La incontenible sangría del Madrid

DEPORTES

GABRIEL BOUYS | afp

La Champions y el clásico juegan a favor de la continuidad de Lopetegui

22 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ganar tiempo o destituir ya a Lopetegui. Ninguno de los dos caminos dejarán indemne al Madrid, que se está enfrentando a una crisis mucho mayor. La ruina de su modelo como club. Durante décadas los éxitos que conquistó se sustentaron en fichar a los mejores futbolistas del mundo. Se llamasen Di Stéfano, Hugo Sánchez o Cristiano. Con Florentino Pérez en la poltrona blanca este modelo se agudizó, por lo que el triunfo rápido, el gatillo fácil en el banquillo y la billetera sin fondo sustituyeron al criterio, la experiencia y la calma en las decisiones. Ni Zidane aguantó. Por estos motivos, una de las época más doradas del club, la de las tres Champions consecutivas, no ha servido para generar un modelo que sirva como guía en tiempos de tempestad. Como los que se avecinan. Ahora no es posible apelar al poderío económico. La entrada de nuevos y poderosos actores en este contexto (City, PSG,...) con muchísimo más dinero para gastar que los blancos ha encarecido artificialmente un mercado futbolístico por lo demás en crisis, pues lleva una década dominado por los dos mismos jugadores sin un sustituto digno de mirarles a la cara durante más de una temporada seguida.

El pasado verano el Madrid se entregó a su vestuario. Llegó (al estilo de Florentino, con cajas destempladas y mientras atendía únicamente a un interés, el suyo) Lopetegui, pero la apuesta por un entrenador español y un fútbol atractivo solo ha tardado un par de meses en transformarse en rana. El altísimo dominio del balón del que los blancos hacían gala ha abierto la puerta a una galopante fragilidad defensiva. Acostumbrados desde siempre a ganar y ganar, con Cristiano o un penalti churrigueresco de por medio, a su fútbol no le está acompañando ni la mentalidad defensiva, ni la calma ni, hay que reconocerlo, la dosis de fortuna imprescindibles.

Si en el área propia no para de sufrir, en la contraria ha perdido el mapa. El pasado sábado frente al Levante hasta 34 remates, 12 de ellos a puerta, plasmaron una sonrojante falta de eficacia. La sombra de Cristiano Ronaldo se torna muy alargada y el peso de asumir la responsabilidad del gol comienza a parecer una losa que nadie asume. El tanto que zanjó la peor sequía liguera de la historia del club en 481 minutos, lo tuvo que marcar un lateral como Marcelo. Ya ha transcurrido más de un mes desde el último gol de un delantero del Madrid.

Comodidad

De la mano de un entrenador cuya imagen ya comenzó tocada de cara a la opinión pública y que nunca ha parecido capaz de levantar la voz a su plantilla (a la que sin duda le debe su presencia en el banquillo del Bernabéu), el Madrid vuelve a parecer un equipo mayoritariamente amanerado, con varios de sus jugadores más importantes muy justos de forma y ausentes por completo de esta pugna entre gigantes que debería haber por sustituir el liderazgo de Cristiano.

Las molestias han frenado a Bale, que parecía el jugador que con más personalidad había encarado el inicio de curso. Ahora se le ha caído la careta y otra vez se ha convertido en un jugador temeroso y de músculos de cristal, más preocupado por romperse de nuevo, que de recuperar el afán competitivo. Cuando han venido mal dadas y con Isco de baja por apendicitis, nadie ha asumido ninguna responsabilidad para sonrojo de sus aficionados. Sergio Ramos, que desde la capitanía del Madrid y de la selección ha asumido un protagonismo desmedido, anda lejos de transmitir seguridad. La última noticia de Modric corresponde a su multimillonaria renovación el verano pasado. Nada más ha aportado desde entonces. Y Marco Asensio, la gran esperanza madridista, se ha difuminado en los malos momentos.

A Lopetegui solo le han salvado de la destitución inmediata la premura del calendario (mañana llega la Champions y el domingo un clásico sin Messi) y la conciencia de Florentino de que esta vez la crisis le va a manchar. Una sangría de esta magnitud solo anuncia la muerte de su modelo.