Bar Guillen, un chigre de los de toda la vida en Oviedo: «Es mi segunda casa»

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

Así luce la entrada del Bar Guillen, el chigre de Oviedo con más de 100 años de historia
Así luce la entrada del Bar Guillen, el chigre de Oviedo con más de 100 años de historia

Este establecimiento del barrio homónimo lleva más de 100 años haciendo que los clientes se sientan como si estuvieran en su propia casa. Los lectores de La Voz de Asturias cuentan porqué vuelven una y otra vez

05 nov 2023 . Actualizado a las 09:56 h.

Pocos establecimientos hosteleros quedan en Oviedo que sean de los de toda la vida. Sin duda alguna, uno de ellos es el Bar Guillen. Aunque no es el más antiguo de la ciudad, sí que es uno de los que más solera tiene. Sus puertas llevan abiertas nada más y nada menos que 102 años. Desde entonces, se ha convertido en el punto de encuentro de muchos ovetenses, quienes en varias ocasiones se han quedado hasta las tantas de la mañana charlando y bebiendo en este local de la calle Rosales.

Familias enteras han pasado por este chigre donde las paredes hablan ya por sí solas. Son muchos los momentos que se han vivido en este bar en el que a día de hoy es la tercera generación, con Rolando Fernández al frente, la encargada de seguir haciendo que la gente se sienta como si estuvieran en su propia casa. Con el objeto de recopilar los recuerdos que los clientes más habituales o los puntuales guardan en su memoria y para que estos no queden en el olvido, La Voz de Asturias pidió a sus lectores que relatasen sus mejores anécdotas.

Muchos de ellos aseguran que comenzaron a frecuentar el bar Guillen desde que eran bien pequeños. Lorena lo hizo cuando tenía siete años, mientras que María Teresa acudió por primera vez con diez años y José Rubiera con 12. También María y Verónica confirman que empezaron a ir a este chigre cuando aún eran unas niñas. Hay quienes incluso asomaron por el local cuando aún tenían meses de vida como Eva, Lorena o Carla a quienes las llevaban sus padres en el carricoche.

Rolando Fernández está al frente de Bar Guillen, el negocio familiar de su mujer
Rolando Fernández está al frente de Bar Guillen, el negocio familiar de su mujer

Al acudir a este clásico bar desde tan chicos, sin tener apenas uso de la razón, la mayoría de los lectores no recuerdan muy bien el momento en el que pusieron por primera vez un pie en el mismo. En cambio, sí que saben que cuando lo hicieron iban acompañados de algún familiar o ser querido. A Andrés, al igual que Andrea, le llevó su padre. También a Sheila la llevaron originalmente sus progenitores.

Aunque no lo hicieron tan jóvenes, hay quienes comenzaron a frecuentar este bar que durante mucho tiempo fue conocido como Casa Manolito desde el minuto uno que se mudaron al barrio de Guillen Lafuerza. Y no es para menos, puesto que tal y como asegura Heraclia «me acogieron como en casa». Otros, en cambio, lo hicieron por casualidad como Cristina, quien entró por primera vez para comprar tabaco y le sorprendió que hubiese tanta gente en el establecimiento. Desde entonces, no ha dejado de pasar por el chigre para tomar algo.

Por su parte, Luis Solís, natural de Serrapio pero residente en Gijón, asegura que pisó por primera vez el bar cuando comenzó a salir de fiesta por Oviedo con sus amigos y después hacía lo propio con la novia que tenía por aquel entonces. La chilena Loreto, afincada en Amieva, entró una vez durante unas Navidades en el bar Guillen y ahora cada vez que puede regresa para pasar un rato de lo más alegre, tal y como manifiesta. Luego está Margarita Fernández quien fue la responsable de que sus hijos y nietos conociesen de primera mano este clásico bar. «Verlos crecer y jugar ahí es de lo más bonito», asegura nostálgica.

Una gran familia

Independientemente del motivo que les haya llevado a poner un pie en el bar Guillen, los lectores de La Voz de Asturias no se arrepienten ni por asomo haberlo hecho. El trato tan familiar y cercano que siempre han ofrecido las tres generaciones que han estado al frente del mismo hacen que se sientan como si estuvieran en su propio hogar. «Es ya mi segunda casa», asegura Lorena.

«Ellos mismos son una gran familia y nos hacen pertenecer a ella», ratifica la ovetense Eva, antes de señalar que el bar Guillen es un sitio de encuentro de la gente del barrio, pero «si no lo eres te sientes como si lo fueras». «Siempre da la sensación de que conoces a todo el mundo», asegura Carla, a quien le encanta reunirse allí con todos sus seres queridos.

También a Gumersindo Martínez le fascina juntarse con los vecinos y amigos del barrio, mientras toma algo tranquilamente. Y a José por supuesto. Desde los doce años lleva acudiendo al bar Guillen. «Qué tiempos. Me acuerdo cuando lo regentaba Nieves. Después lo empezó a regentar Manolito, un gran amigo mío. Cuando fui a la mili me dio 500 pesetas, una fortuna para mí en aquellos tiempos. Yo le regalé una foto de boxeador y recuerdo también cuando me acompañaba a mis veladas de boxeo», rememora a sus 75 años.

Aparte de que los clientes se sienten como en casa, en el Bar Guillen estos se lo pasan «pipa»: «Hasta el punto de que cada vez que vamos para marchar tenemos drama», asevera Carla. Y es que cada vez que pueden, Rolando y su mujer Leticia organizan fiestas adaptadas a todos los públicos para que estos disfruten al máximo, además de mantener y dar vida al barrio. Desde Halloween hasta Carnaval, pasando por las actuaciones puntuales de cantantes en el local, sin faltar los campeonatos de tute o parchís o los grandes comilonas.

«Roli y su mujer Leti se superan con todos los eventos que hacen en general», apostilla la tevergana Marí. «Son únicos», resalta Geli. Pero bueno, «aquí cae una cuchara al suelo y como suene más de una vez estamos todos bailando», asevera Kike, quien resalta «el buen rollito» que siempre se respira en el Guillen. «Tan pronto organizamos una comida,como una fiesta o nos sentamos doce en una mesa», apostilla Sheila.

Por este motivo, la mayoría de los lectores que respondieron a nuestro formulario siguen acudiendo al Bar Guillen. Algunos lo hacen todos los días, otros en ocasiones puntuales. Y esperan poder seguir haciéndolo muchos años más porque al final «siempre vivimos buenos momentos en este bar», asegura una clienta.