Un orgullo contagiado

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Los jugadores del Oviedo se abrazan al término del encuentro
Los jugadores del Oviedo se abrazan al término del encuentro Real Oviedo

Así vivió el Carlos Tartiere la agónica victoria del Real Oviedo ante el Rayo Majadahonda

05 jun 2019 . Actualizado a las 19:09 h.

Todo parecía resuelto desde antes del pitido inicial, pero la forma en la que el Real Oviedo estaba diciendo adiós a la temporada era la más dañina de todas. La lluvia apareció tras una semana veraniega y, junto al horario de martes y la situación del equipo, se dieron todos los ingredientes para ver la peor entrada del Carlos Tartiere en Segunda desde que el conjunto azul regresó al fútbol profesional en 2015.

Tras una primera parte de dominio visitante, animada por la ovación dedicada a un Varela agradecido y por el gol cocinado entre Saúl, Steven y Diegui, 5683 espectadores eran testigos de cómo el Rayo Majadahonda se agarraba a la Segunda División. Si bien es cierto que el 1-3 llegó cuando los majariegos menos lo merecían, el tanto de Dani Romera desató una tormenta momentánea en la que cada pase errado se convertía en un calvario para cualquier jugador. El Oviedo se iba de vacaciones de la peor forma.

El gol de Carlos Hernández no suavizó la bronca que le tocó recibir a Folch cuando corrió al banquillo para ser sustituido, pero ese sería el último momento tenso del partido. Espoleados por el corazón herido de sus jugadores, sin mucho juego pero sí con ganas de no rendirse, la afición carbayona se animaba con cada pase hacia adelante de los suyos.

Cuando la afición del Rayo Majadahonda desplazada a la capital del Principado todavía estaba cantando, el empate de Joselu hizo gritar de verdad al Carlos Tartiere. Un grito de esperanza. El empate no valía y el Deportivo no perdía en Elche, pero ver a sus futbolistas desgarrarse era suficiente para los oviedistas. En medio de la locura final, en la que pudo haber goles en cualquier portería, Joselu definió como nunca en este estadio y disfrutó, por fin, de ese minuto de gloria tan buscado a lo largo del curso.

La lluvia, ingrediente fundamental para cualquier historia épica, no fue impedimento para que muchos oviedistas bajaran corriendo las escaleras del estadio con el fin de celebrar el gol junto a un Joselu envuelto en abrazos de sus compañeros. Aunque el Extremadura había cumplido con una de las partes del contrato, el Dépor sí logró puntuar en el Martínez Valero. Pero daba igual. El oviedismo sabe que sigue siendo muy complicado, casi imposible, pero que tu equipo luche hasta el último segundo del último partido siempre es gratificante.