Ni calle Mon ni calle Jovellanos, así se llamaban las calles de Oviedo durante la Edad Media

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

Puerta Nueva Alta y Baja, entre Arzobispo Guisasola y Leopoldo Alas; hoy es el Campillín
Puerta Nueva Alta y Baja, entre Arzobispo Guisasola y Leopoldo Alas; hoy es el Campillín

La historiadora María Álvarez pretende recuperar la toponimia medieval que respondía a la realidad social del momento

29 dic 2022 . Actualizado a las 09:24 h.

Oviedo esconde un sinfín de secretos. La capital asturiana está repleta de rincones ocultos y de calles con mucha historia. Estas vías de circulación estrechas, que durante siglos vieron pasar decenas de civilizaciones, han sido testigo de intercambios culturales y económicos, además de ser escenario de celebraciones y trifulcas. Todas ellas dibujan el plano urbano y sus nombres permiten describir el espíritu y alma de la ciudad. A día de hoy, los odónimos (nombres propios que designan una vía de comunicación) tienen un carácter conmemorativo, sin embargo durante la Edad Media respondían a la realidad social del momento. Una nomenclatura del callejero medieval que ya ha quedado en el olvido colectivo, pero que la profesora titular de Historia Medieval de la Universidad de Oviedo, María Álvarez, pretende recuperar. «La toponimia es memoria escrita», asegura la historiadora.

Durante el Medievo los ovetenses en vez de pasear por la calle Mon -llamada así en honor al político Alejandro Mon y Menéndez, que fue célebre por la reforma tributaria que realizó en 1845 para racionalizar y modernizar la Hacienda española- lo hacían por la antigua ferrería, que era la zona donde estaban asentados los herreros. Tampoco los viajeros, comerciantes y peregrinos que llegaban a la ciudad caminaban por la calle Magdalena, una de las principales vías del Oviedo antiguo, sino que atravesaban la calle Cimadevilla, de fuera de la muralla. Del mismo modo, no andaban por la calle San Antonio sino por la calle Salazogue, «que significa sobre el mercado», señala la historiadora antes de asegurar que se han documentado aproximadamente 40 calles durante la Edad Media y que la mitad están identificadas.

Lo que hoy en día se conoce como calle Gascona, «en la Edad Media era la Gascona de fuera de la muralla medieval». La parte de dentro de la Gascona medieval es la calle del Águila, tal y como asegura la profesora María Álvarez. En aquella época se especificaban los nombres antendiendo a lo que quedaba dentro y fuera de la muralla que el rey Alfonso IX mandó construir. Por su parte, la calle de San Vicente, situada en el casco antiguo de Oviedo y que recibe su nombre del monasterio homónimo, era la calle de La Noceda. De la misma manera, la calle Schultz, que conmemora al hispano-alemán pionero de la geología y la minería en España, «desde el siglo XIII era la Rúa de los Albergueros», dado que por aquel entonces era donde estaban situados los establecimientos en los que hacían noche los peregrinos.

Casa de la Rúa, donde se intuye el inicio de la calle de la platería
Casa de la Rúa, donde se intuye el inicio de la calle de la platería RIDEA

Aunque algunas calles han cambiado su nombre por completo, otras mantienen una parte del término medieval. «En la Calle de la Rúa (Rúa significa calle) perdimos la parte medieval más preciosa, la segunda parte de su nombre que no indicaba en oficio de quienes residían en ella». Antiguamente había dos maneras de llamarla: Rúa de los Tenderos o Rúa de los Cambiadores, que eran expertos en el cambio de la moneda. En este sentido, la historiadora explica que «en la Edad Media tuvo lugar el nacimiento de la banca y hubo gente que se especializó en el cambio de moneda, al conocer los distintos sistemas de equivalencias que funcionaban en aquella época». Una profesión que fue muy importante en Oviedo, ya que al ser lugar de paso y de camino, había muchos visitantes que llevaban monedas diferentes.

Hay calles que no solo perdieron el nombre sino que también desapareció la propia ubicación. «Al derribarse la plaza de la Catedral se perdieron con ella calles emblemáticas del Oviedo medieval», asegura la profesora de historia medieval María Álvarez, antes de detallar que «la que baja desde la Rúa hacia San Tirso y llega hasta la Catedral era la calle de la Platería. Una calle muy importante porque era el lugar donde orfebres y plateros disponían sus talleres». Por su parte, la plaza del Paraguas, que recibe su nombre por la estructura que tiene, «era una de las plazas más antiguas del Oviedo medieval». En aquel entonces la nomenclatura guardaba relación con la parroquia de San Isidoro, una de las cuatro parroquias de la ciudad,«la última documentada y corazón del burgo mercantil». Sin embargo, hoy en día, la iglesia de San Isidoro es la que está situada en la plaza del Ayuntamiento.

La platería y la plaza de la Catedral de Oviedo
La platería y la plaza de la Catedral de Oviedo RIDEA

De la misma manera, la actual plaza Porlier era el Campo del Alcázar, dado que era el campo que estaba delante de la fortaleza medieval construida por Alfonso III el Magno. El Martillo de Santa Ana eran los Cuatro cantones, «que hacían alusión al punto de encuentro de cuatro calles principales». Hoy es la confluencia de las calles Mon, San Antonio, Canóniga y Santa Ana. «Era el centro neurálgico de la ciudad», apostilla la historiadora, quien señala que fuera de la muralla, «que ahogaba y comprimía el espacio urbano», del conocido como «Oviedo redondo», también se conserva toponímia medieval.

Vista del antiguo castillo de la fortaleza de Oviedo. Lateral de la plaza Porlier
Vista del antiguo castillo de la fortaleza de Oviedo. Lateral de la plaza Porlier RIDEA

La calle del Peso, que en la actualidad también se llama así,«era donde se pesaba la harina». Lo que hoy se conoce como El Campillín era el Campo de los Herreros.«Está justo donde acaba la calle de la Ferrería y es el espacio fuera de la muralla donde los herreros continuaban parcialmente sus labores». La Escandalera era Santa María del Campo, «quizás el arrabal (barrio fuera del recinto de la población a que pertenece) más importante de la ciudad». En la calle Marqués de Gastañaga se construyó a principios del siglo XVI el matadero, «lo que ahora es el Colegio de Arquitectos». «Este oficio se saca fuera de la ciudad porque era una actividad insana y muy sucia», apunta María Álvarez.

De la misma manera, las calles Caveda y Covadonga en la Edad Media eran conocidas como Los Estancos. «No sabemos que significaría. Posiblemente de agua estancada», señala la historiadora. La plaza de Riego, situada al lado de la Calle de los Pozos y muy cercana al edificio histórico de la Universidad de Oviedo, durante el Medievo era la plaza Picota porque «allí era donde ajusticiaban a la gente». La Calle Jovellanos era en la Edad Media, Traslacerca. De esta manera,«se indicaba el fin del espacio urbano amurallado». La plaza Santo Domingo, que recibe su nombre por el monasterio dominico fue, en la época medieval, El Pelambre de Mestallón.« La ciudad decidió sacar allí las tenerías y curtidurías (donde se trabajan las pieles) al ser actividades sucias y que generaban molestias a vecinos y peregrinos. La presencia de agua, además, garantizaba el desarrollo de estas actividades junto al ‘reguero de Mestallón’, señala.

El nombre medieval de las puertas de la muralla

Al igual que las calles, las siete puertas de la muralla también pueden recuperar su nombre medieval. Una de ellas es la puerta de Cimadevilla, donde está el arco de Cimadevilla, que hoy en día es el arco del Ayuntamiento de Oviedo. Otra es la puerta de la Ferrería, que está al final de la Ferrería, donde termina la calle Mon, y que era conocida como arco de la Soledad.«Era muy habitual que a la protección física que garantizaba el cierre de la puerta de la muralla se añadiese una protección ‘espiritual’ colocando alguna imagen de una virgen o santo que han dejado también huella en el nombre de las puertas como vemos en el caso de la Ferrería», explica la historiadora.

El ayuntamiento de Oviedo en la plaza de la Constitución, actualmente. El arco central era uno de los accesos de la muralla medieval y como tal se respetó en 1621
El ayuntamiento de Oviedo en la plaza de la Constitución, actualmente. El arco central era uno de los accesos de la muralla medieval y como tal se respetó en 1621 © DANIEL ROIG

En la calle Postigo la puerta era más bien «un postigo», tal y como indica su nombre. La Puerta de la Noceda, en la calle San Vicente fue en la época medieval la Puerta del Obispo, al estar ubicada en« un espacio de jurisdicción eclesiástica». En la calle Gascona, la Puerta homónima fue también conocida como el arco de San Pelayo, debido a la proximidad del Monasterio. Mientras que el arco de San Juan debe su nombre al Hospital de peregrinos qu mandó levantar el rey Alfonso VI, aprovechando el antiguo palacio regio de Alfonso III, situado entre las calles Schultz, Águila y Jovellanos. A finales de la Edad Media, también recibió el nombre de Puerta de Santiago, por el gran Hospital de Santiago levantado muy cerca de allí. Finalmente,«la Puerta del Campo comunicaba la ciudad amurallada con el amplio solar extramuros de Santa María del Campo», pormenoriza María Álvarez..

Cuando Oviedo comenzó a crecer, la necesidad de ampliar el recinto amurallado cada vez era mayor. Para ello se levantó una nueva puerta de muralla, exenta,«que permite verificar el crecimiento urbano por el sur de la ciud y que delimita cómo un espacio extramuros pasaba a convertirse en un espacio intramuros». Ese espacio era «nada más y nada menos» que la entrada del Camino de Santiago en la ciudad, «la originariamente llamada ‘Cimadevilla fuera’, hoy Magdalena, y que se incorpora a la ciudad medieval gracias a una nueva puerta: la Puerta Nueva». Esta estaba situada donde actualmente está el monumento en honor al Conde de Campomanes, en el cruce de las calles Leopoldo Alas, Arzobispo Guisasola y Campomanes.

Una imagen de la década de los años 20 del siglo XX que muestra el barrio de la Puerta Nueva de Oviedo
Una imagen de la década de los años 20 del siglo XX que muestra el barrio de la Puerta Nueva de Oviedo

El origen de la nomenclatura medieval

Detrás de todos estos nombres medievaes había una lógica social, económica o geográfica. En la Edad Media, tal y como aclara Maria Álvarez, los miembros de un mismo oficio vivían en la misma calle. Para otros términos se tenía en cuenta la procedencia de los vecinos como Gascona, que viene de Gascón (natural de Gascuña, antigua provincia de Francia), ya que todos los inmigrantes se concentraban en esa zona. Alguna nomenclatura es simplemente topográfica como es el caso de Cimadevilla. «Es la cima más alta de la villa», detalla la historiadora, quien precisa que la plaza de la Balesquida,«era una plaza muy pequeña que estaba al lado de la capilla de la Balesquida y que lleva esa nombre en honor a una burguesa que cuando murió dejó su fortuna a la cofradía».

Una ciudad medieval con un plano reticular

Durante el medievo, la ciudad de Oviedo tenía un plano urbano reticular. Tres calles dispuestas en ejes paralelos que van de norte a sur se cortaban transversalmente con otras tres que transcurrían de este a oeste. El primer tramo y el más importante puesto que es parte del Camino de Santiago va desde la calle de Cimadevilla, pasando por la calle de la Rúa, hasta llegar a la Catedral. El segundo tramo sería desde la calle Mon (ferrería) hasta la calle Águila (la Gascona medieval). Por último estaría la calle Noceda, que hoy es la calle de San Vicente. Estas vías se cruzan con la calle que va desde San Antonio (antigua Salazogue) hasta Canóniga. Luego estaría la calle que va desde plaza de la Catedral,«lo que era la platería», hasta  San Tirso y la calle Schultz (Rúa de las Posadas).

Para configurar el mapa del Oviedo medieval, María Álvarez también agrupó la ciudad en tres grandes barrios: el del Obispo, el del Castillo y el de Mercado, «que hacen referencia a las tres funciones, religiosa, política y económica». Después dividió la ciudad en cuatro parroquias: la de San Tirso, la de San Juan, la de Santa María de la Corte y la de San Isidoro, y por último dibujó las vías de circulación. Tras reconstruir el plano urbano, la historiadora leyó «muchos testimonios documentales» para conocer la toponimia medieval, dado que en la época medieval y luego moderna no se ponían letreros en las calles sino que había un recuerdo popular. «Algunos nombres fueron por aproximación y otros eran evidentes», confirma la historia.

Una nomenclatura antigua que María Álvarez quiere recuperar a toda costa. Lleva desde el año 2007 instando al Ayuntamiento de Oviedo a recuperar los nombres medievales. « Ya se lo propuse al entonces alcalde, Gabino de Lorenzo, cuando gané el premio Juan Uría Ríu por mi investigación Oviedo a finales de la Edad Media: morfología urbana y política concejil». Sin embargo, la idea no ha cuajado a pesar de que «detrás de un nombre siempre hay una historia y la toponimia urbana es parte de la historia de la ciudad».

«Mon es uno de los hombres más importantes de la historia asturiana y española y yo no quiero modificar el nombre de esa calle para nada, pero hay que recordar que en esa calle antiguamente estaban los herreros», ejemplifica la historiadora, quien propone que en los letreros, a parte de indicar el nombre actual se debería de señalar el término medieval. «El pasado es muy importante. Las calles recuerdan a los oficios, a lo que se dedicaba la gente en aquel entonces. Se trata de sumar y no de restar. La toponimia es memoria escrita», clama.