María Blanco, fisioterapeuta: «Es un error creer que solo los futbolistas pueden padecer pubalgia, cualquier persona puede desarrollarla»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

ASTURIAS

María Blanco es la presidenta del Colegio Profesional de Fisioterapeutas del Principado de Asturias
María Blanco es la presidenta del Colegio Profesional de Fisioterapeutas del Principado de Asturias

La presidenta del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Asturias explica cómo reconocer esta lesión y señala las claves para evitar que se convierta en un problema serio

15 sep 2025 . Actualizado a las 09:32 h.

Cuando se habla de pubalgia, muchos piensan inmediatamente en futbolistas de élite. Durante años, esta dolencia fue la pesadilla de estrellas como Lionel Messi, Xabi Alonso o Sergio Busquets, y hoy sigue poniendo en jaque a profesionales como Nico Williams, delantero del Athletic Club, o Jaime Seoane, excentrocampista del Real Oviedo. Conocida popularmente como «la hernia del deportista», esta dolencia no discrimina: puede afectar a cualquier persona, incluso a quienes no practican ejercicio de alta intensidad. La fisioterapeuta María Blanco Díaz  (Oviedo, 1977), presidenta del Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Asturias y profesora e investigadora de la Universidad de Oviedo, explica cómo reconocer esta lesión, prevenirla y tratarla eficazmente para evitar que se convierta en un problema serio.  

—¿Qué es exactamente la pubalgia y a qué partes del cuerpo afecta?

—La pubalgia es un síndrome doloroso que afecta la región púbica y las estructuras adyacentes a la sínfisis púbica —principal hueso de la pelvis en la parte frontal—,  incluyendo músculos aductores, abdominales y flexores de cadera. Se caracteriza por un dolor profundo en la zona inguinal, abdomen inferior y parte interna de los muslos. Sin embargo, hoy en día la pubalgia se engloba dentro del espectro más amplio de «groin pain syndrome» o «síndrome de dolor inguinal», que integra múltiples posibles fuentes de dolor en la región inguinal, como disfunciones musculotendinosas, alteraciones óseas, ligamentarias o articulares relacionadas con la cadera y la pelvis e incluso órganos cercanos.

—Los futbolistas son quienes más padecen de este tipo de lesiones. Pero ¿qué otras personas son propensas a sufrir pubalgia? 

—Si bien el fútbol es el deporte más asociado con la pubalgia, cualquier persona puede desarrollarla. Esto incluye a otros deportistas (rugbi, atletismo, baloncesto, hockey, deportes de raqueta…), mujeres embarazadas (por sobrecarga en la sínfisis púbica), personas no deportistas con desequilibrios musculares o trabajos que implican esfuerzo físico repetido, personas que tras largos períodos de inactividad realizan un incremento brusco de actividad.

—¿Cuáles son las principales causas o factores de riesgo?

—Las causas de la pubalgia son multifactoriales. Entre los factores de riesgo destacan: movimientos repetitivos o estrés mecánico excesivo en la pelvis (saltos, carreras, cambios bruscos de dirección); alteraciones biomecánicas de la pelvis y cadera, incluyendo falta de movilidad lumbar o problemas articulares; desequilibrios musculares con déficit de fuerza excéntrica de aductores y musculatura de la cadera; falta de estabilidad lumbopélvica; sobrecarga o mala planificación de entrenamientos. En embarazadas es debido a los cambios hormonales y la sobrecarga mecánica sobre la sínfisis púbica. En población no deportista, posturas mantenidas o esfuerzos repetitivos también pueden desencadenar el problema.

—¿Cuáles son los síntomas que alertan de esta dolencia?

—Dolor en la ingle, región púbica o abdomen inferior que empeora con la actividad física como correr, saltar, realizar giros o cambios de dirección. Molestias al levantar la pierna, flexionarla o al realizar ejercicios abdominales y de aductores. En embarazadas, es común el dolor en la parte anterior de la pelvis al caminar o levantarse. El dolor puede irradiar hacia el interior del muslo o genitales.

—¿En qué momento se debe recurrir a un especialista?

—Cuando el dolor no desaparece en pocos días, interfiere con el rendimiento deportivo, reaparece en cada entrenamiento o limita la vida diaria, incluida la marcha durante el embarazo. Una evaluación precoz evita que se convierta en un problema crónico.

—¿Cómo se diagnostica? 

—El diagnóstico se basa en la exploración clínica (historia, palpación, pruebas funcionales) y en estudios de imagen, como la ecografía, útil para la exploración dinámica y, como apoyo, la resonancia magnética como técnica más completa para valorar tejidos y descartar lesiones asociadas. Siempre se debe correlacionar la imagen con los síntomas y la exploración.

—¿Qué tipo de tratamiento se aplica? ¿Cuáles son las técnicas más efectivas?

—El tratamiento de la pubalgia debe ser integral y adaptado a cada paciente. Principalmente se trata de un abordaje conservador, en el que la base es la fisioterapia, mediante programas de ejercicio terapéutico para el fortalecimiento progresivo de los aductores, la musculatura de la cadera y el core, combinando trabajo excéntrico y concéntrico. A este trabajo se pueden añadir técnicas manuales y el uso de tecnologías físicas como ondas de choque, radiofrecuencia o punción seca, siempre como complemento de la rehabilitación activa. La educación postural y el control de cargas son igualmente fundamentales, ya que una adecuada gestión de la intensidad y el volumen del entrenamiento evita sobrecargas y facilita un retorno seguro al deporte. La cirugía se reserva únicamente para los casos crónicos o refractarios, cuando después de seis meses de tratamiento conservador persisten los síntomas, y suele ofrecer una alta tasa de éxito en la reparación de las estructuras lesionadas.

—¿Qué pasa si no se trata correctamente esta lesión? ¿Deja alguna secuela?

—Si no se aborda adecuadamente, la pubalgia puede cronificarse, provocando dolor constante incluso en reposo, pérdida de fuerza y movilidad, alteración de la biomecánica pélvica y lumbar, además de una importante disminución en la calidad de vida y capacidad funcional. Esto puede conllevar a la necesidad de cirugía y riesgos de recaídas o lesiones secundarias. La cronicidad puede generar fibrosis, pérdida de función muscular y complicaciones articulares a largo plazo.

—¿Es común que la pubalgia reaparezca? ¿Cómo se evitan las recaídas?

—La pubalgia presenta una tasa relativamente alta de recurrencia cuando no se siguen correctamente las pautas de tratamiento fisioterapéutico y prevención. Para minimizar este riesgo, es fundamental mantener de forma permanente programas de fortalecimiento y equilibrio muscular de la pelvis y el core, además de controlar cuidadosamente la carga y la progresión en la actividad deportiva. También resulta importante vigilar la biomecánica para corregir posibles problemas y realizar chequeos periódicos en los deportistas, lo que permite detectar desequilibrios de manera temprana. Otro aspecto esencial es evitar la reincorporación prematura al deporte tras una lesión, ya que un retorno sin criterios objetivos aumenta notablemente las posibilidades de recaída.

—¿Cuánto tarda uno en curarse?

—El tiempo de recuperación depende mucho de la gravedad del caso y de lo rápido que se inicie el tratamiento. En los cuadros más leves, una intervención precoz puede permitir la mejoría en unas cuatro a seis semanas. Cuando la lesión es moderada o más grave, la rehabilitación suele requerir entre tres y seis meses de fisioterapia intensiva y estructurada. En los casos crónicos o en aquellos que finalmente requieren cirugía, el retorno completo a la actividad puede prolongarse más allá de los seis meses. En todos los escenarios, un seguimiento adecuado y una progresión individualizada del tratamiento resultan fundamentales para acortar los tiempos y asegurar una recuperación sólida y sin recaídas.

—¿Qué consejos daría para prevenirla? 

—La fisioterapia juega un papel clave en la prevención de la pubalgia, ya que permite diseñar programas de fortalecimiento específicos y supervisar la correcta ejecución de los ejercicios. Es fundamental trabajar de forma equilibrada la musculatura de los aductores, los abdominales y el core. Además, un buen calentamiento y los estiramientos adecuados después de la actividad física ayudan a preparar y recuperar la musculatura. La prevención también pasa por planificar entrenamientos con incrementos progresivos de carga, controlar la técnica y la biomecánica de los movimientos para evitar sobrecargas y respetar los descansos necesarios para favorecer la recuperación. En el caso de los deportistas de alto rendimiento, los chequeos preventivos con fisioterapia resultan muy útiles para detectar de forma temprana desequilibrios o disfunciones que, de no corregirse, podrían derivar en lesiones más graves.

—¿Algún mito en torno a esta dolencia que le gustaría desmentir?

—Uno de los mitos más extendidos es pensar que la pubalgia es simplemente un problema muscular aislado o que el reposo absoluto es la mejor cura. En realidad, se trata de una condición multifactorial que requiere un abordaje integral y activo, donde la fisioterapia y el ejercicio terapéutico desempeñan un papel central. El reposo prolongado no solo no soluciona el problema, sino que puede empeorarlo al favorecer la atrofia y los desequilibrios musculares. Otro error común es creer que solo los futbolistas la padecen: también puede afectar a embarazadas y a personas no deportistas sometidas a sobrecargas repetitivas en la zona inguinal. Tampoco es cierto que siempre termine en cirugía, ya que la gran mayoría de los pacientes mejora con un tratamiento conservador bien estructurado. Y finalmente, conviene recordar que la resonancia magnética no siempre es concluyente; la imagen debe interpretarse siempre en relación con la clínica y la exploración, no de manera aislada.