Thais Mellado, vigilante minera: «A los hombres les gusta llamar la atención ante una mujer, y a veces pecan de machitos»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

La minera Thais Mellado es vigilante en el pozo Nicolasa, en Mieres. Ostenta así el máximo cargo que un trabajador puede tener
La minera Thais Mellado es vigilante en el pozo Nicolasa, en Mieres. Ostenta así el máximo cargo que un trabajador puede tener

La minería del carbón es un sector en el que apenas se emplean mujeres. «Prefieren contratar hombres» a pesar de que ellas están de sobra capacitadas para desempeñar ciertas labores. Un claro ejemplo lo encontramos en la asturiana que entró a trabajar por «la preferencia absoluta» y a día de hoy ostenta el máximo cargo al que puede aspirar un empleado

06 mar 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

La historia de Asturias no se puede entender sin su minería. La industria del carbón fue durante décadas uno de los principales motores económicos de la región, siendo además un factor clave en el desarrollo social de la comunidad. Por aquel entonces, eran los hombres quienes se encargaban de arrancar el carbón de las entrañas de la tierra para ganarse un sueldo con el que sostener a su familia. Las mujeres, por su parte, se ocupaban principalmente de las tareas ligadas a este empleo como puede ser la limpieza y el reparto de este mineral. Pero, a finales del siglo XX, varias empiezan a trabajar dentro de los pozos, rompiendo así con la barrera de género impuesta por la sociedad. Hasta ese momento se consideraba que no valían para el tajo.

A día de hoy la presencia de las mujeres en la mina sigue siendo mínima, pero las pocas que hay con su tesón y constancia demuestran que son capaces de emplearse al igual que los varones. «Hay muchas tareas que nosotras podemos desempeñar perfectamente. Otras como puede ser estar en el arranque mecanizado o poner cuadros, que es algo que pesa muchísimo, pues ya no», asegura la asturiana Thais Mellado, quien lleva casi dos décadas trabajando bajo tierra. En su caso, reconoce, que puede realizar trabajos «físicos» que otros compañeros no son capaces de hacer y viceversa.

«Trabajar en la mina es cuestión de tener fuerza y algo de maña», afirma. El pensar «cómo vas a hacer algo o mover un peso sin sufrir de la espalda» también a su juicio tiene su importancia. «Un vagón que se descarrila ya en vacío pesa mucho, imagínate cargado», señala. No obstante, como con el tiempo uno va dominando la técnica y siendo más hábil «llegas a encarrilarlos a mano sin necesidad de ayuda mecánica». «Yo, por ejemplo, tengo fortaleza para ello», apunta.

La asturiana Thais Mellado entró a trabajar en la mina cuando tenía 21 años. Pasó a formar parte de la plantilla de Hunosa al tener preferencia absoluta
La asturiana Thais Mellado entró a trabajar en la mina cuando tenía 21 años. Pasó a formar parte de la plantilla de Hunosa al tener preferencia absoluta

Natural de Olloniego, Oviedo, y afincada en Gijón, Thais entró a formar parte de la plantilla de Hunosa cuando apenas tenía 21 años. Siendo una cría tenía bien claro que quería emplearse dentro de la mina, al igual que el resto de sus familiares. Es hija y nieta de mineros. Sabía además que este trabajo le iba a ofrecer una estabilidad laboral. No le importaba tener que trabajar «en sucio» porque «nunca» le dio reparo hacerlo. Tampoco le daba miedo porque «no lo tengo». Al ser descendiente de un minero fallecido, de acuerdo con el convenio, podía acceder directamente a la compañía minera. Y así lo hizo.

A sus 38 años recuerda que en el momento que puso un pie en el interior del pozo sus sentimientos se pusieron a flor de piel. «Estaba muy nerviosa porque al final era mi primer trabajo», cuenta. Sus compañeros, la mayoría de ellos hombres, la acogieron con los brazos abiertos. «Me trataban como si fuese su hija. Me protegían e intentaban que no hiciese aquellos trabajos que ellos consideraban que eran demasiados para una niña, me trataban así al principio», reconoce agradecida. De ellos aprendió a desenvolverse dentro de una mina y los peligros que existen. «Trabajar bajo tierra tiene sus riesgos, en todo momento y en todos los sitios», asegura.

Thais empezó a trabajar como ayudante minero. «Limpiaba con la pala y rompía con maza los costeros que caían de las cintas transportadoras. También movía materiales», cuenta. Con el tiempo pasó a ser la responsable de poner en funcionamiento las cintas transportadoras. Tras desempeñar esta tarea durante meses fue destinada al servicio de embarque para manejar las jaulas donde se mete y se saca el material de la mina, además del personal. Una labor que desempeña actualmente aparte de realizar otras funciones como puede ser hacer cunetas.

La asturiana Thais Mellado es ejemplo de que las mujeres también pueden trabajar en la mina
La asturiana Thais Mellado es ejemplo de que las mujeres también pueden trabajar en la mina

Mientras que aprendía a desenvolverse dentro de la mina, en ocasiones tenía que escuchar algún desagradable comentario que hacía algún compañero por el hecho de ser mujer. «Cuando yo entré los hombres que había eran ya señores y siempre intentaban pincharte un poco para ver cómo reaccionabas. A lo mejor llegabas al embarque y escuchabas comentarios del tipo "mejor estabais en el supermercado"», asegura Thais. Sin embargo, ella nunca le dio importancia a este tipo de mensajes ya que por lo general se respira «sintonía» dentro de la mina. «El trato con los compañeros es bueno, de vez en cuando nos gastamos alguna broma y todo bien», reconoce.

«A los hombres les gusta llamar la atención ante una mujer, entonces a veces pecan de machitos»

No obstante, por desgracia, «hay veces que te encuentras con alguna situación un poco más complicada porque no todo el mundo es igual». En este punto señala que entre los hombres «es muy común» insultarse o escribir con tiza algún mensaje para «hacerse de rabiar» unos a otros. En ocasiones, ella también es víctima —entre comillas— de dichas bromas. En el momento que eso ocurre, lógicamente, se las toma con humor, pero hay veces que dichos mensajes «son ofensivos».

También cuando puntualmente se juntan «muchos hombres» Thais vive momentos ciertamente incómodos. «Les gusta llamar la atención ante una mujer, entonces a veces pecan de machitos, por decirlo de alguna», asegura no sin antes restar importancia a estos hechos: «Son situaciones que cualquiera vive alguna vez en su vida, entonces no me preocupa». Además, no es algo que ocurra todos los días, ni mucho menos.

«Está bien que los compañeros te consideren uno más»

Por poner un ejemplo señala cuando sale del embarque y debe acudir hasta el tajo. En el caso de ser una distancia larga la empresa pone a disposición de los empleados trenes de personal, «que son unas carruchas en las que te montas y te llevan». A veces estos convoyes descarrilan y cuando esto sucede hay que volver a encauzarlos. Son los propios trabajadores los que deben de hacerlo. «En alguna ocasión los chicos me dicen que me quede dentro porque se arreglan ellos solos pero otras veces me dicen que me baje y les ayude a empujar», asegura. Una postura que agradece porque «está bien que te consideren uno más».

El máximo cargo que un trabajador puede tener

Realmente sus compañeros la valoran y la respetan como a cualquier otro empleado. Y a día de hoy más todavía ya que ostenta el máximo cargo que puede tener un trabajador dentro de la mina, ya que es vigilante en el pozo Nicolasa. «Aún no tengo puesta la categoría pero desde hace un año y medio soy el enlace entre la jefatura y el trabajo», asegura antes de agradecer que hayan confiado en ella para ese puesto. «Para mí es un orgullo como mujer y como trabajadora del sector», reconoce.

«Alcanzar la equidad dentro de la mina va a ser algo complicado»

Así es como Thais Mellado rompe con las barreras de género impuestas por la sociedad, hace una pequeña incisión en el techo de cristal y demuestra que las mujeres pueden desempeñarse perfectamente en sectores tradicionalmente de hombres. No obstante, asegura, que alcanzar realmente la equidad en la mina va a ser algo «complicado». Para empezar señala que las féminas que entran a trabajar en un pozo es por «la preferencia absoluta», es decir, porque se les murió algún familiar dentro, «no porque hubiese una convocatoria expresa para mujeres». «Prefieren contratar hombres porque muchos trabajos son bastante específicos de fuerza y de esfuerzo, las cosas como son, pero son trabajos que muchas mujeres pueden realizar», asegura.

En este punto recuerda que cuando empezó había una chica a la que rechazaron formar parte de la plantilla por el sobrepeso «y eso que tenía una capacidad física para hacer ciertas cosas». «Dentro de la mina la mujer puede hacer muchos trabajos como puede ser arrancar cintas transportadoras, limpiezas, arreglar vías... pero es complicado que contraten a mujeres porque quieren a una persona a la que le puedan mandar cualquiera cosa y pueda realizarlo todo», asegura, antes de poner como ejemplo que en las empresas subcontratadas ninguna mujer forma parte de la plantilla.

Si tuviese que darle un consejo a alguna fémina que quiera formar parte del sector, teniendo en cuenta que la minería del carbón poco a poco va llegando a su fin, Thais recomienda «tener valor». «Esto es un trabajo que tienes que tener mucho cuidado, mucha vista con que no tengas accidente y prevenir constantemente peligros, pero si es algo te gusta adelante porque queriendo todo se puede. Yo siempre dije que prefiero estar en la mina que en una oficina», asegura. «Las mujeres ahí estuvimos, estamos y seguiremos realizando los trabajos que hay que hacer dentro de la mina», asevera.