El Oviedo que salió de una mente prodigiosa

OVIEDO

Fotografía antigua de la plaza de la Escandalera de Oviedo. De frente se ve la casa García-Conde, el edificio que todavía hoy domina el lado noroeste de la plaza, obra del arquitecto Juan Miguel de la Guardia
Fotografía antigua de la plaza de la Escandalera de Oviedo. De frente se ve la casa García-Conde, el edificio que todavía hoy domina el lado noroeste de la plaza, obra del arquitecto Juan Miguel de la Guardia

Todo lo que hizo el gran (y olvidado) urbanista Juan Miguel de la Guardia por la ciudad que le niega el título de hijo adoptivo

30 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Sería casi más fácil preguntarse qué no hizo el arquitecto Juan Miguel de la Guardia en Oviedo. Resulta incomprensible no solo el maltrato que la ciudad hizo de gran parte de su valiosa obra (con derribos a menudo arbitrarios), sino que nunca le haya dedicado una calle y ahora, como colofón, le niegue el título de hijo adoptivo. La propuesta partió esta semana del grupo Vox, pero podría haber salido de cualquier otro, dado que no habría -en principio- implicación política en la concesión de ese honor. Fue rechazada por PP y Ciudadanos.

De la Guardia (Ontaneda, Cantabria, 1849-Oviedo, 1911) fue arquitecto municipal de Oviedo desde el año 1882 hasta su muerte en 1911. Pero no se limitó a realizar los proyectos municipales, sino que fue enormemente prolífico en su producción arquitectónica, tanto en la capital como en otros puntos de Asturias. Su huella en la ciudad es profunda y (casi) imborrable, pese a los esfuerzos de algunas corporaciones en sentido contrario.

El contexto en el que trabaja De la Guardia es muy especial para un Oviedo con una emergente y poderosa burguesía, a la que se suma la aportación económica y cultural del retorno indiano. Formado en la Escuela de Arquitectura de Madrid, antes de llegar a Asturias ya había viajado por Europa y absorbido los estilos al uso en esa época.

El ninguneo al que ha sido sometido durante casi un siglo y medio no tiene reflejo en la Real Academia de la Historia, que le dedica un notable artículo. La RAH apunta que entre la clientela de De la Guardia había «industriales, banqueros e indianos, entre los que gozó de gran prestigio, lo que le hizo tener una enorme cantidad de encargos».

Pero como urbanista, es autor de buena parte del trazado actual de Oviedo. Por ejemplo, señala la academia, de las parcelaciones de la finca Villazón en 1884 y Llamaquique en 1890, que tendrían grandes consecuencias urbanísticas. En el primer caso hablamos de lo que hoy sería parte del Campo San Francisco y Toreno; en el segundo, de toda el área de los juzgados.

Pero la huella urbanística más notable quizá sea el llamado ensanche de Oviedo, la planificación del entorno de la calle Uría al estilo parisino. Él diseñó las primeras manzanas de esa calle y el Pasaje, un notable paseo comercial cubierto con un hermoso arco ya desaparecido.

El desaparecido Mercado del Progreso en Oviedo, obra del arquitecto y urbanista Juan Miguel de la Guardia. Fue derribado y en el solar se levanta ahora el edificio La Jirafa
El desaparecido Mercado del Progreso en Oviedo, obra del arquitecto y urbanista Juan Miguel de la Guardia. Fue derribado y en el solar se levanta ahora el edificio La Jirafa

Como arquitecto municipal llevó a cabo en Oviedo numerosos edificios públicos y equipamientos. El primero parece ser el gran mercado cubierto del Progreso (construido entre 1883 y 1887 y desgraciadamente derribado para dejar paso al edificio de La Jirafa), para realizar luego la capilla del cementerio del Salvador, las escuelas de la Luna, hoy llamadas Dolores Medio (1883-1885), El Postigo en 1891 y la dirección de obra y terminación del teatro Campoamor.

También fue autor de la mayor parte de las obras de amueblamiento del Campo de San Francisco: el quiosco de la música del Bombé de 1887 y varios pabellones de arquitectura efímera, generalmente en madera, destinados a cines y exposiciones.

El Banco Asturiano en la plaza de Porlier de Oviedo, obra del arquitecto y urbanista Juan Miguel de la Guardia
El Banco Asturiano en la plaza de Porlier de Oviedo, obra del arquitecto y urbanista Juan Miguel de la Guardia

«En ellos predomina un diseño académico en la tónica renacentista y relación con la arquitectura francesa», dice la RAH. El más emblemático a causa de un derribo traumático de gran eco y polémica ciudadana, fue el chalet de Concha Heres, que incorporaba además un magnífico invernadero de hierro y cristal, donde hoy está el Banco de España en la calle Toreno.

La casa Villa Julia (luego Villa Magdalena) en Oviedo, obra del arquitecto y urbanista Juan Miguel de la Guardia para el acaudalado Victoriano G. Campomanes
La casa Villa Julia (luego Villa Magdalena) en Oviedo, obra del arquitecto y urbanista Juan Miguel de la Guardia para el acaudalado Victoriano G. Campomanes ©DANIEL ROIG

Pero también realizó Villa Julia (más tarde Villa Magdalena) por encargo de Victoriano Campomanes, el Palacete Rubín en La Lila, o el Palacete Masaveu en Oviedo, así como La Concepción en Llanes, El Capitolio en Grado, o la Villa Guatemala en Luarca.

Para los grandes edificios urbanos, «insiste en el énfasis y potencia de los recursos compositivos, decora los paramentos con columnas y pilastras de orden gigante, balaustradas, ménsulas, frontones, frisos escultóricos, etc.», dice la academia. Realiza preferentemente la articulación de las fachadas mediante rotondas coronadas con cúpulas, consiguiendo edificios nobles de aspecto monumental muy del gusto de la burguesía urbana. La Casa del marqués de Tremañes, Oviedo, 1895, el Banco Asturiano, 1900; la Casa de García-Conde, en la plaza de la Escandalera (1904), y la Casa de Eladio Muñiz en la calle de la Cámara de Avilés, de 1900, son magníficos ejemplos.

Colegio de La Luna (Dolores Medio) en Oviedo, obra del arquitecto y urbanista Juan Miguel de la Guardia
Colegio de La Luna (Dolores Medio) en Oviedo, obra del arquitecto y urbanista Juan Miguel de la Guardia ©DANIEL ROIG

Interviene en la terminación de la iglesia de Las Salesas (1890) comenzada por Federico Aparici, y en la reconstrucción neogótica de la ermita del Cristo de las Cadenas (1890), en ambas inmerso en un historicismo medieval, como en la casa parroquial y sacristía de Santa María de Llanes. La lista es interminable, tanto más larga como corto el capítulo de honores que la ciudad ha dedicado a alguien que le entregó por completo su incansable trabajo y su creatividad.