Estas son las grandes maravillas naturales de Asturias: lagos, bosques, montañas y playas
ASTURIAS
El Principado cuenta con algunas de las joyas paisajísticas más importantes del país
08 sep 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Asturias puede presumir de ser un auténtico paraíso natural. La región alberga algunas de las joyas paisajísticas más impresionantes del país, que sirven como reclamo para que cada vez más visitantes se decidan a descubrir el Principado. En esta lista encontrarás las grandes maravillas naturales de Asturias, desde sus imponentes montañas hasta bucólicos lagos, pasando por cuevas milenarias y bosques que parecen haberse detenido en el tiempo. Estos son los lugares que hacen de Asturias un destino inigualable para los amantes de la naturaleza.
Lagos de Covadonga (Cangas de Onís)
Los Lagos de Covadonga, Enol y Ercina, se encuentran en el corazón de los Picos de Europa. Se trata de uno de los puntos más visitados por los turistas que viajan a la región, por su propia belleza y también por el singular entorno en el que se ubican. Estos lagos glaciares, situados a más de 1.000 metros de altitud, ofrecen un paisaje de postal, rodeados de verdes praderas y escarpadas montañas.
Además de lo espectacular de esta estampa, se trata de un lugar con una profunda carga histórica y cultural, ya que se encuentra a apenas unos kilómetros del Santuario de Covadonga.
Lagos de Saliencia (Somiedo)
Enclavados en el Parque Natural de Somiedo, los lagos de Saliencia son un conjunto de cuatro lagos glaciares que se destacan por su pureza y tranquilidad: Calabazosa o Lago Negro, Cerveriz, Laguna de Almagrera o La Mina, y La Cueva. Al igual que ocurre con los lagos de Covadonga, el paisaje que los rodea es de una belleza salvaje, con picos escarpados y valles profundos que invitan a la práctica deportiva, siendo un punto de encuentro habitual para amantes del senderismo.
Este entorno natural es el hábitat de numerosas especies como el oso pardo, nutrias o águilas reales, lo que refuerza su valor ecológico. Los lagos fueron declarados monumento natural en el año 2003.
Picu Urriellu (Cabrales)
El picu Urriellu, también conocido como el Naranjo de Bulnes, es una de las cumbres más emblemáticas de los Picos de Europa y un desafío para alpinistas de todo el mundo. Con una altitud de 2.519 metros, esta impresionante formación caliza se alza imponente sobre el paisaje asturiano, ofreciendo una estampa especialmente bella a la caída del sol. En la base del pico, se encuentra la denominada Vega del Urriellu, un valle de origen glaciar cuaternario.
Por todo ello, se trata de un símbolo de la montaña asturiana y un lugar de peregrinación para los amantes de la escalada. Una de las mejores panorámicas del Urriellu se puede disfrutar desde el mirador del Pozo de la Oración.
Ojo de Buey de Peña Mea (Aller)
Se trata de una ventana natural tallada sobre la roca por el tiempo, ubicada en el corazón del macizo central asturiano, entre los concejos de Aller y Laviana, que sorprende a todos cuantos la descubren. El Ojo de Buey es un agujero en piedra, de forma circular casi perfecta y 20 metros de diámetro, que se abre como un mirador al paisaje circundante. Desde aquí la vista es espectacular, abarcando los verdes valles y montañas que caracterizan esta zona del Principado.
Para llegar hasta él existen numerosas rutas de senderismo, siendo la más frecuentada la que parte desde el pueblo de Pelúgano, que recorre una distancia total de 12 kilómetros. Eso sí, se trata de un trayecto con cierta dificultad debido a la importante pendiente de la ascensión.
Reserva de Muniellos (Cangas del Narcea e Ibias)
La reserva de Muniellos, considerada la mayor robleda de España y una de las mejor conservadas de Europa, es un lugar donde la naturaleza se muestra en su estado más puro. Este bosque milenario, situado en el suroccidente asturiano, dentro de los concejos de Cangas del Narcea e Ibias, es un verdadero santuario de la biodiversidad, hogar de osos, lobos, corzos, urogallos y una rica variedad de flora y vegetación.
Muniellos ofrece una experiencia única para los visitantes, que deben reservar con antelación su entrada, ya que el acceso está restringido para preservar este delicado ecosistema. En el año 2000 se declaró este espacio como Reserva de la Biosfera.
Cueva de Ardines (Ribadesella)
La cueva de Ardines forma parte del complejo de cuevas de Tito Bustillo, siendo presumiblemente un acceso oriental a la misma, aunque un derrumbe sepultó esta conexión hace miles de años. Es un lugar fascinante donde la historia y la geología se entrelazan.
Esta caverna, ubicada en Ribadesella, es famosa por su impresionante sala central, de hasta 40 metros de altura, y por las estalactitas y estalagmitas que adornan su interior. Además, en sus profundidades se han encontrado restos de arte rupestre que datan del Paleolítico, lo que convierte a Ardines en un punto de interés tanto para los amantes de la naturaleza como para los apasionados de la historia.
Bufones de Pría (Llanes)
Los bufones de Pría son una de las maravillas naturales más espectaculares de la costa asturiana. Estos géiseres marinos, formados por la acción del agua del mar sobre las rocas calizas, expulsan chorros de agua a gran altura cuando las olas golpean con fuerza los acantilados. El sonido atronador que acompaña a este espectáculo y la potencia del agua elevándose hacia el cielo crean una experiencia sobrecogedora.
Los días en que la mar está agitada, el espectáculo de estos bufones es realmente sorprendente, aunque la vista ya solo merece la pena por poder disfrutar de los acantilados del litoral del oriente de Asturias.
Playa del Silencio (Cudillero)
También conocida como playa de Gavieiru, ubicada en el concejo de Cudillero, es una de las joyas más preciadas de la costa asturiana. Este tramo de litoral, rodeado de acantilados escarpados y bañados por el mar Cantábrico, destaca por su ambiente sereno y su belleza.
Sus aguas cristalinas hacen posible la práctica de submarinismo o pesca submarina. Es el escenario perfecto para quienes buscan un lugar donde desconectar y disfrutar del entorno natural. Su relativo aislamiento y su baja masificación refuerzan la sensación de estar en un lugar apartado del mundo, donde el tiempo parece detenerse.