La 34.ª edición de Arco se salda con moderado optimismo. Vuelven las obras de gran formato y los estands dedicados a un solo artista como síntoma de que el miedo cede a la confianza. La pintura crece, la fotografía retrocede ligeramente y la anécdota es un vaso de agua. Visto con perspectiva, parece que estaba medio lleno.
Vítor Mejuto