Todo cambia y Woods permanece

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Peter Casey | REUTERS

Como al ganar el US Open del 2002, los focos apuntan en Bethpage a Tiger ante el Campeonato de la PGA, que se muda a mayo por primera vez desde 1949

16 may 2019 . Actualizado a las 09:00 h.

El eterno retorno de Tiger Woods sucede ahora a sus 43 años. Casi todo cambia en el golf, y solo él permanece, de nuevo como favorito, otra vez con los focos encima, para mayor gloria de la industria de este deporte, las audiencias televisivas y el espectáculo. El Campeonato de la PGA se muda desde hoy (Movistar Golf, 19.00) a mayo por primera vez desde 1949, pero regresa a uno de los escenarios devastados por el Tigre. En el black course de Bethpage (en Long Island, Nueva York) se disputa el segundo grande del año, que últimamente era el cuarto, y antes había sido el primero, y el campo arroja una certeza. El único jugador capaz de ganarle al par cuando fue escenario del US Open del 2002 fue Woods. Entonces, encadenó los dos primeros grandes del año (Masters y US Open), como ahora ansía con Augusta y el PGA. Si lo consigue, será el único jugador en hacerlo dos veces, además de Ben Hogan, el viejo canon del juego, el elegante estilista que desfiló en un descapotable por Manhattan a su regreso triunfal del Open Británico de 1953.

Woods siempre vuelve. Aunque ahora cada comparecencia en un torneo supone una fiesta para el golf. Descansó desde el terremoto que sacudió al deporte con su victoria en el Masters, su quinta chaqueta verde, su decimoquinto grande, el reencuentro con el reto de siempre, alcanzar los 18 majors de Jack Nicklaus. No juega Tiger desde aquel hito de Augusta. Conoce el campo, sabe que a su edad es más importante el descanso que el ritmo de competición y tuvo la inteligencia de adelantar una ronda de prácticas a la semana pasada, antes de que el mal tiempo sacudiese Bethpage.

«Todos trabajan su cuerpo además de su juego. Ves tipos que cuidan mucho mejor su físico y pueden competir más años», reflexiona Woods sobre la deriva del golf hacia un deporte atlético, la revolución que él mismo desencadenó a finales del siglo pasado. Hoy Tiger abre el PGA en una partida de alto voltaje. La organización le juntó con Francesco Molinari (el vigente campeón del Open Británico y el líder que sucumbió al empuje de Woods en la última jornada del Masters) y Brooks Koepka (el defensor del título del PGA).

Recuperado el juego ya durante la temporada pasada y reiniciada la cuenta de récords en esta, Tiger juega contra el presente y contra la historia. Por eso el domingo puede igualar el récord de 82 títulos del circuito americano, que ostenta Sam Snead. Por eso el domingo puede empatar con cinco títulos del PGA con Nicklaus y Walter Hagen.

Como todo cambia, Bethpage parece estos días el campo de un US Open más que el del PGA. El recorrido, con el temible rough penalizando las escapadas, se ha vuelto tan complicado que recuerda al del segundo grande del año, que ahora es el tercero, aunque se seguirá disputando en junio. Todo cambia. Y el recorrido de Nueva York se hace larguísimo por la lluvia. Hasta los 6.800 metros, un par 70 con un punto crítico, el hoyo 7, un par 5 ahora convertido en un par 4 de hasta 480 metros. «Es un campo que hay que jugar bien, largo, duro y con greenes movidos», resume Sergio García. Juegan desde hoy otros cuatro españoles, el vasco Jon Rahm, el canario Rafael Cabrera-Bello, el extremeño Jorge Campillo y el donostiarra Adrián Otaegui.