Riki: «Los que me conocen saben que nunca me han dado nada hecho»

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Riki, en un partido con el Albacete
Riki, en un partido con el Albacete Albacete Balompié

La Voz de Asturias entrevista al canterano del Real Oviedo, ya desvinculado del club azul tras ascender a Segunda con el Albacete

23 jun 2022 . Actualizado a las 10:39 h.

Tres años después del su regreso al club de su vida, Riki Rodríguez (Oviedo, 1998) vuelve a pertenecer a una entidad que no es el Real Oviedo. El centrocampista, propiedad del Albacete desde que el conjunto manchego logró el ascenso a Segunda en Riazor, hace balance de sus últimos meses en el Carlos Belmonte, analiza su salida del Oviedo y de su opinión sobre la actualidad del conjunto carbayón. 

—¿Cómo fue su salida del Oviedo el pasado verano?

—Fue difícil. Venía de hacerlo bien en el Racing, pero es que con Ziganda la temporada pasada había jugado muy poco, no sé si llegaba a 90 minutos en la primera vuelta. Tenía la opción de seguir en Segunda División y estaba convencido de que en Oviedo iba a volver a tener muy poca participación.

—¿Qué le dijo Ziganda?

—Me dijo que iba a contar más conmigo y que iba a tener más opciones, pero tenía claro salir.

—Hubo gente que comentó que no quiso ganarse un hueco en la plantilla.

—Los que me conocen saben que nunca me dieron nada hecho. Cuando eres un deportista profesional estás expuesto a la opinión pública y hay que saber aceptar las opiniones de la gente. Pero ya te digo, la gente de mi entorno sabía lo que había.

—¿Qué le atrajo del Burgos?

—Que Michu te esté llamando todos los días tres o cuatro veces o que Saúl Berjón también te escriba… Al final son gente que ya conocía dentro del fútbol, en las que confiaba y sigo confiando, y eso fue clave a la hora de decidir.

—Al principio contó para Julián Calero, pero luego no tanto.

—Siempre que llegas a un equipo piensas de todo: que puedes ser importante o que vas a tener un rol secundario. Hay que estar preparado. Sí pienso que hay momentos durante la temporada que se necesita una pizca de suerte e igual me faltó cuando en la segunda jornada en Leganés fui titular y al minuto 20 expulsaron a un compañero. Me cambiaron a mí y no volví a ser titular hasta dos meses después. Eso te marca y es un comienzo difícil, pero no quedaba otra que seguir.

—El estilo del Burgos no le beneficiaba.  

—Es cierto que no era el juego que a mí me viene bien. Además, el equipo ganaba y era lógico seguir por esa línea. A mí me gusta que cuando juego, mi compañero me respete, pues yo no iba a hacer lo contrario.

—¿Se puede decir que ya tiene experiencia en Segunda División?

—Está claro que en la categoría todavía no estoy asentado, pero a nivel anímico y de experiencia fuera de casa sí creo que me han venido bien estos dos años. En Burgos jugué 15 partidos en la primera vuelta. No son muchos, pero es mucho más de lo que jugué en Oviedo.

—Y llega el Albacete, de Primera RFEF.

—Estaba contento en Burgos y tarde o temprano tenía la esperanza de entrar en el once y jugar varios partidos seguidos, pero surgió la opción del Albacete. Y al final, por suerte, salió bien.

—¿Le costó bajar otra vez de categoría?

—Más que bajar de categoría, me costó el volver hacer una mudanza y cambiar de sitio tras solo seis meses en Burgos. Tienes la sensación de que no logras asentarte y cuesta un poco, porque al final antes que futbolistas somos personas. Lo otro… llevo jugando al fútbol toda mi vida y me da igual la categoría.

—Después de Ziganda y Calero, Rubén de la Barrera.

—Desde que llegué me transmitió confianza total. El juego que realiza me beneficia al 100% y supo sacarme muchísimo rendimiento. A mí y a la gran mayoría de los compañeros. Rubén es un entrenador muy táctico, el que más de mi carrera. Es un loco del juego posicional y al principio cuesta cogerle el ritmo, pero con la ayuda de Antón, un analista que me tenía frito a vídeos y lo que hablaba con el propio Rubén pude coger los conceptos en dos o tres semanas.

—Da la sensación de que tiene la capacidad de convencer a la plantilla a través del estilo de juego.

—Tal cual. Nunca había tenido un entrenador que tuviese tan claro cómo quería jugar y que apostase tan decididamente por sacar el balón desde atrás con tanto descaro. Si el rival no iba a por nosotros en los inicios, el portero o los centrales aguantaban diez segundos con el balón pisado para atraer. Y eso a la gente en la grada le pone muy nerviosa, también a la nuestra en el Belmonte. Pero era su forma de jugar y lo tenía clarísimo. Los jugadores tenemos que ir con el entrenador a muerte porque así saldremos beneficiados todos.

—¿Qué le pedía?

—Empecé jugando como interior derecho, pero cuando se recuperó Fran Álvarez pasé a jugar algo más atrás en el doble pivote o incluso como único pivote. Defensivamente creo que he mejorado mucho en los últimos años. Tácticamente, jugar ahí atrás te exige mucha concentración y colocación, y creo que también mejoré en eso.

—¿Y cómo es en el trato diario?

—Está las 24 horas del día pensando en fútbol. Coincidías con él comiendo o desayunando y te preguntaba por jugadores o entrenadores que había tenido. Vive por y para el fútbol. Eso sí, fuera del campo, seas el jugador que seas y estés participando o no, te trata de la misma manera. Te valora como persona y no como futbolista.

—¿Le ayudó en Albacete la experiencia en plazas como Oviedo o Santander?

—Tuvimos un mes complicado porque todo el mundo contaba con ser primeros y perder en Andorra fue un palo durísimo. Ahí se nos escapó el liderato. En el último mes, de cuatro partidos solo ganamos uno y fue duro. Es evidente que el haber estado en sitios como Oviedo o Santander te hace llevar los malos momentos con algo más de tranquilidad. Hay que saber que las cosas no dependen única y exclusivamente de ti, hay factores externos que hay que saber aceptar y tratar de llevarlos con naturalidad. También, obviamente, con responsabilidad, pero sabiendo evadirte.

—El playoff en Riazor.

—Fue lo más parecido al derbi asturiano que he vivido. Durante la semana estuve tranquilo, pero la ansiedad y el nerviosismo ya asomaba cuando se acercaba el partido. Intenté llevarlo con naturalidad. Son partidos muy importantes y con mucha presión, en los que no quieres salir en la foto del que la lía.

—¿Sabía que iba a ser titular?

—En la semifinal jugué, ganamos y estuvimos bien, así que intuíamos que no iba a haber demasiados cambios. Aunque con Rubén eso siempre es difícil, porque le da igual cargarse a tres si piensa que los que entran lo harán mejor. Me dijo que jugaba dos o tres horas antes del partido.

—Jugó como pivote en un partido en el que siempre se busca minimizar el error.

—La alineación que sacó De la Barrera dice mucho de él: yo como pivote defensivo y Fran Álvarez y Manu Fuster como interiores, que ambos son mediapuntas o incluso también pueden jugar en banda. Salir así en la final del playoff, ante un Dépor que juega como local… es de tenerlos cuadrados.

—¿Cómo vivió la lesión que le obligó a abandonar la final?

—Me dio rabia, pero me quitaron, entró Alberto y fue el que metió el 1-1. Al final salió bien y eso era lo que importaba. De los últimos minutos ni me acuerdo: llorando y nervioso perdido, parecía que era del Albacete desde los tres años. Fue algo muy bonito.

—Pasemos a lo azul: el Oviedo de Ziganda.

—Hicieron un temporadón y un gol les dejó fuera del playoff. Por desgracia no llegó ese gol del Burgos que tanto ansiábamos todos y que tanto le pedimos a Saúl días antes. No pudo ser y esperemos que esta temporada que viene vuelvan a estar en la pelea.

—El culebrón del verano está siendo el de Borja Sánchez.

—Es un futbolista de Primera División y para mí lo lleva demostrando toda la vida. Lo que los conocemos desde pequeños sabíamos dónde iba a llegar. Como oviedista deseo que se quede y que llegue a Primera con el Oviedo, pero siempre le desearé lo mejor elija lo que elija.

—No ha sido una temporada fácil para Sangalli, buen amigo suyo. ¿Cómo lo ha visto?

—Es un tipo muy normal, atípico en el mundo del fútbol. Los futbolistas solemos ser egoístas y él todo lo contrario, sabe verlo todo con mayor perspectiva. Si le toca animar desde el banquillo lo hará, este año le enfocaban mucho y estaba como un loco en la banda. Para mí es un referente, ojalá pueda tener la carrera que está teniendo y ser la mitad de buena persona de lo que es él.

—La marcha del Cuco.

—No estoy muy enterado de la situación, pero sí leí que no se pusieron en contacto con él al acabar la temporada. Entiendo que se echase a un lado y buscase otra cosa, la verdad.

—¿Cómo ve a Bolo?

—Transmite mucha ilusión a la gente, la verdad. En el Burgos, exjugadores suyos como Caro o Pablo Valcarce me hablaron bien de él. Ojalá tenga suerte porque eso será bueno para el Oviedo.