La estructua rojiblanca suma experiencia y conocimiento
05 jun 2020 . Actualizado a las 18:47 h.Fichaje de peso. Con la apuesta decidida por exprimir los recursos de la cantera en el Real Sporting de Gijón, la Escuela de Fútbol de Mareo incorpora experiencia. La llegada del técnico Pablo Lago a la estructura formativa rojiblanca, principal novedad en la reorganización del semillero sportinguista, rompe tendencias previas y añade a la nómina de técnicos un interesante historial en los banquillos.
El perfil de exjugador no es nuevo en Mareo, el amplio bagaje previo sí. De dilatada trayectoria en el fútbol profesional, con pasos por Primera - Las Palmas y Racing- y Segunda división - Atlético B, en el que compartió vestuario con Rubén Baraja, Sporting y Numancia-, el posterior salto a los banquillos le ha llevado a acumular fútbol de barro y etapas por gran parte de la geografía asturiana. Luarca, Langreo, con ascenso a la categoría de bronce, Caudal y Real Avilés. Su última experiencia, en la Gimnástica de Torrelavega, sumaba un nuevo salto de categoría al curriculum.
La llegada de Pablo Lago al Cadete rojiblanco potencia la idea de aumentar la productividad y exigencia formativa en Mareo. El proyecto encabezado por Javi Rico desde la dirección deportiva ha marcado las bases del crecimiento de las categorías inferiores desde el día uno, consciente de que los frutos necesitan tiempo, pero decidido a sembrar para recoger en el futuro.
Con Pablo Lago, como ocurre con los técnicos de los juveniles rojiblanco, Sergio Sánchez y 'Caco' Morán, el plan tras su ingreso en la estructura de Mareo supone que el vegandense aportará dos ojos más a la secretaría técnica del club. Desde su despedida del banquillo de la Gimnastica, ha invertido una importante parte de su tiempo en observar y analizar la Segunda división, sin perder de vista la categoría de bronce.
Un fichaje para impulsar Mareo, romper con la tendencia instaurada en los últimos tiempos de técnicos noveles en progresión conjunta a los chavales e incorporar un perfil del que carecía la formación de los jóvenes sportinguistas.
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