Hay factores que explican por qué el cuerpo demanda más alimentos cuando estás agobiado. Una serie de recetas saludables te ayudarán a buscar la estabilidad

¿Cuando estás estresado, agobiado o tenso, notas que tu cuerpo te pide comidas contundentes, con grasas, azúcares o mucha sal? No es una cuestión meramente psicológica. No solo te estás rindiendo al placer para compensar un mal día. Hay factores fisiológicos que lo explican. El cuerpo necesita más recursos energéticos y te los demanda. Aún así, debes poner freno y no lanzarte de lleno a un círculo vicioso que te descompensa y que no es nada saludable. Debes saber que hay una serie de alimentos que reducen la presión y que te estabilizan. Esas armas que encontrarás en la mesa van desde los pistachos a las lentejas o el plátano. No es necesario recurrir al clásico hartazgo de chocolate ni a un atracón.

Una vez más, la alimentación se presenta como un elemento imprescindible para regular nuestra salud física y mental en una época en la que el estrés se está convirtiendo en un auténtico problema para la sociedad del siglo XXI. Es importante reponer esos nutrientes de los que el organismo gasta a raudales durante esos picos de agobio: la vitamina C, el magnesio, el calcio o el omega-3 son indispensables. Algunos alimentos cocinados al horno ayudan a relajarse. También tienes que pensar en mantener la salud intestinal. Una mala digestión, larga y pesada solo sirve para empeorar tu inestabilidad física o emocional.

Serénate en la mesa

El cortisol es una hormona y está considerada la hormona del estrés, ya que se va liberando a medida que crece nuestra sensación de tensión. Es la responsable de que aumente tu ritmo cardiaco, de que se intensifique la respiración o de que se tensen los músculos, ya que tiene un efecto vasoconstrictor. El omega-3 te ayudará a poner a raya el cortisol. Estos ácidos grasos son un tipo de grasa poliinsaturada que puedes encontrar en pescados azules, como el bonito, la sardina o la trucha; en las semillas de lino o chía, en los frutos secos como nueces o almendras y también en algunos pseudocereales como la quinoa. Puedes preparar una ensalada de pollo americana o, si prefieres el formato dulce, unas divertidas piruletas de nueces con semillas. Como consejo, consume semanalmente pescado azul y un puñado de frutos secos, al día.

Forma un escudo de magnesio y vitaminas del grupo B. Estos dos nutrientes son muy útiles para combatir el agotamiento, que muchas veces se vincula al estrés, y ayudan a regular un adecuado funcionamiento del sistema nervioso. Legumbres y cereales integrales, a diario. Esa es la mejor fuente de magnesio y vitaminas B. Ingiere una ración de pan o de avena. Si prefieres un plato de cuchara que te ayude a combatir el frío, prueba con un plato de fabes con pulpo.

Un cítrico, al día. El estrés aumenta la excreción de vitamina C por la orina. Para compensar, en épocas de mayor tensión emocional, es aconsejable que sigas unas dieta rica en vitamina C. Puedes conseguirlo añadiendo vegetales en tus comidas y cenas. Es importar que haya alguna parte cruda, para aprovechar al máximo las vitaminas. Un zumo de naranja y lima en el desayuno o una macedonia de kiwi y piña en la cena representan dos opciones que puedes barajar. 

El aguacate y el aceite de oliva son ricos en selenio y vitamina E, dos nutrientes con efectos antioxidantes que combaten los radicales libres, cuya producción aumenta en procesos estresantes. ¿La mejor forma de obtener una cantidad suficiente? Seguir una dieta rica en alimentos frescos donde predominen los alimentos de origen vegetal. El aguacate se ha convertido en un producto estrella de nuestra cocina. Seguro que conoces multitud de recetas para forman parte de tu dieta. Aquí tienes dos más: una copa de aguacate y nueces o unas croquetas de aguacate con mix de semillas.  

Para luchar contra el estrés con la alimentación hay algo a tu alcance. Evita todo lo que es perjudicial. Es lógico aparcar los excitantes, como el café, el té o el alcohol. Pero también tienes que poner a un lado los azúcares refinados y los ultraprocesados. Este tipo de alimentos consigue justo el efecto contrario de lo que estás buscando: un momento de calma a través de la mesa. Puedes permitirte algún pequeño placer: una onza de chocolate negro con muy bajo contenido en azúcares y preferiblemente por la mañana.