Pierde la voz y también su trabajo: el calvario de Nuria, una ovetense con covid persistente

Esther Rodríguez
Esther Rodríguez REDACCIÓN

LA VOZ DE OVIEDO

Nuria Bailón tiene 46 años y sufre covid persistente
Nuria Bailón tiene 46 años y sufre covid persistente

Nuria Bailón se contagió hasta en tres ocasiones de covid-19. Este virus respiratorio le ha provocado unas secuelas que han limitado por completo su vida. Dado su estado de salud no ha pasado el correspondiente reconocimiento médico. Sin embargo, el INSS considera que sí está en condiciones para emplearse

05 mar 2024 . Actualizado a las 19:58 h.

Nuria Bailón tiene 46 años y está al paro. No trabaja porque no quiere, sino porque su estado de salud no se lo permite. Las secuelas prolongadas del covid-19 —virus del que se contagió hasta en tres ocasiones— y los efectos secundarios de las vacunas para hacer frente a esta enfermedad han limitado por completo el día a día de esta vecina de Oviedo. No puede hacer esfuerzos físicos, está constantemente fatigada y, por si fuera poco, ha perdido prácticamente la voz. Al sufrir disfonía no puede ejercer de comercial, profesión a la que se dedicó toda su vida. En el reconocimiento médico la echaron para atrás por este motivo. Sin embargo, para el Instituto Nacional de la Seguridad Social esta dolencia no es ningún tipo de impedimento para poder emplearse.

Después de estar un año y once meses de baja laboral porque le resultaba «imposible emplearse» con esos síntomas, fue dada de alta. Desde el INSS no le «reconocieron» la incapacidad que «ellos mismos» le habían propuesto y le tocó incorporarse a su puesto de trabajo. A la hora de pasar el correspondiente reconocimiento médico le dijeron que «no era apta para el puesto». Fue por tanto puesta de patitas en la calle: «Me despidieron». Al quedarse al paro y no ser inhabilitada por no estar capacitada para desempeñar correctamente como comercial se ha visto obligada a presentar una demanda para que sea un juez el que decida. Será en junio cuando se celebre dicho juicio, tal y como asegura.

Hasta entonces tendrá que seguir lidiando con los estragos del coronavirus, con unos síntomas con los lleva ya conviviendo casi cuatro años. Fue en marzo del 2020 cuando Nuria Bailón se contagió por primera vez de coronavirus. En aquel momento solo tenía décimas de fiebres, pequeñas crisis asmáticas, de vez en cuando le dolía la cabeza y las articulaciones, además de sufrir una disfonía que tan solo le duró unos días.

Ante estos indicios acudió al médico pero como en aquel momento «no había PCR para todos» —«las pocas que había las necesitaban para la gente que estaba más grave»— en el centro de salud le dijeron que se diese por positiva. Es por este motivo que oficialmente «no aparece por ningún lado» que se haya contagiado de coronavirus, pero en el informe sí que figura que estuvo en «contacto» y «expuesta a otras enfermedades víricas transmisibles».

Con el paso del tiempo fue mejorando pero al año Nuria empezó a vivir un auténtico calvario. Tuvo una «crisis asmática fuerte» que desencadenó en una fatiga que «cada día iba a peor». Comenzó a tener migrañas y volvió a perder el timbre de la voz y desde entonces no lo ha recuperado. Es más, para contar su historia a La Voz de Asturias ha tenido que redactar un texto contando toda su situación, ya que hablar le suponía un gran esfuerzo. «Por momentos me quedo casi sin voz», asegura.

Al no recuperarse, estar cada vez «peor» y no saber realmente qué le pasaba, todas las pruebas PCR que hacía arrojaban un resultado negativo, la ovetense comenzó una carrera de fondo para poder poner nombre a su dolencia. Su médica de cabecera tan solo le decía que «iba a quedar así». Cuando consiguió cambiar de facultativa en Atención Primaria asegura que esta le dijo que si no podía realizar su trabajo como comercial, al no poder hablar, que se buscara otro empleo.

Ante este «abandono» médico, Nuria estaba ya desesperada. «No sabía qué hacer con mi vida, yo no estaba bien y nadie me encontraba nada», asegura. Cada dos por tres acudía al servicio de Urgencias por ese malestar. Pasaban los días y no mejoraba ni un ápice, al contrario, en su cuerpo florecían nuevos síntomas, perdió incluso el olfato, pero las PCR «seguían dando negativo». Tras ir de especialista en especialista, los facultativos llegaron a la conclusión de que su situación era a raíz del covid y de las vacunas, «así figura en el informe». Algún médico le dijo que tenía covid persistente, pero «nadie» se lo puso por escrito.

Vuelve a contagiarse de coronavirus

Tras varios meses sin apenas poder hablar, Nuria por fin consiguió que la derivasen al otorrino. El facultativo experto en la garganta le dijo que sus cuerdas vocales «estaban perfectas». «Solo tenían un pequeño edema que podía ser debido a forzar todo ese tiempo», precisa. Le recomendó sacar la baja laboral —hasta ese momento seguía trabajando— y le mandó visitar al foniatra. Así lo hizo. Pero a los pocos días de dejar de emplearse, en junio de 2021, volvió a contagiarse de coronavirus. En esta ocasión, «los síntomas eran más fuertes».

«Durante más de 10 días tuve periodos de fiebre muy alta, además tenía un dolor de cabeza terrible y unos dolores musculares que me impedían encontrar postura y no me dejaba ni dormir», detalla Nuria, a quien su médica le dijo que de seguir así debía acudir al HUCA. Por suerte, aunque fuese «poco a poco», la fiebre fue remitiendo. Los demás síntomas «permanecían».

A nivel respiratorio el contagio parecía que no le «había afectado» pero cada día que pasaba Nuria se «fatigaba» más. «Tuve que empezar a tomar el ventolín con mucha más frecuencia», asegura antes de señalar que cuando comenzó a acudir al logopeda le «costaba» realizar los ejercicios «por la capacidad pulmonar»: «Tenía que hacer muchas pautas respiratorios», afirma.

En el momento que recibió las correspondientes dosis de la vacuna contra el covid-19 «notaba que iba a peor». «Era igual que si pasara la enfermedad», reconoce. Pero no fue hasta el mes de diciembre cuando empezó «el declive». Los síntomas que tenía fueron a más hasta el punto de limitar por completo su vida. «No era capaz ni de ducharme, tenía que pararme e incluso tomar el ventolín para hacerlo», confiesa y señala que tuvo que dejar de hacer las tareas del hogar, ya que «necesitaba ayuda hasta para hacer la cama». Cuando le hicieron la correspondiente prueba del esfuerzo, Nuria no logró superar la misma. «Al mínimo esfuerzo me daba taquicardización precoz», cuenta.

Tercer contagio y florecen nuevos síntomas

Por si fuera poco, en diciembre de 2022 volvió a contagiarse de coronavirus. Además de los síntomas que ya tenía empezaron los problemas estomacales. Perdió el apetito y le cogió «asco a la comida». «Adelgacé cinco kilos», detalla. Además como «temporalmente» le quitaron de comer gluten bajó «otros diez kilos más». A día de hoy sigue con pruebas de digestivo y a la espera de resultados.

Este cúmulo de síntomas impiden a Nuria llevar una vida normal o al menos seguir la rutina que estaba acostumbrada a hacer. No puede trabajar porque ni siquiera tiene voz pero es que tampoco puede encargarse de las tareas del hogar. «Si un día plancho ya no puedo hacer nada más en toda la jornada, si limpio una habitación por alto y recojo un poco lo más gordo del resto, ya cumplí para ese día», confiesa y revela que las limpiezas generales o en profundidad como limpiar azulejos o los armarios de la cocina le resulta «completamente imposible». «Ahí ya sí que me tienen que ayudar», asevera.

Esta ovetense, al igual que cientos de asturianos en su misma situación, lucha porque se le reconozca una incapacidad laboral, aunque por lo menos sea temporal. En esta incansable lucha cuenta con el apoyo incondicional del colectivo Covid Persistente de Asturias. Esta asociación sin ánimo de lucro busca visibilizar y denunciar la situación en la que se encuentran las personas que padecen esta enfermedad. «Hacen una labor excepcional. Nos ayudan, se esfuerzan y sobre todo se encargan de dar voz y que a los afectados se nos escuche porque los que padecemos covid persistente somos unos grandes olvidados», lamenta Nuria. «Desde aquí doy las gracias a todos los miembros del colectivo que nos hace tanto bien el tenernos los unos a los otros», aplaude.

Cualquier persona con secuelas prolongadas del covid-19 que no forme todavía parte de la asociación puede ponerse en contacto con el colectivo a través del siguiente correo electrónico: covidpersistenteasturias@gmail.com