De Viveiro a la gloria en la Royal Opera House

Rita Á. Tudela LONDRES

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Ricardo Pardo posa bajo la bandera de entrada al Royal Opera House
Ricardo Pardo posa bajo la bandera de entrada al Royal Opera House Rita Á. Tudela

Ricardo Pardo, natural de Viveiro, es el diseñador asociado de «Hansel y Gretel», el gran estreno del año

24 nov 2018 . Actualizado a las 14:20 h.

Ricardo Pardo recuerda ser un adolescente y servir cañas en el Bar Pelosky en Viveiro junto a su padre. El camino hasta llegar a la Royal Opera House de Londres no ha sido fácil. Le tocó limpiar unos cuantos baños y barrer muchos suelos hasta trabajar como diseñador asociado para Hansel y Gretel, el estreno más esperado del año, para el que no hay entradas desde hace semanas.

La pasión por la escenografía comenzó para Pardo cuando apenas tenía tres años y se unió al grupo de danza gallega Bágoas da Terra, de la mano de su directora, Mari Carmen Chipe. «Ella fue la que me inspiró a llegar hasta aquí. Le tengo que agradecer mucho estar en el escenario. Si no fuera por ella y por mis padres no estaría aquí», reconoce Pardo.

Cuando le tocó elegir carrera, en 1996, no había la de Escenografía, así que eligió ir a Madrid a hacer Arquitectura de Interiores. De ahí fue a Londres a estudiar Escenografía a la prestigiosa Central Saint Martins. Consiguió una beca del Gobierno británico, pero tuvo que trabajar al mismo tiempo en hoteles.

Su formación terminó con el premio Philip Lawrence, una beca que el gobierno creó en honor a este director de una escuela que fue apuñalado a las puertas de su escuela en Londres, cuando trató de ayudar a un alumno que estaba siendo atacado por una pandilla callejera. «Me abrió muchas puertas, trabajé con todos mis profesores y empecé a conseguir los primeros proyectos», explica.

Tras picar mucha piedra, los últimos trabajos que ha hecho son como asistente del director británico Antony McDonald, miembro de la Real Academia de Diseñadores y ganador del mejor diseño de escenografía en los Premios Internacionales de la Ópera del 2013. Sin ir más lejos, Lohengrin en Grecia, Las Bodas de Fígaro en la Scala, Eugene Oneguin en Los Ángeles y El niño y los sortilegios en el Bolshói, obra con la que ganaron el Golden Mask al mejor vestuario de la Ópera en Rusia.

Es también junto a McDonald con quien Pardo finaliza como diseñador asociado el escenario para el estreno de Hansel y Gretel, el próximo 11 de diciembre en Londres y el año que viene en San Francisco. En total, son un equipo de más de 120 personas en esta obra de tres actos enfocada para los más pequeños de la casa. «Solo puedo decir que si volviera a ser un niño, me encantaría verla», dice.  

Orgulloso de sus raíces

Pardo cree que un buen escenógrafo ha de ser fiel al libreto y ser realista en esta ópera para que los niños lo entiendan. En el camino ha tenido que diseñar una media de 10 a 15 maquetas por escena a escala 1/25, hasta que los productores y los escenógrafos están contentos. El gran reto es pasar del proceso de producción y ensayos en el escenario paralelo a la sala final: «Lo difícil es verlo todo junto. Cuando la teoría se convierte en realidad. Si algo no funciona, tiene un efecto dominó. Hay que ser muy preciso», puntualiza.

«Venir de un pueblo pequeño no impide conquistar los sueños»

Como diseñador asociado trabajó en Julieta para la Ópera Nacional de Inglaterra, donde no dudó en usar una foto de la puerta de Carlos V de Viveiro cuando adaptó la obra. «Soy un gallego internacional. En Suiza me conocían como el Galego y hablar la lengua me ayudó a aprender portugués, italiano e inglés».

Pardo explica la dificultad de trabajar en un mercado muy competitivo. Londres es como un imán para las artes y la cultura y todo el mundo quiere entrar. Eso implica tener que trabajar al 120 % y estar al día constantemente con formación, tecnología, contactos, saber estar y moverse. Hay días de su semana que se levanta en Londres, trabaja en Alemania y duerme Dinamarca.

«Lo que mi trabajo me ha enseñado es a ser ciudadano global sin olvidar ser galego», explica, haciendo una pausa para decirle a los niños de Viveiro que sigan sus sueños: «Venir de un pueblo pequeño de Galicia no es impedimento para llegar a la Royal Opera House ni para poder realizar ninguno de vuestros sueños. Con trabajo y esfuerzo se puede conseguir todo lo que se desea».