La peste porcina podría extinguir el gochu asturcelta «si no se toman medidas urgentes»

Manuel Noval Moro
Manuel Noval REDACCIÓN

ASTURIAS

«Estamos muy preocupados; acabar con la raza es relativamente fácil», asegura Moisés Noval, presidente de la asociación asturiana de criadores

04 dic 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

El brote de peste porcina en Cataluña ha puesto en alerta a los criadores de gochu asturcelta, una raza autóctona de Asturias en peligro de extinción que, si la enfermedad se extendiera a la región, podría incluso desaparecer. «Estamos muy preocupados», asegura el presidente de la Asociación de Criadores de Gochu Asturcelta, Moisés Noval, porque «acabar con la raza es relativamente fácil; no es descabellado ni es alarmismo».

La principal razón está en que la cabaña de esta raza es muy pequeña. Actualmente está en unas 800 cabezas, de las que unas 450 son reproductoras. Casi 50 machos y el resto, hembras. Son 26 criadores los que se hacen cargo de todos estos animales en producción extensiva. Y el riesgo viene, sobre todo, de los protocolos que se establecen para atajar la enfermedad. Es lo que se está haciendo ahora en Cataluña. Una vez que aparece un foco, se hace un vacío sanitario, es decir, se sacrifica todo el porcino salvaje o doméstico que hay en un radio de 20 kilómetros. Y si aparece un animal muerto por la enfermedad fuera de ese radio, se amplía el radio a 50 kilómetros. «Si trasladamos eso a Asturias podemos imaginarnos la que se puede liar», sostiene el criador.

Hay una gran diferencia de los criadores del asturcelta con los intensivos. Las naves de producción industrial tienen medidas sanitarias muy fuertes, y están más protegidas de los contagios, pero aun así tienen que hacer el vacío sanitario. Tras el sacrificio tienen 100 días de cuarentena y reciben indemnizaciones por los animales que dejan de criar. Pero una vez que vuelve la normalidad, compran lechones de una zona no contaminada y vuelven a funcionar. Es una pérdida económica y un contratiempo considerable, pero se recuperan. «Para nosotros es distinto», sostiene Noval, «si nos matan los ejemplares que tenemos, no nos recuperamos porque no hay más gochu que el que hay aquí». Y en principio no se hacen excepciones en los sacrificios ni siquiera para conservar la raza.

Por eso, ahora necesitan que se tomen medidas con la mayor agilidad posible. En primer, lugar, una mayor protección contra la fauna salvaje. Son importantes los cierres de las fincas. Tienen que tener unas características muy particulares, porque los jabalíes entran con facilidad si son cierres convencionales. Cuando hay machos adultos dentro de los cierres no hay problema, pero si no los hay, siempre se las arreglan para entrar.

No obstante, Moisés Noval asegura que los humanos comportan tanto riesgo o más que la fauna salvaje. Cazadores y deportistas pueden, inconscientemente, atravesar las fincas y transmitir la enfermedad: «Es algo que sabemos que hacen sin darse cuenta, porque si fueran conscientes no lo harían; pero es un virus tan persistente que tenemos que tomar muchas precauciones, los que tenemos que ser más precavidos somos los humanos; nosotros tratamos de concienciar a la población de que somos los que tenemos más capacidad para contagiar». Entre las medidas está no alimentar a los animales o lavar y desinfectar el calzado y la ropa cada vez que vuelvan del monte. La asociación también ha pedido a sus socios que tomen medidas, y que cumplan a rajatabla los estándares de limpieza y desinfección. Y en el caso de que perciban el más mínimo síntoma de la enfermedad, que lo comuniquen.

La otra medida urgente es extraer embriones de la raza para criarlos una vez que pase el peligro. El problema es que, aunque hay instalaciones en la sede del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Alimentario de Asturias (Serida), no hay suficientes técnicos con experiencia en porcino. Y para conseguir tenerlo todo listo hay que poner toda una máquina burocrática a funcionar, con el tiempo que eso conlleva. La conservación de embriones es algo que lleva solicitando la asociación desde hace tiempo para circunstancias como la actual. Ahora, temen que pueda llegar demasiado tarde. «Llevamos años pidiendo que se nos ayude con embriones u ovocitos, e insistimos mucho porque sabíamos que iba a llegar», asegura Moisés Noval, temeroso de que los plazos hasta que llegue la solución puedan ser demasiado largos.

Otra solución que han barajado es mover ejemplares a otras comunidades españolas libres del riesgo de la peste porcina. En este caso, hay también un problema burocrático. El traslado llevaría mucho papeleo. Entre las candidatas para transportar varias parejas y, de este modo, garantizar la cría, está Canarias, una comunidad donde no hay jabalíes. No obstante, aunque por esta parte la seguridad estaría garantizada, como señala el presidente de los criadores, «hay muchos humanos» y el contagio podría llegar igual. Aun así, consideran que no es una mala opción. En cualquier caso, lo importante es que el gochu asturcelta se libre de la extinción. «Lo que nos mueve es recuperar la raza por lo que ofrece, porque es parte de nuestra identidad y aporta biodiversidad; estamos pensando en todo lo posible y lo imposible para que no pase», concluye Noval.