La ovetense que con 91 años va a la Universidad: «No pienso en la edad, solo en aprender»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

María Luisa Najas Díaz tiene 92 años y acude cada día al programa PUMUO de la Universidad de Oviedo
María Luisa Najas Díaz tiene 92 años y acude cada día al programa PUMUO de la Universidad de Oviedo

Por circunstancias de la vida María Luisa Najas no pudo continuar con sus estudios tal y como le hubiese gustado, pero nunca se ha cansado de adquirir nuevos conocimientos

09 jun 2023 . Actualizado a las 09:35 h.

Para María Luisa Najas Díaz la edad tan solo es un número. Ni siquiera le importa revelar los años que tiene. «¡91!» dice sin inmutarse. A esta nonagenaria que nació en un pueblo de Sevilla y acabó viviendo en Oviedo por amor solo le importa vivir el día a día y disfrutar al máximo cada momento. «Soy consciente de los años que tengo; entonces, para mí, cada vez que abro los ojos por la mañana, es como un regalo», asegura con esa vitalidad que desprende con cada palabra o gesto que hace. Cierto es que aparte de gozar y valorar una buena compañía, un rico café o el cariño de sus nietos, entre otras muchas cosas, lo que más le apasiona es aumentar sus conocimientos. Es por ello que, desde hace 13 años, acude a las clases del programa PUMUO de la Universidad de Oviedo y espera poder hacerlo mucho más tiempo, dado que le «encanta aprender cosas nuevas».

Esa curiosidad por saber es algo que María Luisa tiene desde bien pequeña. «Mis padres me enseñaban a leer, a hacer poesía e incluso a estudiar escritores», asegura antes de recordar que en el negocio que regentaban sus progenitores utilizaba los papeles de estraza para dibujar a los clientes. «Los observaba y me gustaba mucho esa experiencia porque con solo mirarlos ya te contaban su historia», asevera. Al fin y al cabo, siempre quería aprender algo nuevo, daba igual del ámbito que fuese. Sin embargo, por circunstancias de la vida tuvo que sacrificar su futuro académico.

Tras el fallecimiento repentino de su padre y al poco tiempo de su madre, una joven María Luisa tuvo que hacerse responsable «de muchas cosas». No solo de ponerse al frente de los comercios que regentaban por aquel entonces sus padres, sino también de cuidar a sus hermanos, entre otras cosas. Aún así, sacaba tiempo para saciar su hambre de aprender. Se apuntó a un curso de coser y a otro de corte y confección. «Traje a cinco amigas mías y aquel invierno que yo aprendí las enseñé a coser e hicieron incluso sus propios abrigos»

Después empezó sus estudios de música. «Comencé a tocar el violín. Iba con un profesor, pero no llegó al año y se murió, así que no pude seguir con las clases porque no había nadie más», señala, antes de contar que, cuando por motivos familiares se mudó a Tarragona, inició una carrera en la Universidad. Sin embargo, no pudo finalizar la misma ya que en el momento que iba a iniciar el cuarto y por tanto último curso tuvo que regresar a Oviedo.

De nuevo en la capital asturiana, María Luisa acudió a una clase de egiptología que impartía una profesora en la calle del Rosal, «donde antes era la Escuela de Música». «Lo estudiamos tres años y después hicimos un viaje a Egipto. Cuando estuve allí era como si lo conociera de toda la vida, incluso cuando lo veo por la tarde me acuerdo de muchas cosas. Fue una experiencia que me encantó», reconoce nostálgica.

Además, recuperó sus estudios de música. Hizo cuatro años de solfeo y tres de piano. De este último instrumento ni siquiera pudo terminar la carrera, puesto que tras el fallecimiento de su marido a quién le encantaba verla tocar dejó de hacerlo. «Todo lo que he emprendido ha habido algo fuerte que me ha cortado. No tengo ningún título que me avale», lamenta María Luisa, quien no quiere dejar «nunca» PUMUO, puesto que le «aporta muchísimo». No obstante, ese conocimiento que ha ido adquiriendo con el paso de los años lo tiene todo guardado en su cerebro. «Además lo he vivido, que también ha sido muy importante», destaca.

«Yo solo pienso en saber más cosas y conocer todos esos descubrimientos tremendos que se están haciendo»

Para María Luisa, empezar a acudir con 78 años a las clases de PUMUO fue una de las mejores cosas que le ha pasado en la vida. No solo porque desde entonces mantiene activo el cuerpo y la mente, además de sociabilizar, sino también porque amplía así sus conocimientos, algo que para ella es fundamental. «Yo no pienso en la edad; solo en aprender, en saber más cosas y en conocer todos esos descubrimientos tremendos que se están haciendo», asegura. Para ello, aparte de tomar los correspondientes apuntes en el aula, graba las clases para escucharlas cuando se acuesta por la noche en la cama. Según ella misma explica: «Aunque me encanta, todo tengo mala memoria».

Además, en la medida de lo que puede, completa dicha información. «Los documentales de La 2, por ejemplo, te recuerdan y amplían lo que te han enseñado en la Universidad. Si vas al diccionario y buscas el significado, pues más de lo mismo. Al final es una amplitud de conocimientos que te aporta y te abre todos los sentidos», asegura. Unos conocimientos que repasa antes de acudir cada día al aula, puesto que, «si no llevas las cosas claras, no puedes encajar lo nuevo con lo otro».

Como ya ha completado el curso entero de Pumuo, que es de cinco años, María Luisa se matricula en aquellas asignaturas que ya ha dado, aparte de inscribirse en las nuevas. En este punto, la nonagenaria reconoce que su asignatura favorita es Un paseo por el cosmos. Introducción a la astronomía y astrofísica. «Me hace vibrar muchísimo. Con la cantidad de galaxias que hay, me paro a pensar qué somos. Te lleva a pensar mucho en ti y en por qué estamos en este mundo», reflexiona, no sin antes reconocer que le «fascinan» las relacionadas con el cuerpo humano, sobre todo, con el cerebro y el corazón. También conocer cómo las matemáticas «están en todas partes» le ha marcado mucho. «En cualquier arte están, tanto en la arquitectura como en la pintura, la literatura o el cine», destaca.

No obstante, cada una de las asignaturas que se dan en la Universidad de Oviedo son «muy pero que muy interesantes». Además, como son impartidas por una serie de profesores que son «extraordinarios» es un plus aún mayor. «Los docentes se vuelcan de tal manera para explicar lo mejor posible sus amplios conocimientos de todos los saberes que tienen y saben transmitírnoslos con muy pocas palabras. Además, como saben que vamos a aprender y tenemos una experiencia que es la que te da la vida, que al final se podría decir que es una carrera, se interesan aún más», reconoce agradecida.

Coro de los alumnos de PUMUO de la Universidad de Oviedo. María Luisa Najas es la tercera de la segunda fila empezando por abajo a la derecha
Coro de los alumnos de PUMUO de la Universidad de Oviedo. María Luisa Najas es la tercera de la segunda fila empezando por abajo a la derecha

Aparte de ir a la Universidad, María Luisa participa en el coro de la asociación de Estudiantes Mayores de la institución académica y en el de la Cruz de la Victoria. «Cantar me da alegría y me hace sentirme joven internamente», resalta. Motivo por el cual acude a cada uno de los ensayos aunque esté agotada física y mentalmente. «No pienso en el cansancio porque sé que el cerebro, si quieres, te recupera la fuerza perfectamente, está capacitado para afrontar muchas cosas que tú no quieres. Ese es mi lema. Al fin y al cabo, tú tienes que tratar de hacer todo lo posible no solo por ti, sino sobre todo por los demás. No se trata de que la gente esté pendiente de ti todo el rato, es al revés», resalta.

Con estos pensamientos, María Luisa lamenta que haya personas mayores que «pierdan el tiempo tomando un café en la cafetería cuando podrían ir a clase y tomar el café allí mismo en la Universidad de Oviedo. «Existiendo PUMUO, que te da tanto conocimiento más allá de la ciudad o de lo que te puedas relacionar con las personas, es una pena que haya individuos que se pierdan lo que aporta este programa o que ni siquiera sepan que existe», implora.