Alba Morán, doctora en biomedicina: «La evidencia científica es la mejor descripción posible que podemos hacer de la verdad»

María Sánchez Condado
María S. Condado REDACCIÓN

ASTURIAS

Alba Morán, doctora en Biomedicina
Alba Morán, doctora en Biomedicina

La bióloga asturiana realiza una labor divulgativa sobre ciencia y oncología a través de su cuenta de TikTok A Way to Understand

14 jun 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Alba Morán, doctora en biomedicina y oncología por la Universidad de Oviedo, trabajó como experta en comunicación científica en la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS).  Durante más de ocho años, trabajó en la investigación de enfermedades asociadas al envejecimiento, especialmente en cáncer de próstata y su relación con la diabetes, en IUOPA y en Estados Unidos, en el MD Anderson Cáncer Center, en Houston Texas. La científica asturiana desarrolla además una intensa labor como divulgadora en distintos medios de comunicación, así como a través de su cuenta de TikTok, A Way to Understand, que cuenta con más de 19 mil seguidores y donde habla sobre biomedicina y cáncer, resolviendo dudas y desmintiendo bulos. 

—¿Cómo surge A Way to Understand?

—Durante el periodo de mi tesis doctoral, tuve la suerte de contar con la financiación de la Asociación Española contra el Cáncer. Gracias a ello, pude involucrarme como voluntaria científica y divulgadora, entrando en contacto directo con pacientes. A partir de esas charlas presenciales, me di cuenta de que una parte del miedo asociado al cáncer proviene del desconocimiento, de entender conceptos claves de la enfermedad, y ahí es donde los científicos divulgadores, con un lenguaje claro, podemos responder. Al ver el impacto positivo que tenían las charlas, surgió la oportunidad de participar en un proyecto europeo impulsado por la organización suiza Animal Research Tomorrow. Entonces, decidí que una cuenta en Tiktok podía ser una buena oportunidad para continuar divulgando. Por un lado, podía aportar conocimiento; y por otro, su algoritmo, incluso sin tener una cuenta grande, facilita llegar tanto a personas interesadas en el tema como a quienes no piensan como tú. Además, me permite resolver muchas dudas, desmentir bulos y compartir conocimiento científico con un lenguaje comprensible.

—¿El proyecto ha cumplido con tus expectativas? 

—Sí, además se ha extendido mucho más allá de lo que esperaba. Gracias a tener esta iniciativa en redes sociales, han surgido otras oportunidades de divulgación en otros contextos muy positivos para mí. Ahora también hago divulgación desde varios medios de comunicación: en radio, en prensa escrita y a través de TikTok. 

—¿Es complicado hablar de estos temas en redes sociales?

—Cada día, igual que recibo muchísimos comentarios de agradecimiento por parte de estudiantes, de profesionales de la salud y de pacientes a quienes les gusta mucho como explico, también me llegan comentarios de personas escépticas y negacionistas de la ciencia. Creo que es una realidad que solo los científicos podemos enfrentar, explicando y desmintiendo por qué la pseudociencia es mentira. No pienso que todos los científicos tengan que estar en redes desmintiendo bulos, pero sí que quienes disfrutamos de la comunicación científica tenemos la responsabilidad social de aportar conocimiento para que la gente no caiga en las garras de la pseudociencia. 

—¿Es difícil crecer en redes haciendo divulgación científica?

—El entretenimiento da un crecimiento más rápido, pero realmente, cuando un científico entra en redes sociales, no lo hace con la idea de ser influencer, sino con la intención de compartir algo que le apasiona o que cree que es valioso para la sociedad. Hay grandes divulgadores que, como consecuencia de una buena actividad divulgadora, han terminado viviendo de ella, pero el objetivo principal siempre es compartir conocimiento científico y hacerlo accesible.

—¿Es más complicado que te tomen en serio en TikTok siendo mujer? 

—Es difícil distinguir si la discriminación que me encuentro en comentarios es por ser joven o por ser mujer, o un poco de las dos. Te encuentras algún perfil que te llama «niña» y es un halago que te vean joven, pero ni lo soy tanto ni hace tan poco tiempo que estoy haciendo esto. Por suerte, todas las personas que he conocido, profesionales con mucha más experiencia que yo en el sector científico-sanitario, creen que la labor divulgativa que hago es muy positiva. Al final, al tener el apoyo de una comunidad a la que admiras te hace sentir más segura. Pero siempre hay alguien que, desde el salón de su casa, piensa que una chica joven, por muy preparada que esté, no sabe tanto. O que solo lo sabe porque ha estudiado y que en realidad no se basa en evidencias. Ese también es un comentario recurrente: «Eso está en los libros». No, esto está en las investigaciones actuales.

—¿Existe desconfianza hacia la ciencia?

—Creo que en la ciencia, como en todos los temas actualmente, está habiendo una cierta polarización. Hay gente que es firme defensora, afortunadamente, del método científico y de la evidencia científica. Pero también hay conspiranoia en todos los ámbitos y la ciencia, por desgracia, no es una excepción. Hemos tenido muchas evidencias recientes de lo importante que es contar con conocimiento científico y de que este se utilice como base para tomar decisiones que nos afectan a todos.  En ese sentido, hay apoyo económico y personas que socialmente lo reconocen, pero también hay un grupo, que me gusta pensar que no es numeroso, pero que tienen mucha voz, que es reticente a esto.

—¿Cuál es el mito más extendido sobre el cáncer? 

—Entender el cáncer como una única enfermedad. Esa idea de pensar en el cáncer como un bicho externo a ti y que es siempre lo mismo, independientemente del tipo de cáncer que hablemos, impide que entendamos que realmente son más de 200 enfermedades diferentes con características moleculares distintas, que requieren soluciones distintas. Entender que es una parte de nuestro cuerpo que funciona mal ayuda a comprender cómo es el proceso, por qué puede aparecer después de un tratamiento o por qué se produce la metástasis.

—¿Cuál es el peligro de la pseudociencia?

—Existen dos peligros principales. El primero es la sustitución; cuando la gente elige la pseudociencia porque suena mejor, hay un riesgo inminente sobre la vida de las personas. En el mejor de los casos, no sucede nada; en el peor, están dejando de recibir un tratamiento que sí funciona. El segundo peligro es más social, es esta idea de que todas las opiniones son válidas y comparables. La evidencia científica es la mejor descripción posible que podemos hacer de la verdad y está en constante revisión. Poner al mismo nivel algo construido con tanto rigor y que es tan fácil de comprobar, con una simple opinión, mejor o peor construida a nivel argumental, pero sin ningún tipo de base, hace que perdamos nuestra capacidad para discernir lo que es cierto y debilita nuestro pensamiento crítico. 

—¿Ha mejorado la situación de la investigación científica en España en los últimos años? 

—Cada vez está mejor, porque hay un esfuerzo, por parte de las administraciones, para lograr cierto grado de estabilidad en las carreras científicas, lo cual es esencial. La investigación requiere inversión, tiempo y esfuerzo a largo plazo, por eso, las inyección de financiación intermitentes resultan dañinas e insuficientes. En ese sentido, hemos avanzado; por ejemplo, en Asturias contamos con la Ley de Ciencia. Ahora, la Unión Europea está promoviendo nuevas iniciativas para la captación de talento desde la libertad de investigación, hasta becas de larga duración que permiten hacer proyectos ambiciosos. ¿Avanza lo suficiente? Creo que no, considero que otros lugares continúan siendo mucho más atractivos y permiten a los científicos hacer mejor su trabajo con más recursos y mejor calidad de vida.