«Gijón requiere una visión a 30 años; mi gran objetivo es Gijón 2050»

J. C. Gea GIJÓN

GIJÓN

Alberto López-Asenjo, en la sede del PP gijonés
Alberto López-Asenjo, en la sede del PP gijonés

López-Asenjo, candidato del PP a la alcaldía, propone al resto de partidos «un diálogo franco y sincero» sobre las prioridades de la ciudad basado en el largo plazo, la perspectiva europea y un «cambio de mentalidad» en dirección a la tecnología

16 mar 2019 . Actualizado a las 17:41 h.

El martes era proclamado oficialmente candidato del Partido Popular y el miércoles Alberto López-Asenjo escogía significativamente la Fundación Centro Tecnológico de la Información y la Comunicación (CTIC) como escenario de su primer acto como aspirante a la alcaldía de Gijón el próximo 26-M: un claro mensaje en la dirección en la que quiere orientar el futuro a largo plazo de la ciudad que aspira a gobernar. Innovación tecnológica, juventud -la que quiere en sus listas y la que quiere afianzar en la población local, combatiendo la emigración de joven talento- y diálogo en clave pragmática con todas las formaciones son, a falta de conocer el programa concreto, las ideas más recurrentes en el discurso del candidato. Su experiencia en la política europea y en la administración del Estado marcan un punto de vista que López-Asenjo pone en todo momento en un contexto global, con Europa como escenario clave. Quiere contar para ello con la baza de negociador en muchos frentes y también con el respaldo de un partido del que no tiene carnet y de una agrupación local que hace solo unas semanas no contaba con su designación. También, por descontado, con el de los votos de unos vecinos y vecinas que siente como paisanos a pesar de haber nacido en Ávila y residir hasta ahora en Madrid.

-Antes que nada: ¿su visión personal, casi diría que sentimental, de Gijón?

-Gijón es mi raíz, mi infancia, mi juventud, mis recuerdos. Algo que no puedes describir, porque lo vives, esa imagen que tienes grabada en tu retina. El lugar donde estuviste con tus padres en la Universidad Laboral, en el CHAS, en la playa, en aquellas excursiones domingueras… Recuerdos gratos y amables que además se ven enriquecidos porque me he casado con una gijonesa, mis hijos son de aquí y llevan nombres como Pelayo, Beltrán y Constanza, que denotan, aparte de mi pasión por la historia, de dónde vienen sus raíces. Se une que Gijón es el núcleo donde vienes siempre a cargar pilas. Es muy frecuente verme dando paseos por el Muro. El mar aporta ese efecto benéfico de templar el ánimo, ayuda a pensar. Es también sinónimo de horizontes abiertos, de esperanzas. Gijón es, en definitiva, lo que me ha motivado a dar este paso.

-Mucho va a tener que mirar al Cantábrico para pensar, si llega a la alcaldía...

-Sí, empezando por ese horizonte que también me hace pensar en la emigración, que es uno de los elementos fundamentales de mi campaña, y en particular la de la gente joven. Es normal que quieran irse para aprender y tener nuevas experiencias, pero que siempre deberían poder después mantener un anclaje y la posibilidad para desarrollar su vida personal y profesional aquí. Tenemos la generación mejor preparada de España, con unos estándares de calidad y de capacitación altísimos, pero no la capacidad para ofrecerles que se puedan quedar para trabajar y desarrollar un proyecto personal y familiar donde realmente podrían hacerlo, en una ciudad muy cómoda y muy amable, pero que lamentablemente está en una situación que debemos intentar revertir.

-¿Qué situación?

-Tenemos que tener todos muy presente que el 36 por ciento de los ciudadanos de Gijón sea considerado población activa quiere decir que el 64 es no activa, está en paro o son  jubilados. Debemos ser capaces de revertir esa situación y tener unos porcentajes similares a los de las otras grandes ciudades: Madrid, un 66, Oviedo un 62… Todos por encima de un 52-55 por ciento. Al problema del envejecimiento le unimos el elemento capital, que es la despoblación por la marcha de los jóvnes. Pero claro, para poderles ofrecer trabajo tiene que haber una actividad económica en pequeñas y medianas empresas, unas conexiones y unas infraestructuras adecuadas para mantener esa actividad económica fundamental, y a partir de ahí, una capacidad para desarrollar proyectos.

-Dice que fue esa ciudad que es Gijón hoy la que le motivó dar el paso. ¿Por qué acabó por darlo?

-Porque creo que tengo experiencia y bagaje. Tengo superada esa cuestión de «por qué te metes en esto, si en realidad no eres de Gijón» y cosas así. Cuando digo de mí mismo que soy 'gijonudo', lo digo con total convicción: esta es una ciudad abierta. Yo me había planteado volver aquí para quedarme, pero para unos años más adelante. Pero cuando me llamaron para proponerme ser candidato, tomé esta decisión.

-Que no es precisamente la de volver a Gijón de retiro, sino a batallar.

-No. Quiero batallar por la ciudad porque el cariño que le tengo me permite ofrecer todo mi bagaje y experiencia a proyectos que puedan ser ilusionantes, sobre todo para la gente más joven. Estoy conformando ahora lo que es el programa y el equipo, y hay un denominador común: la incorporación de gente joven. Si hace un siglo teníamos un gran problema o un eje fundamental, que era la industrialización de Gijón, ahora tenemos que afrontar quince retos de igual envergadura: la biotecnología, el despoblamiento y el reto demográfico, la reactivación de una economía local, las conexiones, la inteligencia artificial, las energías renovables, la economía azul, la economía del reciclado… Tenemos que ser conscientes de que todos estos retos los tenemos que afrontar con un tercio de la población trabajando y con unos estándares de calidad que son muy altos.

-¿Qué estándares?

-Hay elementos que son muy positivos, claro que los hay. Tenemos una ciudad que se caracteriza por poder ofrecer una diversidad a la que, desde mi punto de vista, no se le ha dado todo el impulso que se podría dar.  Tenemos una gastronomía fantástica que todo el mundo aprecia; podemos mimetizar lo que ya se hace en España, donde 12 millones de los 80 millones de turistas que recibimosreconocen que vienen para comer y disfrutar de la gastronomía: de ese ratio que está en un 15% a nivel nacional, en Asturias deberíamos intentar subirlo a un 20 o un 25 porque es muy fácil. Podemos hablar de la 'Ciudad de la Sidra', podemos hablar de la 'Ciudad del Deporte'… Me quedé muy sorprendido cuando hablé con deportistas y me dijeron que Gijón tiene el tercer club deportivo más grande en número de asociados de Europa, que es el Grupo Covadonga, o que hay más de 25.000 runners que corren como mínimo más de tres veces a la semana. Tenemos ese entramado, ese colectivo que invita a hacer una Ciudad del Deporte. Tenemos deportistas de élite. Tenemos infraestucturas que podemos dotar para alcanzar unos niveles de ocupación que nos permitan no dar el espectáculo de infraestructuras ociosas….

-¿Se refiere a la pugna entre Gijón y Mieres por la titulación en el grado de Deporte?

-Es cierto que ha habido una cierta competición entre Mieres y Gijón, y a mí me hubiese gustado que no hubiese primado el criterio de ocupar un elemento vacío porque en el mismo trayecto, en el mismo arco de elección de los que quieren dedicarse al deporte, tienes Santander, Coruña y estaba Gijón o Mieres. Mi punto de vista es que hubiese sido necesario poder mantener una reflexión no tanto sobre lo que se puede hacer con un edificio en desuso sino ponernos en la mentalidad del que tiene que optar a esa formación

-Supongo que es inevitable que en ese punto de vista, en todos los suyos, haya un foco de perspectiva nacional y europea, de larga distancia.

-Es que tenemos que ser conscientes de que estamos en una dimensión europea. Jacques Delors, hace ya quince años, decía que Europa era la Europa de los ciudadanos. Cuando hablamos de que tenemos que adoptar y adaptar procesos de gestión de la información de forma distinta a escala local es porque ya tenemos el talento innato: sorprende visitar el centro tecnológico del CTIC, donde se habla de dimensiones de datos abiertos, inteligencia artificial, blockchain… ¿Cómo vamos a seguir legislando con criterios y parámetros del siglo XIX un panorama en el que ni siquiera sabemos cuáles van a ser las profesiones del futuro? O hablamos de un ámbito académico y universitario de espaldas a la economía azul, la economía circular, lo que pueden ser profesiones como el internet de las cosas o a la especialización en energías renovables de inmersión marina, o a quienes quienes buscan en este momento en el ámbito marino soluciones incluso para el problema de la alimentación mundial… Si no tenemos todo esto claro, por muchos discursos fantásticos y mucha conviccion que podamos tener los que nos dedicamos a lo público, los padres vamos a decidir en función de los intereses de familia. Cuando se me pregunta por qué cree que va a poder pactar con alguien del Partido Comunista o del Partido Radical o del Partido Animalista, me da lo mismo, digo que porque los que somos padres estamos buscando lo mejor para nuestros hijos, haciendo un gran esfuerzo económico para darles una formación, para que después se les estén ofreciendo, si es que se les ofrecen, empleos precarios o que en el mejor de los casos puedan tener un empleo alejándose de aquí. Acabar con esto no es cuestión de ideología, sino de un efecto programático de largo recorrido que es en el que tenemos que trabajar.

-Pero, ¿cómo se articula todo eso con la gestión local, la política municipal a su escala?

-Se articula muy bien. Tenemos que trabajar en lo que llaman organizaciones exponenciales. Primero, hay que trabajar con humildad. Cuando digo que hay que patearse todos los barrios, no digo que vaya a patear aquellos en los que ya sé que me pueden votar; eso sería un ejercicio inútil y hasta cierto punto estúpido. Lo que tienes que hacer es ir a hablar con los que tal vez no tienen tu manera de pensar. He tenido la suerte de que en mi vida profesional he ido aprendiendo de muchas cosas y ahora tengo otro reto profesional: aprender de lo que los ciudadanos me digan que tienen como su prioridad. En segundo lugar, tienes que trabajar con visión para identificar los problemas y las necesidades y para ello tienes que aprender muy rápido, tienes que escuchar. Por eso siempre tengo en mis equipos gente muy joven: porque son los más abiertos de mente. No digo que estén excluidos los que tienen más edad, pero la capacidad para estar buscando y descubriendo cosas te la da la gente más joven. A los de más edad, nos toca ir dando coherencia a las iniciativas. Pero no me escapo de la pregunta: cuando Delors dice eso de la Europa de los ciudadanos, dice que las grandes políticas que estás diseñando las sepas traducir a esta escala. Y ahí ya no estás hablando de política, estás haciendo gestión.

-¿Qué es una buena gestión para usted?

-Saber ejecutar un presupuesto adecuadamente, no tener una inejecución del 40 por ciento. Para eso también necesitamos tener modelos de atención basados en la tecnología. Cualquier actividad económica económica de estos momentos lleva incorporada la tecnología, con independencia de que sea o no del sector tecnológico. En el horizonte de 2050, y vuelvo a la dimensión general, vamos a ser 9.500 millones de personas en el mundo; ahora mismo somos 7.200 millones. Conseguir una hamburguesa de 200 gramos supone consumir 275 litros de agua. La gran industria alimentaria española, de las más potentes que tenemos después del turismo, se basa en una estructura que no solo depende de las grandes industrias. En Asturias tenemos la gran ventaja de nuestra biodiversidad, de nuestra riqueza ganadera o marina, tenemos que asentar lo que se llama la ganadería del kilómetro cero. Ya sabemos lo que tenemos que hacer. Ahora tenemos que aplicarlo. Tenemos el centro tecnológico. ¿Por qué no ampliarlo, replicarlo y dedicarlo a grandes áreas de actuación, como la economía azul, etcétera?  Podemos trabajar con modelos que están a nuestro favor. Me gusta decir que, teniendo ya de nuestro la tecnología, lo que no podemos permitirnos es que nos limite la imaginación, porque sabiendo cuáles son los problemas -y lógicamente priorizándolos- podemos acometerlos. Hay unas obras en marcha, el Plan de Vías, etcétera. Para mí la más importante es la conexión de El Musel. Sorprende que estemos hablando de autopistas del mar cuando luego llegan aquí y ¿qué hacen? Que vías de la ciudad soporten 200.000 camiones… El brexit supone que en la frontera con Irlanda pasen 1.000 camiones al día. Nosotros tenemos 200.000 al año. Y parece que no es un problema. Lo es, y muy serio, de calidad del aire, de contaminación, de ruidos… Y eso se puede abordar. Lo primero, con análisis serios. Me parece muy bien que tengamos un Gijón donde prestamos atención a fuegos artificiales. Pero no nos distraigamos con fuegos de artificio. Necesitamos atajar los problemas serios

-¿No está hablando, en el fondo, de un cierto cambio de mentalidad?

-Vamos hacia una revolución. Otra cosa es que sea una revolución dramática o sangrienta. No lo es. Tengo un modelo de trabajo: la renovación. Lo que funciona, no lo hay que tocarlo; pero aparte tengo lo que llamo «los periféricos»: un equipo de gente joven que siempre está viendo cómo puede activar el desarrollo económico y propiciar el cambio de mentalidad de empresa. Lo que se necesita es una acción concertada que sepa jugar todos los procedimientos. Las discusiones que ahora mismo se dan en el ámbito de la innovación son espectaculares. Claro que hay que cambiar de mentalidad. Lo que tenemos que hacer es identificar muy bien el problema. Y sinceramente, creo que lo tengo identificado. Ahora hay que acometer las medidas.

-¿Por ejemplo?

-Necesitas una capacidad y unos medios de trabajo nuevos que nos da el blockchain o la inteligencia artificial; eso no quiere decir que usurpemos el protagonismo del ciudadano, sino al contrario. Tengo en mi equipo una de las máximas especialistas a nivel mundial, de hecho gestiona un proyecto absolutamente innovador de la UE,  y le he pedido tener al ciudadano como sensor de la calidad de la ciudad para analizar parámetros, los hábitos, lo que pretenden, su grado de satisfacción… Pero para ello necesitas también ir anticipándote a las necesidades que vas a tener que satisfacer. Las infraestucturas tienen un coste económico que no permite que suceda lo que ha sucedido en el pasado, y hablo en general para se vea que no es una crítica directa a nadie. Se ha identificado casi 80.000 millones de euros de infraestructura inútil. ¿Nos podemos permitir estas cosas? Vamos hacia la gran revolución digital, con nuevos elementos de creación de empleo, si tenemos esta oportunidad. En el ámbito que más conozco, el de la economía azul, hay una previsión de crear 5 millones de empleos a nivel comunitario en un horizonte a 5 años. Empecemos a captar, a capitalizar, hay recursos que tenemos para empezar a hacerlo.

-¿Económicos también?

-Necesitamos inversiones, claro que sí, una buena programación del presupuesto también. Pero necesitamos hablar con instituciones financieras, llámese Banco Europeo de Inversiones, con el que ya he logrado bastantes acuerdos, con el Banco Europeo de Desarrollo, con el Banco Mundial, el Fondo Monetario… pero también con la colaboración público-privada. En estos momentos en los que es más que probable que haya una gran división de grupos en el municipio, tenemos que ser conscientes de que no tenemos que ser importantes, sino útiles. No importa si somos más altos, más guapos o más listos que los otros. Tenemos que identificar el problema, ponernos de acuerdo en las prioridades y desarrollar conjuntamente soluciones. Si IU me dice «yo sé de socialización de estructuras» y Foro me señala tal o cual acción que haya acometer, adelante. Hagamos un paquete en el que al ciudadano le des un proyecto ilusionante y la convicción de que hay gestores que saben hacer las cosas. Si no, entraríamos en una dinámica que ya ocurre en Estados Unidos: los votantes se han acabado hartando de los mensajes políticos, contratan a un gestor de 250.000 dólares y se lo gestionan ellos. Porque el ciudadano, lo que exige son soluciones.

-De momento, preferimos recurrir a lo público, ¿no?

-Yo llevo 33 años en lo público, quizá por eso hay ya un converso. Y estoy absolutamente persuadido de que todos los que se presentan quieren lo mejor para Gijón; pues lleguemos a un pacto para ver cuáles son los elementos para que podamos acometer lo que identificamos como lo fundamental. Cada uno tendrá unas prioridades. Seamos capaces de abrir un diálogo franco y sincero sobre lo que podemos hacer y prometer, y la planificación de todo lo que tengamos que hacer. Pero no para una legislatura. Gijón requiere una visión a 30 años. Mi gran objetivo es Gijón 2050. Ahí es donde nos tenemos que centrar: si no estaremos con presupuestos cuyo nivel de eficacia va a verse seriamente limitado.

-Pero la política municipal sigue siendo también el bache y la farola que hay que reparar.

-Son dimensiones de lo local que no nos tienen que obsesionar. El parche, la farola, la atención primaria… todo eso se tiene que hacer, porque haces política municipal. Pero también tiene que tener un objetivo y una orientación que no solo dé satisfacción al ciudadano de ahora, sino al de dentro de 30 años.

-En una oferta tan fragmentada y a veces tan indistinguible de programas como los que nos presentarán antes del 26-M, ¿cuál es el matiz que diferencia la suya? ¿Ese perfil de «buen gestor» del que habla?

-Y antes que eso, la pasión e ilusión, porque estoy convencido de que esto lo puedo sacar adelante. Pero no yo solo. Necesito que todos los partidos estén ahí. La ventaja que puedo acreditar por haber sido jefe negociador en más de 500 rondas internacionales o nacionales en medio ambiente, agricultura, cooperación al desarrollo, seguridad alimentaria, es la de ser una persona abierta al diálogo; y eso es lo que en este momento necesitamos.

-¿Cuál sería el mayor mayor obstáculo para su proyecto municipal en la corporación e incluso también a la hora de movilizar al partido por el que se presenta?

-El inmovilismo. El obstáculo que plantee quien no esté dispuesto a dar el salto, al cambio de mentalidad. La gente joven se merecen que todos seamos capaces de aprender mucho de ellos. Es una cura de humildad escucharles. Tienen una conciencia, una manera de pensar, que te hace ver que la tuya ha quedado desfasada. Tenemos que enriquecer ese debate, aprovechando la experiencia de lo que tenemos, su capacidad de visión quizá más ampliada, pero también introducir el componente que llaman disruptivo, que a veces es rompedor. En estos momentos, cualquier administración local, incluso en la administración del estado, tiende a una estructura sólida, muy reglamentada, con paquetes de medidas y acciones  que son barbitúricas y que no eres capaz de leerte por toda la información y la documentación que incluyen, frente al modelo actual, que es líquido, muy rápido, en el que tienes que aprender muy rápidamente. Sepamos combinar las dos actuaciones: aligeremos las medidas, agilicemos nuestra gestión y sepamos, sobre todo, hacia dónde tenemos que ir. Y el modelo que tenemos permite el teletrabajo, la gestión de un CEO que puede estar en Deva dando instrucciones a la mitad del mundo porque tiene buena conectividad y estructura ágil. No podemos estar solo atendiendo medidas del siglo pasado. No puedes condenar a una ciudad a no pensar en lo que tenemos que hacer para el futuro.

-¿Una mirada a lo Jovellanos, a muy largo plazo, pero no para otear la misma Asturias que oteaba él, y que muchos siguen viendo como la única posible?

-Al final de su vida creo que nos hubiera dado la razón. Hay que tener esa visión jovellanista de vamos a mirar de lejos y a desarrollar estas cosas. Tener la mirada de un Jovellanos virtual.