámetros, establece tres posibles escenarios de aumento de las temperaturas. Actualmente, en la Cordillera Cantábrica, la altitud viable para la nieve natural se sitúa en 1.200 metros. Pero en el caso de que las temperaturas subiesen un grado, aumentaría la altitud requerida a 1.350 metros; si subiera dos grados, a 1.500 metros, y en el caso de que aumentase cuatro, a 1.800 metros. Teniendo en cuenta que fuentes de invierno tiene una altitud en la base de 1.500 metros y Valgrande-Pajares, de 1.450, ambas están en los límites de la viabilidad en caso de aumento de las temperaturas. El descenso de las precipitaciones afectaría, por una parte, a la calidad de la nieve y, por otra, reduciría el número de días de práctica del esquí, con lo que se reducirían los ingresos.

Una de las opciones que se plantean en el estudio es el uso de cañones de nieve. Sin embargo, advierte que «esta medida puede representar costes insoportables» y que, en tondo caso, requieren un aumento considerable del número de forfaits para rentabilizarla. Además hay una dificultad añadida: que aunque no haya precipitaciones se necesita frío, y ascensos bruscos en la temperatura como los que se están viendo estos últimos años en los meses de invierno pueden dificultar que cuaje la nieve artificial. Asimismo, el estudio señala señala que la innivación artificial «podría estar asociada a varios costes ecológicos y sociales», como un consumo excesivo de energía y la consiguiente emisión de gases, el desvío de recursos hídricos o el cambio en el uso del suelo perjudicial para el hábitat de especies de montaña o la recuperación más lenta de pastizales debido al ritmo más lento del derretimiento de la nieve.

Así las cosas, una de las opciones es reconvertir los espacios para otro tipo de actividades que pueden atraer visitantes. Así lo expresaba la Asociación de Geógrafos Españoles, al afirmar que el cambio puede suponer «una mejora de la aptitud climática para el desarrollo de otro tipo de actividades en zonas de montaña como el senderismo, cicloturismo, turismo rural, turismo de naturaleza, deportes de aventura, etc».

Y es, en suma, lo que recomienda el estudio de la fundación Ent. Considera que las estrategias como la conversión de estaciones de esquí en centros recreativos de montaña o incluso el cambio de modelo económico hacia otras actividades «son más difíciles de realizar a corto plazo, pero deberán ser abordados por las estaciones a medio y largo plazo, sobre todo por parte de las más vulnerables al cambio climático». Es el caso de las asturianas, que desde ahora deberán mirar al futuro y plantearse cómo afrontar todos los escenarios posibles.