Carteles que dieron que hablar en Asturias

J. C. G. REDACCIÓN

OVIEDO

Plagios, sexismo, contenidos conflictivos o firmas contestadas han alimentado controversias e incluso llevado a la retirada de algunos de estos elementos de comunicación gráfica

18 ago 2017 . Actualizado a las 18:45 h.

No cabe duda: un cartel está hecho para ser visto por cuantos más ojos mejor. Incluso para dar que hablar. Pero no es infrecuente que algunos de estos trabajos concebidos para promocionar un producto, un acontecimiento o un festejo alcancen una difusión imprevista o generen reacciones que no eran las esperadas, y por motivos ajenos a aquello que publicitan. En Asturias ha sucedido unas cuantas veces en los últimos años. Ayer mismo, sin ir más lejos, cuando el Ayuntamiento de Gijón tuvo que retirar de las calles la cartelería de una campaña promovida por dos oenegés, a causa de contenidos presuntamente ofensivos contra la ciudad autónoma de Melilla.

En no pocas ocasiones, los carteles se han convertido en los protagonistas, más acá de lo que pretendían transmitir. Y por motivos muy distintos, desde acusaciones de plagio o de machismo hasta por las críticas a su calidad o los procedimientos empleados para el encargo. El caso de los carteles para las fiestas mateínas de este año es solo el último… por el momento. Los profesionales del sector recuerdan algunos de esos casos recientes.

Uno de los más sonados por su trascendencia fue el del gran cartel que durante dos décadas anunció una técnica de impresión entonces innovadora en el escaparate de la copistería Cubiella, en pleno barrio del Carmen de Gijón. La espectacular figura femenina que se mostraba de espaldas, con un mínimo atuendo y los glúteos a la vista no era del gusto de todos los transeúntes, pero fue una denuncia por sexismo del Instituto Asturiano de la Mujer la que finalmente hizo que el cartel desapareciera de su emplazamiento.

Las críticas por sexismo estuvieron también detrás de dos de las polémicas más sonadas que han tenido lugar en Avilés en este terreno. Una de ellas, paradójicamente, tuvo como centr un trabajo encargado con ocasión del Día de la Mujer. No gustó la representación de la «superwoman» y de las tareas que acarreaba.

Por dos veces el Sella ha sido protagonista de alguna de estas polémicas los tiempos recientes. En uno de los casos, en 2015, también por partida doble. Después de que el autor del primer cartel ganador del concurso renunciase a su autoría y al premio por un presunto «cortaypega» en su trabajo, se descubrió que el segundo cartel elegido repetía sospechosamente conceptos y resolución de otra obra gráfica. 

El otro Sella polémico tiene firma de uno de los grandes del diseño gráfico español, Mariscal, y fecha de este mismo año. Aunque sean totalmente reconocibles los rasgos que acreditan la marca del padre de Cobi, sobre todo a sus compañeros de profesión les parece un trabajo rutinario y fallido. Es el mismo reproche que, de nuevo, recibió Mariscal hace unos años, cuando realizó el primer y muy contestado cartel para el Festival Internacional de Cine de Gijón (FICX) de la «era Carballo». Fue el equipo encabezado por el entonces flamante director del certamen el que decidió encargar a diseñadores de renombre nacional unos carteles que tampoco convencieron al año siguiente, con la montera picona que Ana Juan, aunque en este caso las críticas no fueron tan intensas y el cartel tuvo sus defensores.

De nuevo en el ámbito de la cartelería para un acontecimiento deportivo, el diseñador gráfico asturiano Javier Antonio Marinas fue objeto de una denuncia, vía redes sociales, por parte de otro colega, Carsí Navarro, quien le acusó de haber ido más allá de la referencia o de la inspiración en un trabajo premiado en un concurso para una competición de ciclismo.