Invernalia se convierte en la capital del mundo y los reencuentros entre personajes marcan el regreso de la gran serie épica de la HBO, con tres momentos finales memorables.  OJO, este artículo contiene SPOILERS sobre el primer capítulo de la octava y última temporada

Ha regresado Juego de Tronos. El estreno mundial del primer capítulo de la octava y última temporada de la gran producción épica del siglo XXI, Invernalia, ha despertado tanta expectación que la web de la HBO ha doblado la rodilla y se ha caído esta mañana, frustrando las esperanzas de muchos seguidores que querían ver como discurren la disputa por el trono de hierro de los Siete Reinos de Poniente y la verdadera guerra, la que enfrenta a los vivos y a los muertos que dirige el misterioso y terrible Rey de la Noche.

Hagamos memoria. La séptima temporada (si no la has visto no sigas leyendo) acabó con el siguiente escenario en la adaptación del mundo de Canción de Hielo y Fuego creado por el escritor estadounidense George R.R. Martin: 

1. Cayó el Muro. La inmensa muralla mágica de hielo que protegía los reinos de los vivos y que vigiló la Guardia de la Noche durante 8.000 años se partió ante el fuego del dragon zombi que ahora cabalga el líder de los caminantes blancos. 

2. El rey en el norte dobló la rodilla y juró vasallaje a Daenerys Targaryen, madre de dragones, hija de la tormenta... Forjaron una alianza militar para defenderse de la invasión del Rey de la Noche. Y una relación amorosa. Ambos desconocen lo que ya sabe el espectador, que son familia, tía y sobrino. Él se llama Aegon. Y es hijo del hermano mayor de ella, el malogrado Rhaegar Targaryen. Para la familia que reinó en Poniente durante trescientos años el incesto nunca fue un problema. ¿Y la sucesión al trono? Jon y Dany jugaron en la cama. ¿Jugarán el Juego de Tronos el uno contra el otro? ¿Bailarán una nueva danza de dragones? ¿Cómo llevarán las dos hermanas Stark -Sansa y Arya- saber que Jon no es su hermano bastardo, sino su primo?

3. Solo queda una mala oficial. Es Cersei Lannister. Autoproclamada reina en Desembarco del rey, ha sido abandonada por su amado hermano gemelo, Jaime (luchará contra los muertos), pero cuenta con el respaldo de un personaje singular, tan excéntrico como peligroso. Se trata de Euron Greyjoy, señor de las Islas del hierro y comandante de la flota más poderosa de Poniente. Ambos han trabado una extraña relación (hay tensión sexual) y una alianza. Y han buscado refuerzos más allá del Mar Angosto. 

Así nos quedamos al final de la séptima temporada. Hasta que llegó el 14 de abril. Y volvió a sonar, de madrugada, el ya mítico tema de Ramin Djawadi

(Cuidado, este artículo tiene spoilers o destripes de todo lo emitido hasta el momento. Si no has visto «Invernalia», te recomendamos que no sigas leyendo)

Invernalia impacta desde el arranque. Hay nueva escena de introducción y títulos de crédito. Transmite mucha información para ojos bien avezados. En ella aparecen el trono de hierro como gran objeto de deseo y el muro partido y vemos como las criptas de la capital del Norte, la sede ancestral de la casa Stark, pueden ser claves en el camino hacia el final más esperado en la ficción televisiva contemporánea desde Perdidos. Ese momento tendrá lugar el 19 de mayo, cuando se emita el sexto y último capítulo de Juego de tronos. Invernalia nos prepara y sienta las bases para recorrer ese camino.

La acción arranca en un paisaje nevado. La cámara sigue los pasos de un niño que corre, curioso. Estamos cerca de la gran fortaleza de los Stark, de la milenaria Invernalia. Y se acerca un inmenso ejército. Son los Inmaculados y los Dothraki de Daenerys Targaryen, Con ellos cabalgan la propia Khaleesi y Jon Snow. Ella llega como reina. Él, que partió del Norte como rey, lo hace como señor. Los observa desde el gentío Arya Stark. Hace muchísimo que la asesina no ve a su hermano. Y esboza una sonrisa, pero luego muda su expresión. Ha visto a un fantasma de su tormentoso pasado, el Perro. Y después llega otro, el herrero Gendry, bastardo de otro rey asesinado. 

Invernalia es un capítulo de reencuentros y de desencuentros. El primero que se muestra en pantalla es del de Daenerys y los adustos y orgullosos norteños. La Khaleesi se esperaba una alfombra roja, peticiones de selfies y muestras de adoración, pero en su lugar se encuentra caras largas. «No les gustan los foráneos», le explica Jon Snow. La respuesta la dan los dragones que sorprenden al gentío y sobrevuelan una fortaleza, que, a vista de reptil alado, parece una maqueta. 

Más reencuentros con miga. Los de Jon con Sansa y Bran. Los Stark se abrazan, pero la tensión se dispara al aparecer en la escena Daenerys. La señora de Invernalia y la madre de los dragones son dos buenos ejemplos de las mujeres que marcan la pauta en Juego de tronos. Inteligentes y buenas gobernantes, se miran con recelo, no se gustan, pero se respetan y son corteses. Hasta que Bran arrasa las formalismos con un arma terrible, la verdad fría y desnuda. 

Capaz de viajar en el tiempo y el espacio, el segundo hijo de Ned Stark y Catelyn Tully sabe muchas cosas. Y pone en su sitio a los otros personajes y al espectador: el Muro ha caído, el rey de la noche se dirige hacia Invernalia, y tiene su propio dragón, muerto y zombificado, el que perdió Daenerys en su desesperado rescate del grupo salvaje y suicida de Jon Snow más allá del muro. 

La situación no es buena. En la misma sala en la que se produjo una de las escenas más épicas de Juego de tronos (cuando Jon Snow fue aclamado rey en el norte) ahora llueven los reproches y reina el pesimismo. Sansa demuestra su habilidad como señora de Invernalia. Ordenó la evacuación de todos las fortalezas y poblaciones en cuanto cayó el Muro. Y conmina al jovencísimo lord Umber -un niño- para que complete la retirada  y traiga a su gente al castillo.

La Constantinopla de los siete reinos

Invernalia es el último bastión de defensa, la Constantinopla que resistirá hasta el final al invasor. Allí se ha congregado un gran ejército, muchos campeones y líderes. En Juego de tronos ya no quedan malos malísimos (salvo el Rey de la Noche y Cersei), pero tampoco una gran cohesión. Los señores norteños están molestos porque Jon haya doblado la rodilla ante la Targaryen (no saben nada sobre su verdadera identidad), Sansa también. Él se defiende. Y dice que tuvo que tomar una decisión y que optó por defenderlos por delante de su corona. Se produce un debate.

Los ánimos no mejoran cuando Tyrion dice que también los Lannister (los artífices de la traicionera y trágica boda roja) viajan al norte para reforzarlos. Y empeoran cuando Sansa vuelve a usar esa arma terrible llamada verdad: «No hay comida para todos». 

La señora de Invernalia ha demostrado ser una gran superviviente. Sufrió lo indecible, pero aprendió a jugar al juego de tronos mejor que su marido, Tyrion Lannister. No se veían desde aquella otra boda que acabó en tragedia, la de Joffrey Baratheon y Margaery Tyrell. Y ahora vuelven a verse. Su encuentro evidencia cómo han cambiado: ella ha dejado de ser inocente, él se ha vuelto más confiado y optimista. Ante el árbol corazón del bosque de los dioses de los Stark tiene lugar una escena con más ternura: el reencuentro de Jon y Arya. Están contentos, pero callan muchas cosas siniestras. Y se enseñan sus espadas.

La sonrisa de Cersei

La acción se traslada al sur, a la Fortaleza Roja de Desembarco del Rey. La otra reina, Cersei Lannister, escucha la gran noticia. El Muro ha caído. Pero su reacción es muy diferente a la de los norteños. Ella sonríe. Y divisa un enjambre de velas de barcos en el horizonte: es la flota de su único aliado, Euron Greyjoy, que mantiene cautiva a su sobrina Yara, otra mujer fuerte que reivindica el señorío de las Islas del Hierro. 

Euron Greyjoy no viene solo. Trae a bordo al ejército mercenario más poderoso del mundo de Canción de Hielo y Fuego. La Compañía Dorada llega a Poniente para luchar para Cersei, que accede a los deseos carnales del pirata loco (magistralmente encarnado por Pilou Asbaek) y, posteriormente, recluta a un viejo conocido, Bronn, para que mate a sus hermanos Lannister. Ella odiaba a Tyrion y quería a Jaime. Pero no perdona que su antiguo amante y padre de sus malogrados hijos la haya abandonado para unirse a la causa de la humanidad contra los muertos. 

Cersei es la reina del corral en Desembarco del Rey. Y Euron el gallo que quiere conquistarla (y ponerle «un pequeño príncipe en la barriga»). La diversión nocturna del rey pirata tiene sus consecuencias. Uno de los personajes trágicos de Juego de tronos, Theon Greyjoy, aparece en escena para rescatar a su hermana Yara. Lo consigue. Y separan sus caminos. Ella se dirige a las Islas del Hierro para arrebatárselas a su tío y buscar un refugio al que no pueda llegar el ejército de los muertos. Él quiere cerrar el círculo. Fue criado por los Stark. Los traicionó. Y sufrió tortura y mutilaciones a manos de los Bolton. Se redimió en parte rescatando a Sansa Stark. Y ahora quiere completar su rehabilitación volviendo al norte para luchar por Invernalia. Un nuevo reencuentro para el futuro. 

Una de las grandes inquietudes de los seguidores de los libros y de la serie es saber quién gobernará los siete reinos tras el libro y el capítulo final, llamado Un sueño de primavera. En este capítulo se hace un guiño a ese horizonte con la reflexión de tres personajes, Davos, Varys y Tyrion, que juegan a casamenteros y piensan en Jon y Dany como reyes de los Siete Reinos. Sería el The End feliz soñado por muchos, pero sabemos, por George R.R. Martin, que el final de la saga será agridulce.

¿Sobrevivirá la pareja Targaryen? El tiempo lo dirá, pero de momento su relación se afianza al convertirse Jon en jinete de dragón. Es el momento más espectacular del capítulo. En el vuelo se aprecia toda la belleza del norte. Y la joven pareja coquetea -sin mucho convencimiento, la verdad- con la tentación de dejar el mundo a un lado. Saltan chispas entre Dany y Jon, pero la escena la roba el mayor de los dragones, Drogón, con un cruce de miradas con el joven guerrero, aquel que no sabía nada aún no sabe quién es, pero el velo de la ignorancia está a punto de caer.  

Un gran final triple

Los reencuentros entre personajes se suceden hasta que se produce el primero de los momentos críticos del capítulo. En las criptas de Invernalia, ante la estatua de Ned Stark, Samwell Tarly le propina a su amigo una estocada terrible: le cuenta que es «el rey de los puñeteros siete reinos», que su madre fue Lyanna Stark y que su padre fue Rhaegar. «No eres un bastardo, sino Aegon Targaryen, el legítimo heredero del trono de hierro».

La verdad deja a Jon devastado (No sabremos como reacciona hasta el próximo capítulo). Y la acción se traslada más al norte. A una fortaleza arrasada.

Hay sangre en la nieve. Reinan la inquietud y el silencio. Un grupo de guerreros liderados por el jefe de los salvajes aliados con Jon Snow, Tormund Matagigantes, y por el guerrero de la luz, el resucitado Beric Dondarrion, se internan en el recinto. Oyen pasos. La tensión se dispara. Se topan con otro grupo de guerreros. Son los restos de la guardia de la noche que dirige Ed el Penas. Se reconocen, con alivio, y se unen. Juntos llegan al gran salón. Se encuentran con una escena terrible. El joven Lord Umber -señor del Último Hogar- está clavado a la pared, muerto, a su alrededor están dispuestos miembros mutilados. Forman un símbolo. Es «un mensaje del Rey de la Noche». Con trampa. El niño es un espectro. Lo queman. Sus alaridos son terribles.

Llega el gran final. Una caravana de refugiados se dirige a Invernalia. Entre ellos destaca un jinete solitario, encapuchado y misterioso. Es Jaime Lannister. Su regreso a la fortaleza de los Stark está cargado de simbolismo. La última vez que estuvo allí dejó huella: convirtió a Bran en un tullido al tirarlo desde lo alto de una torre. Con la madre de todos los reencuentros y con el incomodísimo cruce de miradas entre ambos se acaba un formidable capítulo que no deja lugar a dudas: la guerra será terrible y Juego de tronos es magnífica