La otra cara del repunte de casos de violencia vicaria: «Estamos ante un delito oculto»

Nel Oliveira
Nel Oliveira REDACCIÓN

ASTURIAS

Pedreda

En Asturias se contabilizan un total de 1.128 menores expuestos a este delito en los últimos cinco años: «Ha aumentado a medida que lo hacía la protección de las mujeres»

06 may 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Un total de 1.128 menores asturianos han estados expuestos, en mayor o menor grado, a un delito de violencia vicaria en los últimos cinco años. Actualmente hay un total de 1.891 mujeres en la región registradas en el Sistema Viogén, destinado al seguimiento y protección de las mujeres víctimas de violencia de género y sus hijos. Una de ellas está en el nivel catalogado de «riesgo extremo» mientras que 23 están en «riesgo alto». El resto entran dentro del grupo considerado de «riesgo medio» y 25 del total son menores de edad. Cabe matizar que este sistema no cuantifica el riesgo que tienen los hijos de las víctimas de sufrir una agresión por parte del maltratador. Es por ello que Sonia Vaccaro, la psicóloga y perita forense que acuñó el término violencia vicaria, asegura que «estamos ante un delito oculto».

El repunte de casos de violencia vicaria en España en lo que va de año ya supone la cifra más alta de toda la serie histórica desde que comenzaran a contabilizarse hace más de una década. Explica Vaccaro que este delito «ha ido aumentando a medida que lo hacía la protección de la mujeres». Por tanto, el aumento de la protección jurídica hacia las mujeres en los últimos años habría desencadenado, en parte, el crecimiento de casos de violencia vicaria: «Al maltratador se le permite acercarse a la mujer, pero se le sigue permitiendo acercarse a los menores; y hasta tener la custodia».

«Ahora al menor se le considera víctima cuando antes era un mero observador»

María Fernández, psicóloga clínica del Servicio de Salud del Principado de Asturias (Sespa) y responsable del programa de atención psicosocial de Oviedo, comparte el punto de vista de Sonia Vaccaro y encuentra otra explicación: «Hay una parte positiva en las cifras y es el aumento de la detección de casos. Han aumentado el número de denuncias y los fiscales de menores están más pendientes e intervienen más». «Aunque las palizas las reciba la mujer el menor ahora es considerado una víctima cuando antes era un mero observador; se les considera como sujetos activos», explica Fernández.

La violencia vicaria más allá del maltrato físico

Cuando se habla de violencia de vicaria muchas veces se obvia una parte cotidiana que tiene que ver con el factor psicológico. Según explica la psicóloga Sonia Vaccaro «los niños siempre son víctimas cuando hay violencia de género, aunque no se les pegue». «Está demostrado los efectos negativos que tiene sobre menores vivir en un ambiente donde hay violencia contra la madre. Una criatura que vive en un ambiente tenso, cuando llega el padre no sabe qué va ocurrir. Los síntomas son los mismos que presenta una mujer maltratada», desarrolla. 

Ahora bien, ¿de qué forma se da de forma cotidiana la violencia vicaria? Ambas expertas coinciden en sus argumentaciones. Un menor expuesto a este delito se enfrentaría, por ejemplo, a no hacer aquellas actividades que se propongan desde el entorno materno por petición del padre o no llevar a cabo los tratamientos que necesita. «Se da que el padre abrigue al menor excesivamente en verano o lo mantenga descalzo en invierno, por ejemplo. Otra acción sería darle dulces siendo diabético. Todo ello con la intención de que la madre se entere y hacerle daño. El maltratador siempre se asegura de que la madre sepa lo que está haciendo», señala Vaccaro.

«El trauma de vivir en un ambiente bélico es terrible para los menores»

Este tipo de situaciones cotidiana, explica María Fernández, influyen en el comportamiento y desarrollo del menor. «Se pueden percibir cambios de comportamiento. A los niños que son agresivos en el colegio, por ejemplo, hay que vigilar lo que les ocurre en casa. También a los niños que no juegan en el patio o que sean súpertemerosos. Hay muchos criterios que pueden indicar que está sufriendo violencia vicaria», asegura la psicóloga asturiana: «También hay un impacto sobre las notas. Un cerebro que está en alerta constante no es compatible con el estudio».

Un delito, en muchas ocasiones invisible, que según coinciden ambas expertas afecta negativamente al desarrollo de los menores que los sufren. «El trauma de vivir en un ambiente bélico es terrible. El menor puede desarrollar trastornos de la alimentación, ansiedad, estrés postraumático o problemas en las relaciones sociales, entre otros», lamenta Sonia Vaccaro, quien hace un llamo a la sociedad: «La violencia vicaria podemos erradicarla entre todos».