Trotta: «En el Sporting pasaban cosas locas»

David Acebal

SPORTING 1905

Roberto Trotta
Roberto Trotta

Entrevista con La Voz de Asturias

04 oct 2021 . Actualizado a las 12:21 h.

Roberto Trotta (Argentina, 1969) formó parte del Real Sporting de Gijón de los registros negativos. El central, campeón de Libertadores e Intercontinental, suponía una de las grandes apuestas para tratar de revivir un conjunto que llevaba camino imparable hacia el descenso. Convertido en la actualidad en técnico y en rostro televisivo en su país, rememora en La Voz de Asturias algunos de los episodios menos agradables de su paso por la liga española.

¿Qué ha sido de Trotta, sigue ligado al mundo del fútbol?

«En realidad soy entrenador, he podido ir sumando algunos años de experiencia ya, aunque en estos momentos me encuentro a la espera de otra oportunidad. La idea es volver a dirigir. Actualmente trabajo en televisión como columnista en un programa de FOX Sports, no obstante, ahora en casa, esperando superar la situación actual, que vuelva la normalidad y regrese el fútbol».

¿Cómo está la situación en Argentina?

«Complicada, vamos con alguna semana de retraso respecto a Europa. Seguimos en aislamiento obligatorio para tratar de derrotar al Covid-19. Acá el problema es la economía del país, considerando que incluso antes de la pandemia ya había problemas críticos de importancia».

¿Qué recuerdos le trae el Sporting?

«En lo personal, lindos. La ciudad es hermosa, Gijón me encantó. El club es espectacular. Además tengo un hijo asturiano, que vive en España. Hay cosas que me quedaron muy buenas, aunque es obvio que no en lo futbolístico. Lamentablemente no pude hacer bien las cosas, así que en lo deportivo está claro, malo. No me fue bien ni en lo individual ni en lo colectivo. Llegué a un equipo que no estaba bien desde la primera fase del campeonato. Llego a finales de noviembre y ya nos daban por descendidos. No era un lugar para hacer las cosas con tranquilidad. Ya estaban juzgados».

En esas circunstancias, ¿qué le empuja a firmar?

«Se me dio la oportunidad de volver a jugar en Europa después de no haber tenido un buen desempeño en Roma. Pienso que todo jugador sudamericano tiene sus ganas de participar en una liga europea. En esos años para los argentinos no existían otras ligas que no fueran la española o la italiana, hoy hay 150 ligas abiertas para todos los jugadores del mundo, creo que si me hubiera tocado jugar en alguna liga no tan importante como eran en ese momentos esas dos, me hubiera ido mucho mejor, pero bueno, no se me dio. Lo más importante es que fui buscado para participar en ambas».

¿Recuerdas cómo se gestó el fichaje?

«Fue muy rápido. Estaba jugando en Racing, cedido por River. Un representante de acá me dijo que si me quería ir a Gijón, a Primera. Me trajo un contrato, que sé que era un pago muy importante para River. No lo dudé nunca, sabía la situación a la que iba, era un reto. Mi idea era tratar de aportar mi experiencia en ese momento, no se pudo dar. El traspaso se hizo velozmente y por un dinero elevado, pero eso era un problema entre dirigentes, no era mi problema. Cuando vi el contrato, cómo no lo voy a agarrar, tres temporadas me hicieron firmar. Ponte en mi lugar a ver qué haces». 

Y llega a un equipo que firma una de las peores marcas en las ligas europeas

«Como jugador lo tomé como una gran oportunidad y en ese momento estaba confiado en que podía aportarle algo al Sporting, después se dieron situaciones que también influyeron. Al entrenador que me llevó, de repente, ya no le gustaba cuando yo estaba en el campo, no sé, me habría contratado porque me vio en un vídeo. Desde afuera de la cancha no se puede hacer nada. También hay que pensar que tampoco era un jugador que te podía salvar a un equipo. Era del montón, para aportar en lo global. Se dio como se dio».    

«Ese Sporting no es el peor equipo en el que he jugado en mi carrera. He jugado en peores, pero la diferencia es que en esos al menos podíamos lograr resultados. En Gijón no había tan malos jugadores, no éramos buenos tampoco, pero no era para pasar lo que pasó. Luego estaba la losa de los resultados, imagínate, yo jugué 18 partidos y no pude ganar ninguno. Antes de mi llegada al equipo tampoco sumaba victorias. Yo debuto a finales de noviembre, el primer triunfo es en febrero y sólo logramos dos en todo el curso, de locos».  

¿Encuentra razones para que se diera así?

«Es que pasaban muchas cosas. Tener cuatro técnicos en un año por ejemplo. Pasaban cosas locas. Yo entrenaba para demostrarle al técnico que podía jugar. Recuerdo que uno de los técnicos me viene a ver un día y me dice: '¿pero tú quieres jugar?'. 'Claro, cómo no voy a querer jugar', contestaba, y él me decía: 'Pero si es un equipo malísimo,¿por qué quieres jugar en este equipo?'. Yo decía, 'quiero jugar para demostrar que puedo ser útil y si acaso, tener oportunidad de irme a otro equipo. Si no juego no voy a poder irme a ningún lado, salvo volverme a Argentina, que es dónde me conocen'. Bueno, más o menos fue lo que pasó. Me puso, no pudimos demostrar, ni yo ni nadie, que éramos buenos jugadores en ese momento y me volví a Argentina. Me resultó muy gracioso que me preguntara si quería jugar. 'Acá hay muchos que los pongo y me dicen que no los ponga'. argumentaba él. No lo podía creer, yo nunca sería un caso así».  

«Tanto los logros importantes como los fracasos en el fútbol son una cuestión de grupo. Acá en la Argentina formar parte de esa plantilla sería una mancha tan negra para todos los componentes, que creo no te darían la oportunidad ni de trabajar de utillero en el club. No te lo permiten ni de casualidad. Lamentablemente estuve participando en el peor equipo de la historia del Sporting. Te puedes ir al descenso, pero no de esa forma».

¿Había demasiada tensión en aquel vestuario?

«A mi lo que me molestaba es que era al contrario. Tendría que haber sido altísima y no era. Había demasiada tranquilidad dentro del vestuario. No me gustaba y pensaba que hacía falta otra cosa para una situación como esa. Ir a jugar de visitante era pensar durante la semana, 'bueno, vamos a ver cuántos goles nos hacen'. El objetivo era tratar de encajar los menos posibles y a mi me daba mucha bronca, como defensor, que el pensamiento del equipo fuera ese. Así nos iba, era como que se estaba esperando el momento de descender para liberarse y casi que fue así, una vez que ya era matemático se jugó mejor, más libre, los rusos jugaban como descargados de la presión, estaba claro que estaban esperando todos que el equipo descienda para jugar mejor». 

Algún encontronazo tuvo con sus compañeros

«Cosas que pasan en los entrenamientos. Con el ruso Cheryshev no nos llevábamos. Más teniendo en cuenta mi personalidad. El entrenador no me estaba teniendo en cuenta para jugar y los nervios de querer participar y que no me dejaran me llevó a pelearme con el ruso. Siempre fui de cables pelados. En ese práctica sentí como que me estaba cargando, faltando al respeto y nos agarramos a la piñas, alguna patada voladora y puñetazo. Novoa nos llamó para hacer las paces y nos volvimos a agarrar delante suyo. Nos mandó al banco, se bajó la tensión, estuvimos 5 minutos sentados juntos y regresamos al entrenamiento. No le demos más importancia, cosas que pasan en la cancha».

¿Qué pasó para no seguir en el club?

«Con el descenso el Sporting dice que no podía pagarme ese dinero en Segunda división, porque bajaba el presupuesto al club. Me parecía lógico y decidimos conjuntamente despedirme. Me enviaron a préstamo a Unión de Santa Fe, pero pasó que el Sporting no pagaba las cuotas que le debía a River Plate. Entraron en un conflicto económico, con reclamación a la FIFA, que le devolvió mi pase a River por impago. Fui una mercancía, como un auto o una casa, que si no pagas pues te la quitan. Fue todo muy raro, la dirigencia del Sporting en esa época era rara, qué se yo».

¿Sigue la actualidad del equipo?

«Siempre le pongo un ojo a los equipos en los que jugué. Sigo al club en redes sociales, estoy al tanto de la actualidad y los nombres, pero ver un partido, desde la última etapa en Primera no les veo jugar. Igual les deseo lo mejor. Al margen de lo deportivo, rescato muchísimo de la experiencia, la gente me trató realmente bien. Como institución e historia es un equipo de la máxima categoría, pero hace mucho que se ha quedado varado en Segunda, por algo son las cosas. No se puede cambiar un plantel al completo cada año, hacer diez o doce contrataciones nuevas al año. Hace falta encontrar una continuidad de ideas y jugadores, si no a la larga se paga con descensos, o con malas campañas encadenadas. Lamentablemente mi nombre no está unido a algo bueno en Gijón, entiendo que no se acuerden de mi en positivo, pero sólo puedo agradecer los buenos momentos y trasladar los mejores deseos para la afición del Sporting, sinceramente, espero que vuelvan pronto a Primera y puedan disfrutarlo».

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