Casa Germán, el negocio de Oviedo que vende telas desde 1890

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

Arantxa Sánchez, cuarta generación de Casa Germán
Arantxa Sánchez, cuarta generación de Casa Germán

La encargada de la centenaria tienda, Arantxa Sánchez, mantiene el negocio familiar con el objetivo de hacerse un hueco en el mundo de la venta por Internet

23 nov 2022 . Actualizado a las 09:54 h.

Rollos y rollos de tela de todos los colores, con diferentes tipos de estampados, diseños y dibujos, elaboradas a partir de los tejidos más originales y llamativos, abarrotan las estanterías. También hay cintas métricas y tijeras a doquier. Por su parte, el suelo aún mantiene su esencia de antaño, al igual que los mostradores que todavía son de madera. Así es el emblemático negocio Casa Germán, que lleva más de un siglo vistiendo a las familias ovetenses desde la propia calle Fierro. 

Fue en 1890 cuando Germán Sánchez -socio fundador también del Real Oviedo- abrió las puertas de este tradicional comercio del Fontán. Sin embargo, las riendas del negocio siempre las llevó su esposa Cándida. «Ella era la que trabajaba y por lo que me contaban tenía un carácter espectacular. Enseñó a sus hijos el oficio y uno de ellos, mi abuelo Alfonso, se quedó con la tienda que después pasó directamente a mi padre -también llamado Alfonso- y justo este mes pasará a mí», asegura Arantxa Sánchez González, bisnieta de Germán. 

Germán Sánchez, fundador de Casa Germán en la calle Fierro
Germán Sánchez, fundador de Casa Germán en la calle Fierro

En sus inicios, las estanterías de Casa Germán «estaban prácticamente vacías y en ellas destacaba el estampado vichy». Por aquel entonces «no había ni la cuarta parte que hay ahora». Las ventas se centraban principalmente en telas para hacer vestidos y abrigos de señoras, a parte de las destinadas para confeccionar batas de andar por casa.

Con el paso del tiempo se fue incorporando más mercancía para ofrecer una amplia variedad de género textil y actualmente la tienda está especializada en telas destinadas a vestir a los más pequeños de la casa. «Tenemos más de 200 piezas distintas en infantil», apunta Arantxa Sánchez, quien señala que sus principales clientas son abuelas que hacen ropas para sus nietos o madres que adquieren las telas porque las abuelas confeccionan. 

Interior del centenario negocio Casa Germán
Interior del centenario negocio Casa Germán

Pero en Casa Germán no solo se comercializan telas. Ya durante la Guerra Civil, «para adaptarse a los duros tiempos», Cándida vendía «chocolate, azúcar... cualquier cosa que hiciese falta». Además, con la intención de ayudar a quienes huían de la muerte, «delante de la tienda ponían piezas y por atrás dormía gente para esconderse», cuenta Arantxa Sánchez una de las anécdotas que recuerda su padre.

A día de hoy venden productos de la marca Cóndor-CND como chaquetas, calcetines o leotardos. También cuentan con calzado de la firma española Victoria. «Se trata de algo puntual, puesto que es más bien para complementar la ropa infantil. Al ser un local muy pequeño no podemos tener tanta mercancía como nos gustaría», apunta Sánchez antes de reconocer que «si mi bisabuela levantase la cabeza, se volvería a caer solo por ver todo lo que tenemos ahora». 

Además para adaptarse a las nuevas demandas y con el objetivo de hacerse un hueco en el mundo de la venta online, Arantxa Sánchez puso en marcha una página web. «Hacemos todo lo que podemos porque esto requiere horas de dedicación. Tiempo que apenas tengo porque después de una jornada laboral, cuando llegó a casa a parte de realizar las tareas domésticas me siento delante del ordenador un par de horas por lo menos para no dejar de lado este mercado», añade. 

También Casa Germán sacó a la luz su propia revista Espejito Espejito. «Costó mucho editarla porque aparte de que cuando iba a las imprentas con 30 años me miraban como si fuese una extraterrestre y tuve que llevar a mi padre para que me hiciesen presupuestos, nos resultó complicado encontrar patronistas porque como no estábamos metidos en ese mundo no conocíamos a nadie». Es por ello que hasta el año 2005 no se publica el primer ejemplar y a partir de ahí cada seis meses salía uno nuevo. 

Unos ejemplares que tuvieron muy buena acogida en gran parte de España, incluso «nos llegaron a comprar ejemplares desde Australia», sin embargo debido a la pandemia tuvieron que dejar de imprimirse. «Me da mucha pena porque me enorgullecía muchísimo. Era algo que yo misma hacía. Elegía las telas para hacer los modelos, luego esos modelos pasaban a patronaje porque las modistas artesanas no sabían hacer patrones, después hacíamos fotos con un fotógrafo y aunque era el día más agotador era el mejor de todos porque era una pasada ver a 12-13 niños por ahí jugando. Tras hacer las instantáneas, llegaba el momento de encerrarse en casa para ponerse a maquetar la revista», relata nostálgica. 

No obstante, aunque Espejito Espejito ya llegó a su fin después de 15 años de rodaje todavía se siguen vendiendo ejemplares antiguos y «mucha gente reclama que volvamos a editarla» pero las cuentas «no salen». «Entre la subida de la electricidad, el papel y todo lo que subieron los precios en general si antes vendía la revista por 5,50 euros ahora tendría que hacerlo por 9,50 euros y no están las cosas como para subir el precio de una revista», reconoce Arantxa Sáchez, quien asegura que por el momento el precio de las telas se seguirá manteniendo.

Casa Germán mantiene una fiel cliente

 Además, aunque con la crisis sanitaria y económica «bajó mucho la venta porque los niños de hoy en día ya no van arreglados, solo visten con leggins y chándal», Casa Germán mantiene una fiel clientela. «Aquí ves una chica que tiene un bebe y vas vendiéndole telas y ropa hasta que el bebé crece, deja de vestirse de niño pequeño y la pierdes de vista. Pero, pasan unos años y vuelve a venir esa chica que era la madre de... y como acaba de ser abuela vuelve a comprar aquí. Y pasa lo mismo con las bisabuelas, hay una que siempre me dice 'ay, con todo lo que jugué contigo cuando eras pequeña y tienes a gente que sigue viniendo de toda la vida'», cuenta.  

Bajo esta premisa, Arantxa Sánchez señala que «las mujeres que vienen a comprar saben que somos de calidad». «Tú puedes no lavar un jersey en todo el invierno porque ni siquiera lo manchaste, pero sabes que si le pones una ropa al niño a las pocas horas va a la lavadora. Son prendas que se ven sometidas al 'maltrato infantil' y tienen que aguantar y en nuestro caso puedes lavar la ropa tantas veces como se requiera que queda intacta. La ropa de mi hija, por ejemplo, pasó para mi sobrina. Esta la utilizó y todavía hay vestidos que parecen nuevos», detalla. 

La tienda de telas Casa Germán en sus inicios
La tienda de telas Casa Germán en sus inicios

Y es que al igual que sus familiares, Arantxa Sánchez siente pasión por este oficio. «Lo mamé bien desde pequeña, es algo que llevas en la sangre. Yo me crié aquí. En cuanto pasé de altura por encima del mostrador mi abuelo me enseñó a cortar y medir. Con 10 años ya atendía al público cuando mis padres estaban ocupados con otros clientes. Nunca tuve problema porque nunca tuve vergüenza. Yo aquí aprendí las cosas sin querer, no sé si sería capaz de enseñarselo a alguien porque es algo natural», asegura nostálgica sobre su infancia en El Fontán, donde todo era como «una gran familia». 

También su hija ya está metida en el mundillo. «Con solo seis días de vida ya vino a la tienda y se crió aquí. Se quedaba durmiendo en el carricoche mientras yo trabajaba, empezó a arrastrarse por el suelo y aprendió a caminar aquí. Aunque todavía está aprendiendo a cortar, ya sabe distinguir las telas y medir», reconoce orgullosa Arantxa Sánchez, quien prefiere que su pequeña estudie y luego ya si quiere que se dedique a esto.