Pocas cosas gustan tanto en Oviedo y a los carbayones como el estar fuera de casa tomando algo. «Quedamos al vermú, picamos y luego ya se verá», puede ser una de las frases más repetidas en la ciudad, y no sólo los fines de semana. Es cierto que la noche no está pasando su momento más boyante y que parece que las nuevas generaciones -qué viejo me siento escribiendo esto- están variando sus hábitos, pero gente siempre hay y uno siempre la encuentra. Y no es por eso de que nos encontremos siempre los mismos en diferentes locales.
Por esto, por el amor a la cocina, al producto y a las cosas bien hechas Oviedo celebra haber sido elegida Capital Española de la Gastronomía 2024. Y debe ser celebrado por todos los ciudadanos, no sólo por los interesados en el negocio, que también, sino que tiene que ser una celebración extendida y amplia. La ciudad consigue este reconocimiento a la tercera, tras intentarlo dos veces anteriores y perder frente a rivales de dudosa entidad, pero fue lo que pasó. Lejos de ponerme a analizar cómo se lleva a cabo la designación de esta capitalidad y las razones de que ahora sí y antes no, brindo y me alegro mucho de que nos hayamos impuesto al mollete de Antequera y a la paella, que están muy buenos pero no pueden competir frente a una fabada, un pote, los guisos, pescados y mariscos, la sidra, el vino de Cangas o nuestros postres y dulces. Y aprovecho para decir que me parece una atrocidad incluir el cachopo, como está, entre estos manjares y una tradición gastronómica rica y antiquísima, donde prima el producto por encima de todo. No acabo de entender cómo ese engendro culinario ha podido medrar tanto y acaparar tantas cartas y focos, hace falta sólo un poco de sentido común y gusto para darse cuenta de que el único cachopo bueno es el que no está en carta y no te comes.
Con esta capitalidad gastronómica la ciudad puede servir también para resarcirse de esa Capital Europea de la Cultura que no le han dado las veces anteriores y reforzar la candidatura para poder serlo en 2031. Porque la gastronomía no son sólo cosas del comercio y del bebercio, también es cultura, tradición e identidad de un pueblo y un territorio. Es una oportunidad única para dar a conocer nuestros productos, contar su historia y valorar ese largo camino desde aquellas primeras casas de comidas, pasando por la épica de las guisanderas y llegar al momento actual, porque alcanzar la vanguardia y la heterodoxia y triunfar es imposible si no se tienen claro los orígenes.
Dar la enhorabuena al ayuntamiento, de forma especial y afectuosa a Alfredo Quintana y su equipo por todo el trabajo y esfuerzo, y a todas las entidades que han hecho posible que Oviedo sea la siguiente Capital Española de la Gastronomía. Es una oportunidad única que debemos aprovechar y disfrutar.
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