Abelardo, el negocio millonario de los Fernández en el Sporting

Francisco Rodríguez / A.V.M.

SPORTING 1905

MIGUEL RIOPA

El técnico ha sido clave en la supervivencia de la SAD

28 jun 2022 . Actualizado a las 21:57 h.

A pesar de que por el club rojiblanco han pasado grandes futbolistas y entrenadores, es difícil referirse al Real Sporting de Gijón de las últimas décadas sin hacer una mención importante al nombre de Abelardo Fernández. En el recuerdo de la afición siempre quedará el ascenso a Primera División con los guajes, pero su imborrable legado abarca más allá de ese hito tan inesperado como necesario. Una relación de amor en la cual el de Pumarín siempre ha antepuesto los intereses del equipo de sus amores a los suyos personales. Su último gesto de apoyo indiscutible dentro de una serie de servicios que se alarga desde su infancia ha sido la de asumir la papeleta de sacar a la entidad del peor momento deportivo de toda su historia.

Comentando los partidos del FC Barcelona en Movistar y con la tranquilidad de que su nombre seguía en la rueda más influyente del fútbol nacional, el técnico gijones estudiaba las posibilidades de agarrar un proyecto que comenzase desde principios de la próxima temporada. Como entrenador solo volvería en un caso excepcional a El Molinón - Enrique Castro ‘Quini’ y así fue, ha priorizado ayudar a salvar la categoría y de forma paralela ha colaborado a incluir a la SAD asturiana entre las ventas más millonarias de la categoría, con una valoración superior a los 60 millones de euros por el 100% de la escuadra, de los que gran parte van a ir a parar a las cuentas bancarias de la familia Fernández.

El primer gesto de Abelardo hacia el Sporting fue en forma de perdón y cuando aún era un adolescente que generalmente se maneja por las emociones de las experiencias vividas más que por las reflexiones de las mismas. A Mareo llegó con 11 años procedente del Xeitosa y de la mano de Luis Enrique, justo después de endosarle un 10-2 en la final a ida y vuelta del Campeonato de Asturias al equipo rojiblanco. Y juntos, el ‘Pitu’ y Lucho se marcharon a La Braña tras un primer año en Leorio donde prácticamente no jugaron. Los técnicos y directivos sportinguistas de la época no tuvieron paciencia en cuanto a su desarrollo físico y los echaron alegando que eran demasiados bajos y delgados como para salir vencedores en los campos de barro.

En esa época, y por aquello de su baja estatura y fina complexión física, Luis Enrique le colocó a su amigo y vecino Abelardo el mote de ‘Pitu’. Con 15 años media 1,60 m, pero esa falta de centímetros en un central la sabía suplir con una gran lectura del juego y sentido de la responsabilidad poco habitual en esas edades. Esas características no las vieron en Mareo. La decisión del Sporting de no contar con él le dolió tanto que perdió la ilusión por el fútbol y pensó en dejarlo, aunque por fortuna aparecieron los buenos consejos de persistencia por parte de sus padres.

Antes de arrancar su segunda temporada en edad juvenil, Abelardo lo tenía prácticamente todo hecho para firmar por el Caudal Deportivo, hasta que sobre la bocina apareció Carlos García Cuervo. El ex entrenador y secretario gijonés tuvo que convencer al ‘Pitu’ para volver a Mareo. Su irrompible deseo de vestir la camiseta rojiblanca se impuso a las heridas dejadas en la piel de un adolescente que no quería saber más nada sobre el fútbol. Todavía con un amistoso de ‘prueba’ entre medias, el actual técnico del Sporting perdonó a su equipo para incorporarse con 18 años al filial y pronto dar el salto a la primera plantilla.

5 temporadas después, marcando 16 goles en 234 partidos disputados, el ya internacional absoluto Abelardo entendió que era hora de dar un nuevo salto en su carrera profesional, no sin antes dejar un beneficio económico en el club. Por petición expresa del ‘Pitu’, su representante Alberto Toldrá convenció a José Ramón Alexanco para que el Barcelona pagase una cantidad por su traspaso, cuando realmente quedaba libre e iba a salir gratis. Justo antes de poner rumbo a la ciudad condal, el asturiano renovó su contrato con el Sporting e incluyó en el mismo una cláusula de rescisión de 275 millones de pesetas (1,6 millones de euros) que tuvo que ejecutar la entidad catalana en el verano de 1994, meses después llegaba José Fernández a la presidencia con ese dinero en caja.

Ya como entrenador, Abelardo será recordado por ser el artífice del ‘Sporting de los guajes’ que logró el último ascenso a Primera División del club en la temporada 2014/2015. La SAD asturiana regresó a la élite y sobre todo se alejó de la posibilidad de sufrir un descenso administrativo a Segunda B que se hubiera podido producir en caso de seguir un año más en la categoría de plata. La entidad mantenía una deuda que rondaba los 40 millones de euros, lo cual pudo ser paliado con el dinero ingresado por los derechos de televisión, aunque asumiendo una limitación en cuanto a movimientos en el mercado de fichajes.

El tercer servicio más sonado que le ha prestado Abelardo al Sporting ha sido el de ser capaz de mantener a toda la plantilla unida cuando la mayoría de los integrantes llevaban seis meses sin cobrar y aún se les debía parte de la ficha de la anterior temporada 2013/2014. Hubo futbolistas que no podían pagar la hipoteca y fueron ayudados económica y emocionalmente por sus compañeros de vestuario y cuerpo técnico. El ‘Pitu’ convenció a sus chicos para que no denunciasen al club por impagos hasta el último día posible y esperasen a que la entidad resolviera una posible venta a un grupo inversor británico, lo cual finalmente no ocurrió. Además, de manera informal, el de Pumarín realizaba las funciones de portavoz y daba la cara en momentos muy complicados en el ámbito económico y social.

Como último movimiento aplaudido por el sportinguismo, antes de asumir estos días la misión de que el Sporting no salga por primera vez del fútbol profesional, se debe destacar el acto de perdonar 5 millones de euros cuando en el mes de enero de 2017 dejó de ser entrenador del primer equipo. Dicha cantidad era la que le correspondía a Abelardo hasta la finalización de su contrato en 2020, solo cobrando al final un par de mensualidades pendientes como finiquito. Ese gesto sirvió para firmar con rapidez a Rubi como nuevo técnico. Cuando ha visto que era un problema o que era parte de la solución, el ‘Pitu’ nunca ha dudado en echarse a un lado y o volver anteponiendo siempre los intereses del equipo de sus amores antes que los suyos personales.