Carlos Maldonado, cocinero: «Una vida común da para mucho»

b. pallas REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

Cecilia Bayonas

El ganador de «MasterChef 3» protagoniza el documental «Raíces» en RTVE Play

23 feb 2022 . Actualizado a las 21:42 h.

Asegura que la suya es una vida normal, como la de cualquier persona que te cruzas por la calle. Pero la historia de Carlos Maldonado es desde este miércoles el centro del documental Raíces, que se estrena en RTVE Play. El ganador de la tercera edición de MasterChef, primer concursante de todo el mundo en conseguir una estrella Michelin para su restaurante, Raíces, revisa propuesta gastronómica y su progresión meteórica, de vendedor ambulante a cocinero profesional, en una producción que cuenta con la participación de reputados chefs y personas cercanas.

—¿Qué va a mostrar «Raíces»?

—Vamos a poder ver un pedacito de una vida de un chico, una vida cualquiera. Cada persona tiene una historia que si plasmásemos en un documental tendría potencial. Todo el mundo habrá tenido sus tropezones, sus caídas, habrá luchado, no se habrá vendido, días buenos, días malos. Si todo eso lo cogieran tres mentes brillantes y lo transformasen en un documental lo representarían de una forma muy bonita, con mucha alma. Esto es lo que han hecho. Es un documental muy sincero, expresivo, que aporta mucho e intenta hacernos entender que una vida común da para mucho y que todos podemos cambiar, evolucionar y conseguir lo que nos propongamos a base de esfuerzo, sacrificio, familia y sonrisas. Todos somos capaces de conseguir lo que nos propongamos. Eso sí, nadie regala nada. Por muchos errores que cometamos, siempre hay una salida. Y las riendas de tu vida las tienes tú. En cualquier momento puedes girar el timón y tomar otra ruta. Creo que este documental representará a muchas personas. No hay mayor sinceridad que el día a día real, con los errores del pasado, que son los que te han traído hasta aquí.

—Dicen los participantes que «MasterChef» te cambia la vida. Con usted lo hizo especialmente...

MasterChef te cambia la vida si tú quieres. Te lanza, te da alas, te enseña y te dice: «Aquí hay un camino, ¿lo quieres aprovechar?». Si tú quieres ir por otro lado, tú mismo. Es magnífico, porque educa, conciencia, te da publicidad, te da muchísimas cosas. Te dice: «Esto es la cocina». Ahora ¿quieres la cocina? Por sí solo no te regala nada. A mí MasterChef me ha dado todo, pero lo he aprovechado al máximo, sin duda. Me he rodeado del mejor equipo, de mi familia y he seguido remando y peleando día a día sin hacer daño a nadie.

—Se ganó desde el principio el aprecio de las cámaras y del público. ¿Cuál fue su secreto?

—Yo entré con una idea totalmente equivocada de lo que era MasterChef. Creía que era un show, una mentira. Pensaba que allí ganaba el que tenía que ganar y punto. Y entonces voy, entro y digo: aquí me han callado la boca. Así que empecé a jugar. Y a medida que vas jugando te das cuenta de que no eres malo y te sientes a gusto, te siente realizado, no ya por el tema televisivo, sino por la cocina. Y pasan los días, vas creciendo como futuro profesional y piensas en dejar de jugar y empezar a pelear. A lo mejor es por eso por lo que te quieren las cámaras, porque había sinceridad. No iba con la idea de ser un showman, ni de querer gustar. Únicamente con la idea de ver qué pasaba. No hay mejor cosa en la vida que sentirte útil. Y me sentí útil cuando me dijeron que tenía talento para esto. ¡Qué sorpresote! Y resulta que voy y gano. ¡Tiene huevos!

—De este concurso se critica que es muy duro con los participantes y genera situaciones de mucha tensión. ¿Cómo se vive desde dentro?

—Yo lo viví muy bien, muy bonito. Hay mucho compañerismo, no solo con los chicos con los que estás, sino con el equipazo detrás de cámaras. En todo momento nos hemos sentido arropados. He sacado verdaderos amigos. Solo tengo buenas palabras para lo que he vivido en MasterChef, de las mejores experiencias de mi vida.

—¿Cómo es abrir un restaurante en plena pandemia?

—Un lío de pelotas. No te lo esperas. Yo abrí el restaurante Raíces sin pandemia. Fue evolucionando y quisimos ampliar, así que compramos una nave que había al lado, la unimos y empezamos la reforma. El 19 de marzo del 2020 abríamos. Y el día 14 nos confinaron a todos. Como había mucha incertidumbre, en ningún momento no opté por ertes ni historias, pensando que esto pasaba rápido. Pero pasó un mes, otro mes, cero facturación, toda la obra por delante, estábamos en la mierda... Algo había que hacer. Y ahondamos en nuestras raíces, que son street food, food truck, hot dogs por las calles, hamburguesas... Así que cogimos una serie de hamburguesas y creamos El Círculo, que está basado en la Divina comedia, de Dante, e hicimos un delivery [restaurante de comida para llevar]. El equipo se volcó y abrimos un nuevo concepto dentro del propio local. Después lo trasladamos fuera y hoy por hoy tenemos dos restaurantes. Fue una huida hacia adelante. Cuando estás en problemas puedes quedarte parado y solucionarlos o seguir andando mientras los solucionas. Nosotros seguimos, nos metimos más en la mierda queriendo apagar el fuego. Y nos salió bien. Un poco temerario, en nuestra linea.

—¿Diría que tiene buena suerte?

—De cara a la galería hay que contar las cosas buenas. No voy a contar mis tropezones y caídas. Todos tenemos días malos, sufrimientos, errores. No es una vida de éxito y flores, hay errores todos los días. Los equilibrios son súper complejos. Profesionalmente estamos en un buen momento, pero eso, como todo, no será para toda la vida. Tenemos que reforzarnos y seguir remando, siendo felices con lo que hacemos. Tenemos nuestras cosas que hay que rectificar y mejorar. Intentamos que los tropiezos sean del menor calibre posible, pero sabemos que los vamos a tener. No es un camino de rosas.