¿Rusia invadirá?

Miguel-Anxo Murado
Miguel-Anxo Murado EL MUNDO ENTRE LÍNEAS

OPINIÓN

DPA vía Europa Press

29 ene 2022 . Actualizado a las 10:15 h.

¿Piensa Rusia invadir Ucrania? El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, ha dicho que no tienen ninguna intención de hacerlo, pero, obviamente, podemos descartar esa frase como un clásico de la «ambigüedad estratégica», el arte de tirar la piedra y esconder la mano. El mismo Lavrov, no hace mucho, hacía declaraciones incendiarias. Es mejor centrarse en los hechos, y estos son que Rusia ha desplegado en las fronteras de Ucrania una fuerza de combate que, si bien no cuenta todavía con algunos elementos esenciales para una invasión, podría incorporarlos rápidamente en cuestión de días si decidiese lanzar un ataque. En eso no se equivoca Joe Biden: lo sensato es tratar la invasión como algo inminente. Otra cosa es que no sea lo más probable. Aquí es donde la «ambigüedad estratégica» nos da la pista de que esas tropas cumplen, principalmente, otra función; la misma que cumplen las periódicas pruebas nucleares y de misiles de Corea del Norte: forzar una negociación. Por eso la cómoda idea que opone «guerra» a «diplomacia» es ingenua. En este caso, como en tantos otros, son lo mismo.

Partiendo de esa base, se puede decir que Vladimir Putin ya ha obtenido un triunfo importante. Estados Unidos está negociando y le ha hecho una oferta. No conocemos cuál, pero el hecho de que Putin se haya dado un tiempo para considerarla significa que no se trata de un ultimátum ni una declaración retórica, sino de algo sustancial. La pelota, pues, está ahora en el tejado de Rusia. El problema para Putin es que ha invertido tantos recursos y drama en esta operación que no puede contentarse ni siquiera con conseguir sus objetivos, tiene que lograr que se visualicen como un éxito. Putin necesita ser visto, en su país y en el resto de Europa, como el ganador de este pulso o no podrá repetirlo. Por ejemplo, es posible que Washington no tenga inconveniente en dar a Rusia garantías extraoficiales de que Ucrania no se integrará en la OTAN.

Al fin y al cabo, la propia Alianza Atlántica no tiene interés en incorporar a un país que lleva ocho años paralizado por una secesión intermitente (precisamente alentada por Rusia). Pero esa clase de garantías no le bastarían a Putin, que querrá que la OTAN lo haga oficial, que acepte el principio de que Rusia tiene derecho a vetar su expansión. Incluso esto sería tan solo un primer paso, porque, en último extremo, lo que quiere Putin es poner fin al orden internacional que se erigió en Europa tras el derrumbe de la URSS. Y hay que decir que también en esto Putin se ha anotado estos días algunos tantos. Se ha evidenciado como nunca antes la dependencia de la Unión Europa del gas ruso, en particular la de Alemania. Y se está viendo como la OTAN ya no es la organización cohesionada y jerárquica que fue en otro tiempo. Por eso Putin se ha atrevido a ir más lejos y pide el repliegue de todo el «paraguas» de defensa norteamericano en Europa. Se trata, en definitiva, de que Rusia gane la Guerra Fría que perdió la URSS, y de lograrlo, irónicamente, de la misma manera: por desistimiento del contrario.