Auge y caída de Galerías Preciados en Oviedo

OVIEDO

Galerías Preciados en la calle Uría de Oviedo, construido por Feduchi y Bassó, que fue inaugurado en el año 1975
Galerías Preciados en la calle Uría de Oviedo, construido por Feduchi y Bassó, que fue inaugurado en el año 1975

Los grandes almacenes de Pepín Fernández supusieron el desembarco de la modernidad del comercio a lo grande en la capital

26 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Eran los años 70 de la modernidad en el comercio, un modelo que llegaba con algo de retraso frente a Estados Unidos y Europa. Los grandes almacenes ya se conocían en Oviedo (Botas, Al Pelayo, Simago), pero la llegada de Galerías Preciados supuso un antes y un después en la forma de consumo.

Un asturiano retornado, Pepín Fernández, había fundado en 1943, en la calle Preciados de Madrid, una tienda al estilo de El Encanto cubano. Le fue bien, pese a la competencia familiar muy cercana de El Corte Inglés.

Según cuenta el profesor José María Rodríguez-Vigil en Arquitectura, consumo y sociedad: Galerías Preciados y otros almacenes en la ciudad de Oviedo, cuando la empresa de Pepín Fernández llegó finalmente a Oviedo «encontró el terreno bien abonado y ganar la partida, únicamente tuvo que subir la apuesta. Tras filtrarse rumores sobre una posible apertura inminente de El Corte Inglés, Pepín Fernández, fundador de Galerías, anunciaba en marzo de 1973 la instalación de una sucursal de su emporio en Oviedo, rompiendo una promesa realizada a la familia Botas de no situarse jamás en Asturias».

Así fue. El desembarco ocurrió a lo grande. Una inversión de 1.000 millones de pesetas y una plantilla de 600 empleados «fueron las cifras que deslumbraron a la sociedad ovetense en su inauguración el 15 de mayo de 1975», cuenta Rodríguez-Vigil. Su edificio fue construido tras el derribo del chalet de los Tartiere en una amplia parcela en el nº 9 de la calle Uría, frente a Almacenes Al Pelayo y muy cerca de Almacenes Botas y Simago.

Un inciso que merece la pena hacer aquí: la familia Tartiere era propietaria de la práctica totalidad de la manzana situada entre las calles Uría, Gil de Jaz, Marqués de Pidal y Gonzalez del Valle, con la excepción de la esquina de Uría con González del Valle. Todo lo de los Tartiere fue derribado y la mayor parte la ocupó Galerías.

A la izquierda, el chalet de los Tartiere con su gran torre cuadrada, derribado para construir Galerías
A la izquierda, el chalet de los Tartiere con su gran torre cuadrada, derribado para construir Galerías

En esa esquina existió hasta la guerra civil un chalet de la familia García de la Noceda, destruido durante la guerra, y luego un edificio hacia 1940, con proyecto de Ignacio Alvarez Castelao, para esta misma familia; es el mismo en el que está la cafetería Rívoli.

El proyecto fue realizado por Javier Feduchi y Francisco Bassó reformulando un anterior proyecto madrileño (de la calle Goya). El gran bloque, «desornamentado y hermético, sobriamente animado por larguísimos escaparates a pie de calle y una cafetería-mirador dispuesta en el último piso ?de nuevo un espacio de socialización y ocio inscrito en un ambiente de consumo?», comenta Rodríguez-Vigil, distaba mucho estéticamente de los otros edificios del entorno y se acercaba a «referentes tipológicos comerciales norteamericanos» posteriores a la II Guerra Mundial.

En su desembarco, Galerías abrió un Hogar del Empleado para sus trabajadores en el nº 21 de la calle Uría, tal como hizo en las demás capitales españolas, destinado a acoger reuniones, conferencias y servir de lugar de esparcimiento para su personal. Contaba con un bar y comedor, «en una línea paternalista» que comenta el profesor respecto a empresarios del sector.

«Galerías consolidó la idea del comercio como espectáculo cultural: Sudamérica, Inglaterra, Rusia o China llegaron regularmente a Asturias desde 1975 mediante promociones, asociando el consumo a cierta curiosidad antropológica según una noción del exotismo y del cosmopolitismo un tanto kitsch», comenta. No se limitaba al gran despliegue publicitario y de imagen de su edificio, una tradición que ha seguido conservando El Corte Inglés; también participaba en la vida cultural de la ciudad.

El conocido logotipo de los grandes almacenes fundados por el asturiano Pepín Fernández
El conocido logotipo de los grandes almacenes fundados por el asturiano Pepín Fernández

Pero tras su agresivo plan de crecimiento, la empresa se endeudó en exceso. A diferencia de El Corte Inglés, que se autofinanciaba, Galerías recurrió a los préstamos bancarios y finalmente fue el Banco Urquijo (luego Rumasa) quien se hizo en 1979 con la propiedad. La expropiación forzosa de Rumasa en 1983 hizo que el grupo venezolano Cisneros se hiciera con el grupo.

A su vez, Cisneros no supo o no pudo gestionar bien y vendió a la británica Mountleigh. Todo estaba maduro para que, después de varios avatares especulativos, el 3 de julio de 1995 Galerías Preciados echara el cierre definitivamente y su eterno competidor, El Corte Inglés, se hiciera con los 22 locales que adaptó con su logo y necesidades.