Jorge Lorenzo, presidente de la oenegé Stop Ceguera: «La gente se queda ciega por una patología que aquí es impensable como las cataratas»
ASTURIAS
El objetivo principal de esta organización es la erradicación de la ceguera prevenible y reversible en países en vías de desarrollo
10 mar 2025 . Actualizado a las 10:55 h.La ceguera por cataratas es una problemática que afecta a todas las partes del mundo. Lo que aquí, en Europa, se soluciona con una rápida intervención quirúrgica, para otras comunidades puede suponer una gran pérdida de calidad de vida. Por ello, oenegés como Stop Ceguera tienen como objetivo la erradicación de la ceguera prevenible y tratable en países en vías de desarrollo.
Ahora, tras más de diecisiete años como voluntario, el oftalmólogo asturiano Jorge Lorenzo asume la presidencia de la oenegé fundada por José Ramón Villada en 1997, Stop Ceguera. En esta nueva etapa de la organización, Lorenzo asegura que sus objetivos principales son continuar llevando a cabo nuevas campañas, conseguir nuevas vías de financiación y difundir la labor de la ONG
Tras dos meses al frente de la organización, Jorge Lorenzo nos habla, en una entrevista concedida para La Voz de Asturias, sobre todas las acciones que día a día desarrolla Stop Ceguera, así como de su importancia en aquellos países en vías de desarrollo. Además, el médico asturiano hace un llamamiento a la colaboración ciudadana, igualmente necesaria para el desarrollo de las campañas que llevan a cabo en países de África.
—Hace apenas dos meses que se encuentra al frente de la Stop Ceguera, ¿cómo se le presentó esta oportunidad?
—Yo soy oftalmólogo, aquí en Asturias, y desde hace ya 18 años que llevo cooperando en varios países. Comenzamos en el 2007 en Vietnam, fuimos un par de años a hacer cirugía de párpados y a partir de ahí, entré en el mundo de África. Allí, estuve varias veces en Burkina Faso y en Etiopía, donde aún continuo yendo. Desde entonces he ido una o dos veces al año a África a colaborar con ellos y a cooperar.
Aunque anteriormente iba con una oftalmóloga de Valencia, desde tres años antes de la pandemia las campañas las realizamos entre una enfermera asturiana, Eva González, y yo. En nuestro caso, siempre habíamos ido solos, de cooperantes, porque allí teníamos personal formado. Además de ir a operar e ir a ayudar, lo que hacemos es formar a personas locales, para que nuestras campañas tengan una continuidad, que es tan importante como la propia labor que nosotros podemos hacer allí directamente los pocos días que nuestro trabajo nos permite desplazarnos.
Fue en el año 2023, cuando el oftalmólogo José Ramón Villada, fundador de la oenegé, que tiene su sede en Albacete, se puso en contacto conmigo. Él fundó la fundó hace ya casi 27 años y, en diciembre del pasado año, José Ramón tomó la decisión de jubilarse y Stop Ceguera pasaba a quedarse huérfana. Hace apenas tres meses, estuvimos operando juntos en Uganda y me propuso que fuera yo quien siguiera al frente.
—Tras la propuesta, ¿cómo toma la decisión de hacer frente a la oenegé?
—La decisión de hacer frente a la ONG Stop Ceguera la tomé por el apoyo de los compañeros y compañeras de campaña. Pero aunque yo haya cogido el cargo y sea ahora mismo el presidente, no lo llevo yo solo. Somos un gran equipo, tenemos una junta directiva y contamos con gente implicada desde varios sitios de España, además tenemos una directora general que hace más fácil nuestro trabajo. Es decir, estamos distribuidos por varios sitios. Aunque yo sea el presidente, las decisiones las tomamos en grupo.
—¿Cuáles son sus objetivos principales ahora que se encuentra al frente de Stop Ceguera?
—Llevamos poco tiempo, solo dos meses, pero el objetivo principal es darle difusión desde la máxima transparencia, para que se conozca también fuera de Albacete. De hecho estamos tramitando la apertura de una sede en Gijón y, posiblemente, lo hagamos en alguna ciudad española más.
«Soy oftalmólogo de profesión, pero cooperante de vocación»
—A nivel personal, ¿en qué momento se da cuenta de que quiere combinar su carrera profesional como oftalmólogo con ser cooperante?
—Yo siempre he dicho que soy oftalmólogo de profesión, que me encanta mi trabajo, pero que soy cooperante de vocación. De todas las cosas que hago, que son muchas, esto es lo que más me llena. El poder ir, poder ayudar, poder devolver la vista y no solamente eso, sino también la repercusión que ello implica.
—A la hora de afrontar una campaña, ¿cómo se preparan? ¿Quiénes participan en ella?
—Son campañas de varias personas, en las que solemos participar dos o tres oftalmólogos y varias enfermeras y auxiliares. En ellas, participan también ópticos. Por otro lado,también van dos personas de logística, que son los encargados de montar y desmontar, y adecuar y poner en funcionamiento todo lo que necesitamos. Aquí es muy fácil darle a un interruptor y que haya luz, pero allí, no tanto. También hay otra persona que se encarga de organizar todo, de hablar con personas de allí, que puede ser del Ministerio de Sanidad correspondiente, o con sanitarios o políticos que nos requieren una ayuda porque hay una necesidad que ellos no pueden cubrir.
En ese momento, hacemos un estudio de la zona, en el que vemos si efectivamente es necesario el esfuerzo, no solamente físico, sino económico que nos supone a nosotros hacer una campaña. Hay que tener en cuenta que nosotros somos voluntarios, no es un trabajo remunerado. Tenemos que conseguir patrocinadores, empresas que nos subvencionen, ayuda de los socios de la ONG o donaciones puntuales que recibimos en ocasiones. Las campañas son muy costosas porque se mueve mucha gente y mucho material, entonces, necesitamos ir un poco sobre seguro. Vamos a sitios donde previamente hemos hecho un estudio de campo y hemos visto que efectivamente es necesaria nuestra presencia.
—¿Cómo organiza Stop Ceguera el equipo médico tanto profesional como material necesario para cada campaña?
—Stop Ceguera ha construido un hospital oftalmológico con base en Etiopía, concretamente en Meki. Aunque es importante entender que no es un hospital como los de aquí de España, sino lo que nosotros entenderíamos aquí como un pequeño centro de salud, por sus dimensiones. Este hospital se construyó oficialmente en el 2019, un año antes de la pandemia. Además, justo en ese momento estalló la guerra de Etiopía, que duró dos años. Todo ello hizo que hasta el año 2023, no fuera un sitio accesible por motivos principalmente de seguridad.
En el 2023, se hace una pequeña primera campaña de reconocimiento, en la que el objetivo principal era ver cómo estaba todo. Este año, por fin podremos inaugurar la clínica de manera oficial, cosa que hasta ahora mismo no era recomendable. En definitiva, se puede decir que es nuestra base en África. Pero como te comentaba, no se trata solamente de ir, hacer las cirugías y desaparecer, sino que buscamos que nuestros proyectos tengan una continuidad, donde podamos formar personal y contratar personal local, para que cuando nosotros no estemos allí, la clínica siga funcionando.
Aparte de esto, tenemos otros proyectos que poco a poco se están consolidando. Por ejemplo, hace unos días salió un grupo hacia Guinea, el anterior había ido a Uganda; vamos viendo un poco las necesidades que hay.
—¿Qué tipo de patologías se tratan generalmente en las campañas? ¿Son las mismas que se tratan aquí en Europa?
—Las patologías son las mismas, lo que ocurre es que ellos no tienen ningún medio para solucionarlas. En Stop Ceguera, como su propio nombre indica, lo que intentamos es evitar la ceguera por causas reversibles, como una catarata. En nuestro mundo, si tienes un problema vas al oftalmólogo, te operan y te solucionan el problema; allí, no. Estamos hablando de una población donde el número de oftalmólogos por habitantes es ínfimo y donde además, no tienen recursos. La gente se queda ciega por una patología que aquí es impensable, como las cataratas. No es que haya más cataratas aquí que allí, sino que aquí se operan y allí no tienen quien lo haga.
Luego hay otras patologías que también operamos, como glaucomas, patología de párpados o algún tumor. Pero nuestra base fundamental es operar a ciegos, lo que nosotros llamamos ciegos totales, sin recursos económicos. Se considera ceguera, según la OMS, a una visión inferior al 0,05%. Este es el prototipo de personas que operamos.
—¿Cuánta gente puede operar Stop Ceguera por cada campaña?
—Intentamos que las campañas sean siempre de dos semanas, porque el coste económico de dos semanas no es muy superior al de una, y se trata de aprovechar los recursos de los que disponemos al máximo. Tampoco podemos estar mucho más allí porque nosotros tenemos nuestros propios trabajos. En una campaña normal se puede consultar unas 600 u 800 personas, y pueden ser operadas entre 200 y 300 personas, pero es algo muy variable.
«La colaboración siempre tiene un hueco»
—¿Cómo puede la gente colaborar con la oenegé, tanto personal sanitario, como gente de a pie de calle?
—Uno de mis objetivos principales es darle mayor visibilidad a la oenegé. El 100% de todos nuestros recursos se destina a las campañas, todos nosotros somos voluntarios. Puedes colaborar haciéndote socio o a través de una colaboración puntual. En este sentido, hablamos de una participación económica, pero luego hay muchas formas de colaborar. Necesitamos gente que nos ayude a todo los niveles, por ejemplo, informáticos que nos ayuden con la web o con las redes sociales.
Por otro lado, si en cualquier momento alguien tiene interés, podría incluso llegar a venir a las campañas. Por nuestra parte, nos encantaría que viniese alguien que pudiera dar publicidad a lo que hacemos, sería una cosa muy importante. La ayuda económica lógicamente es necesaria, porque cada campaña cuesta miles de euros, pero la colaboración siempre tiene un hueco.
También quiero agradecer a Baviera Responsable su apoyo incondicional y a la Junta de Castilla La Mancha su apoyo económico en algunas campañas, ya que sin ellos habría sido imposible llevar algunas a cabo.
—¿Cómo es el trato humano y las conexiones que establece el equipo de Stop Ceguera con la población local durante las campañas?
—Lo importante es llegar al paciente. Nosotros somos europeos, nos ven diferentes y ellos tienen que confiar en nosotros para poder operarse. En ese sentido es muy importante el idioma. Hay que tener en cuenta que la población que se opera, generalmente es muy pobre, no tienen ningún tipo de estudios, ni hablan inglés, ni francés, tienen su propio dialecto. Por eso, necesitamos un traductor para poder comunicarnos. También procuramos involucrarnos en la vida de ellos, que no sea solo operar y marchar y no volver a saber nunca más de ellos.
—Por último, ¿cómo localizáis a las personas que necesitan de vuestra ayuda en las localidades a las que acudís?
—Por ejemplo, en esta última campaña, primero se ha ido la mitad del grupo; de 10 voluntarios que lo conforman, se han marchado 5. Primero van los logistas para ir preparando equipos quirúrgicos todo y los optometristas junto a personal de enfermería ir haciendo la selección de pacientes. Se hace un llamamiento con el personal local; unas semanas antes de iniciarse la campaña, ellos ya van anunciando por distintos medios de comunicación, por radio, con coches con altavoces por los diferentes pueblos, que va a ir un grupo de oftalmólogos a realizar cirugías en las fechas que correspondan. Antes de que nosotros lleguemos, ellos ya van clasificando a los pacientes según su visión en apto o no apto para operar. Posteriormente, llega el resto del equipo, los cirujanos, y con el difícil trabajo de seleccionar a los pacientes ya hecho, comienzan las intervenciones sin descanso.