Twitter estalla contra la presentadora Raquel Martínez por defender los chemtrails

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La periodista televisiva asegura que las estelas de los aviones forman parte de una conspiración de los gobiernos para propagar enfermedades entre la población

04 mar 2019 . Actualizado a las 14:37 h.

Las redes sociales se han convertido en un altavoz para la difusión de bulos, desde el terraplanismo al negacionismo climático. Este pasado fin de semana dos personajes públicos fueron criticados por abrazar teorías de la conspiración. Antes de que Miguel Bosé atacase la campaña contra la seudociencia del Gobierno, la presentadora de los informativos de Televisión Española, Raquel Martínez, escribió en su cuenta de Twitter junto a una fotografía de varias estelas de aviones. «Hoy desde mi coche he visto esto: dos estelas juntas, la de un avión y la de un chemtrail. La primera es inocua, corta y desaparece. La segunda tarda más, es larga y afecta a tu salud. A mí me llamarán conspiracionista, pero a ti te dirán que son nubes de condensación».

Según los defensores de la teoría de los chemtrails las estelas que generan los aviones son en realidad sustancias químicas que los gobiernos lanzan para fumigar a la población con el objetivo de propagar enfermedades y generar buen tiempo para aumentar el turismo. Esta tesis ya obtuvo respuesta por parte de los científicos en el 2016, cuando la Universidad de California publicó una investigación en la que consultó a 77 expertos mundiales en el campo de la atmósfera. Todos negaron la supuesta conspiración.

Las estelas que generan las aeronaves son simples nubes de tipo cirro, compuesta por cristales de hielo que se forman cuando el aire caliente que sale del aparato se enfría primero y condensa después al entrar en contacto con las capas altas de la atmósfera. No siempre asoman en el cielo. Si la humedad es muy baja la estela de condenación desaparece y si el viento sopla con fuerza la disipa. El proceso se asemeja al de la respiración en invierno. El aire sale caliente y húmedo y se enfría y condensa cuando entra en contacto con el exterior.

Las estelas, más que un método para esterilizar a la población, permiten anticipar las condiciones atmosféricas para las siguientes horas. Si son densas informan de que hay mucha humedad concentrada en las capas altas de la atmósfera y que un frente cálido se está acercando. Y como cualquier nube influyen en la temperatura. Por el día rebotan la radiación solar y por tanto favorecen que desciendan y por la noche actúan justo al contrario, atrapando el calor que emite el planeta hacia el espacio exterior y permitiendo que suban los termómetros. El efecto que pueden tener las estelas sobre la temperatura siempre ha sido difícil de cuantificar, pero el 11 de septiembre del 2001, después de los atentados de las torres gemelas se pudo comprobar. Durante varios días estuvo suspendida la navegación aérea en Estados Unidos. No se formó por tanto ninguna estela y además coincidió con una situación anticiclónica, de cielo despejado. Los científicos pudieron medir el rango diario de temperatura y descubrieron que era un fenómeno que sí tenía influencia. Esos días se registraron valores térmicos algo más elevados. El interés por las estelas comenzó durante los años de la Segunda Guerra Mundial, cuando eran un problema para los ejércitos ya que delataban a los aviones. Los científicos empezaron a tomar medidas de temperatura y humedad para tratar de predecir su aparición.