No es una guerra entre Israel y Hamás, es la lucha del pueblo palestino por su libertad

Ahmad Refat Tawfiq

OPINIÓN

Palestinos inspeccionan un área residencial de Gaza destruida por un misil israelí
Palestinos inspeccionan un área residencial de Gaza destruida por un misil israelí MOHAMMED SABER | EFE

10 nov 2023 . Actualizado a las 05:00 h.

Se equivoca quien piense que lo que está pasando en Gaza, el bombardeo indiscriminado, las matanzas de niños, mujeres e inocentes, empezó el 7 de octubre.

El sufrimiento del pueblo palestino comenzó a finales del siglo XIX, cuando el primer congreso sionista, celebrado en Basilea, Suiza, el 29 de agosto de 1897, presidido por Teodoro Herzl, considerado el padre del sionismo, decidió trabajar para la creación de un Estado judío, barajando varias opciones. Finalmente decidieron que el mejor sitio era crearlo en Palestina, basándose en una supuesta promesa divina, de hace miles de años, que les otorgaba esa tierra. El poder sionista, aprovechando la labor llevada a cabo durante la Primera Guerra Mundial, dio como primer resultado la «Declaración de Balfour» (ministro de asuntos exteriores de Gran Bretaña), el 2 de noviembre del 1917, y el compromiso de crear un Estado nacional para los judíos en Palestina.

A partir de ahí, facilitaron la inmigración y el traslado de los judíos de todo el mundo a Palestina, algo que aumentó de forma exagerada después de la Segunda Guerra Mundial. Occidente, que se sentía culpable por lo ocurrido con los judíos a manos de Hitler, pretendía limpiar su conciencia a costa del pueblo palestino. El número de judíos en Palestina aumentó exponencialmente, se crearon grupos paramilitares sionistas como La Haganá o el Irgún, a los que se dieron armas, recursos y protección, y estos empezaron a acosar y masacrar a los palestinos para expulsarlos de sus tierras.

En 1947 Naciones Unidas, con grandes presiones por parte de Occidente, decidió el reparto de Palestina en dos Estados, dando a la minoría judía más del 53% del territorio y el 40% a los palestinos, dejando el 7%, que incluye las zonas sagradas, bajo mando internacional. Pero esto no fue suficiente. En la guerra del año 1948 Israel logró ocupar hasta el 77% de Palestina, y continuaron las masacres y la expulsión de sus habitantes, hasta el año 1967, cuando Israel ocupó la totalidad de los 27.000 kilómetros de Palestina.

Desde el inicio del conflicto hasta hoy se cuentan más de 120.000 palestinos muertos (la mayoría niños y mujeres), cientos de miles de heridos, cientos de prisioneros…, más de 7 millones de palestinos entre refugiados y desplazados.

En 1991 se celebró la conferencia de paz en Madrid, que culminó con los acuerdos de Oslo en 1993,  que nos hicieron creer que se podía poner fin al conflicto y llevar la paz a Palestina. Pero la realidad fue otra: estos acuerdos no fueron más que una dosis tranquilizante para permitir a Israel acabar con las intifadas del pueblo palestino y seguir con sus planes de ocupación y exterminio. De hecho, desde los acuerdos de Oslo hasta hoy,  más de 20.000 palestinos fueron asesinados, decenas de miles encarcelados, se crearon más asentamientos y el número de colonos en Cisjordania aumentó de 200.000 a 750.000.

Israel no cumplió nada de lo acordado en Oslo. Hizo de Cisjordania ciudades separadas por un cinturón de asentamientos judíos, y la rodeó con un muro de 700 kilómetros, dejando a los palestinos vivir en una cárcel a cielo abierto. Y en Gaza la situación fue mucho peor, sometiéndola a un asedio feroz, que dejó a casi 2,5 millones de palestinos sobreviviendo en condiciones infrahumanas, controlando Israel la entrada de alimentos, agua, medicamentos…, dejándolos morir lentamente.

Las agresiones israelíes contra los palestinos nunca cesaron: olas de bombardeos bajo cualquier pretexto, asesinatos selectivos cuando les da la gana, arrestos indiscriminados (como los que permiten detener a cualquier palestino sin dar ninguna explicación o motivo).  Los colonos israelíes, matan, roban, destruyen, armados y protegidos por su ejército.  Más de 400 palestinos han sido asesinados en Cisjordania en lo que va de año.

El pueblo palestino tiene el derecho legítimo, reconocido por la ONU, a la resistencia contra la ocupación y a la lucha para recuperar su tierra y su libertad, como muchos otros pueblos en todo el mundo.   

El Estado de Israel ha incumplido más de 26 resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, es un Estado agresor que ocupa tierras de otros y no puede acogerse al derecho de la autodefensa para cometer los crímenes que está cometiendo.

Occidente y los países europeos, que se proclaman defensores de los principios de democracia, justicia, libertad y derechos humanos, actuaron y actúan con suma hipocresía ante este conflicto, ante el genocidio y la injusticia que sufre el pueblo palestino. Apoyaron y acogieron al Estado de Israel, plantado a de forma antinatural en la zona, facilitando su incorporación social y cultural a Europa, que participa, por ejemplo, en todas las competiciones deportivas y culturales europeas, en intercambios de Erasmus y mantiene una relación comercial preferente con la UE.

Están deshumanizando al pueblo palestino. Mientras redacto estas líneas, los muertos confirmados superan los 10.000 -más del 70% son mujeres, niños y ancianos-, y más de 26.000 los heridos. A los países occidentales no les importa su muerte, no les importa ni conmueve que un ministro israelí defina a los palestinos como «animales salvajes», o que otro pida el lanzamiento de una bomba nuclear sobre Gaza para acabar con los palestinos. 

No tomaron ninguna medida para parar esta barbarie, la mayoría de ellos fueron corriendo a Israel a mostrar su respaldo incondicional, incluso enviaron armas y movilizaron tropas en apoyo al agresor. Son los mismos que tocaron los tambores de guerra para defender a Ucrania, enviaron armas y mucho dinero, sanciones ilimitadas contra Rusia y todo un ejército de propaganda para apoyar a ese país, mientras miran, como siempre hicieron, hacia otro lado ante el sufrimiento del pueblo palestino. Es pura hipocresía. O quizá que los niños palestinos no tienen sangre.

Ahmad Refat Tawfiq, responsable de Internacional de CCOO de Asturias y palestino