La Pizarra: Un Oviedo aspirante a todo

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Anquela Real Oviedo Requexon.Anquela, en El Requexón
Anquela, en El Requexón Real Oviedo

Análisis del partido propuesto por Juan Antonio Anquela

13 ene 2018 . Actualizado a las 05:01 h.

Nota: 6, bien. 

Que el Real Oviedo vive un gran momento de forma es algo que te queda bien claro cuando tras no perder en dos de los campos más complicados de la Segunda División la sensación generalizada es de que el asunto podía haber salido mejor. Los carbayones jugaron su segundo partido consecutivo lejos del Tartiere y de nuevo volvieron a dejar un aroma a equipo que aspira a todo. 

El Rayo, un equipo inconsistente cerca de su área pero capaz de crear peligro a cualquier rival empató en los minutos finales un encuentro que empezó ganando pero que con el paso de los minutos se le puso muy cuesta arriba. Los de Anquela acumulan siete partidos consecutivos sin conocer la derrota y siguen dejando patente lo complicados que son de vencer, una cualidad que suele ir implícita con cualquier equipo que llegue a junio con opciones de ascenso. 

El aspecto táctico

Si bien las tarjetas amarillas protagonizaron muchos de los debates de la semana en el entorno azul, Anquela no tocó nada y apostó por el once de siempre, apercibidos incluidos. La duda estaba en cómo iba a responder la línea de tres centrales ante un ataque móvil y sin referencias fijas. Míchel cubrió la baja de Raúl de Tomás con el Chory Domínguez, formando con Trejo una dupla atacante donde nadie ejercía el rol de delantero centro al uso.

El técnico del Real Oviedo varió su plan respecto a los partidos ante Lorca, Huesca y Cultural y optó por una presión más cautelosa, con Diegui y Mossa esperando en su campo ante el peligro que suponía la velocidad de Aguirre y Embarba. Esto supuso que los defensas del Rayo pudieran golpear "fácil", algo que Trejo aprovechó cayendo a banda, poniendo en pequeños aprietos tanto al doble pivote azul como a los tres centrales. Pero nada más. Solo el argentino inquietaba el entramado defensivo carbayón, que robaba con facilidad cada vez que apretaba. 

Pero el Rayo golpeó primero. Un error de Folch cuando parecía que el ataque local moría acabó con el balón en los pies de Embarba, el mejor asistente de la categoría. El madrileño no desaprovechó el regalo y puso un balón perfecto a la cabeza del Chory, que libre de marca inauguraba el marcador. El Oviedo, como ya viene acostumbrando, no le perdió la cara al encuentro y comenzó a llegar con peligro al área de Alberto. Y de (cómo no) un córner llegaba el empate: jugada ensayada de los azules que, junto a la fé de Linares yendo a por un balón perdido, acabó con Christian rematando en la línea. 1-1 y volver a empezar.

No pudo comenzar mejor la segunda parte para los de la capital del Principado. Saúl y Carlos. Carlos y Saúl. El ovetense ponía un balón perfecto desde la esquina que el jienense, central empeñado en parecer delantero, transformaba en el 1-2. El gol dio alas a los azules y Berjón empezó a lucirse. Tras diez minutos en los que el Oviedo fue claro dominador, Míchel movió ficha y dio entrada a Manucho. El angoleño parecía ser el jugador perfecto a marcar por los tres centrales azules, amantes del juego aéreo y duros en los duelos individuales. 

El Rayo no encontraba la fórmula de hacer daño a los de Anquela y los continuos centros laterales eran despejados sin problemas por la zaga oviedista. Los locales se quedaron con 10 y fue ahí cuando, incongruencias del fútbol, comenzó el arreón de los de Míchel. Manucho comenzó a ganar los balones por alto y uno de ellos supuso la falta frontal que desembocó en el penalti que acabó transformando Trejo. El Rayo tiró de raza y a base de empuje metió en su campo a un Oviedo desdibujado, que aguantaba el tipo como podía. Un mísil de Rocha pudo cambiarlo todo, pero el marcador no se movió. Por enésima vez, el conjunto de Juan Antonio Anquela demostró ser un dolor de muelas para cualquier equipo de la categoría.

Los cambios

La gestión del banquillo azul en Vallecas dejó a las claras que el Oviedo necesita acudir al mercado de invierno. Anquela miraba a la banda y no veía ningún recambio de garantías para Saúl o Aarón, fundidos tras llevar el peso del ataque azul. Si bien Varela o Cotugno son jugadores aptos para maquillar tanto la línea de tres centrales como cualquiera de los flancos, la media punta no es el lugar de ninguno de los dos.

El primer cambió, como viene siendo costumbre, llegó pasado el minuto 80', con la entrada de un Toché que poco pudo aportar al juego del equipo. La vuelta de Yeboah y la llegada de algún jugador de corte ofensivo se antojan claves para que el Oviedo sume a su gran idea inicial unos revulsivos acordes a los objetivos.