El Reino Unido oficializa el reinado de Carlos III

Juan Francisco Alonso / Andrés Vázquez LONDRES / REDACCIÓN

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El rey Carlos III pronuncia su discurso
El rey Carlos III pronuncia su discurso DPA vía Europa Press | EUROPAPRESS

El primogénito de Isabel II jura asumir «sus pesadas responsabilidades» como rey del Reino Unido y cabeza de la Iglesia anglicana

11 sep 2022 . Actualizado a las 13:01 h.

El Reino Unido oficializó este sábado el comienzo de un nuevo reinado con la proclamación de Carlos III como monarca del Reino Unido, Gran Bretaña e Irlanda del Norte, y 14 países de la Commonwealth, en un rígido y ancestral rito que se remonta a la época normanda. El acto se celebró en el palacio de Saint James, donde el Consejo de Ascensión, una instancia que solo se convoca cuando hay un recambio en la corona, proclamó al príncipe Carlos Felipe Arturo Jorge como nuevo soberano y cabeza de la Iglesia anglicana. La coronación en la abadía de Westminster no se celebrará hasta dentro de varios meses.

El acto en el palacio de Saint James, que por primera vez en su larga historia fue televisado en directo, constó de dos partes. En la primera, y sin la presencia del monarca, la líder de la mayoría conservadora en la Cámara de los Comunes, Penny Mordaunt, fue la encargada de anunciar el deceso de quien durante siete décadas fue la jefa del Estado. Acto seguido, el secretario del Consejo leyó en un texto escrito en lenguaje formal y antiguo el anuncio del nuevo monarca. «Que Dios salve al rey», proclamó al concluir la lectura, grito que los presentes repitieron al unísono.

Entonces llegó Carlos III. Entró en el salón real del palacio medieval para pronunciar su discurso de aceptación. Presentes se encontraban su esposa, la reina consorte Camila, y el príncipe heredero, Guillermo. «El reinado de mi madre fue inigualable por su duración, dedicación y devoción (...) Soy profundamente consciente de esta gran herencia y de los deberes y pesadas responsabilidades de la soberanía, que ahora se me transmiten», afirmó. «Al asumir estas responsabilidades, me esforzaré por seguir el inspirador ejemplo que se me ha dado en la defensa del gobierno constitucional y por buscar la paz, la armonía y la prosperidad de los pueblos de estas islas y de los reinos y territorios de la Commonwealth en todo el mundo», añadió.

Siguiendo la tradición

Ante una audiencia compuesta por políticos, jueces, obispos anglicanos y militares, el soberano confirmó su «intención de continuar la tradición de entregar los ingresos hereditarios, incluido el patrimonio de la corona al Gobierno en beneficio de todos, a cambio de la subvención soberana que respalda mis deberes oficiales como jefe de Estado».

El nuevo rey se comprometió a cumplir con las normas constitucionales del Reino Unido, y también firmó un compromiso específico de preservar los derechos de la Iglesia de Escocia, que en su versión presbiteriana no tiene como gobernante al monarca británico. Esa protección se remonta a la unión de las coronas de Inglaterra y de Escocia en 1603.

Y, por último, juró desempeñar sus funciones hasta el último día de su vida.

Siguiendo la pompa habitual de los protocolos de la realeza británica, el cargo militar conocido como Rey de Armas de la Jarretera anunció al público desde una terraza del palacio la proclamación de Carlos III, bajo el son de los trompeteros reales y en presencia de la guardia real, esta vez también con sus aparatosos sombreros de pelo de oso negro, así como de un nutrido grupo de curiosos.

La pequeña multitud a la que se le permitió ser testigo en el exterior respondió como es perceptivo con otro «Dios salve al rey». Una salva de cañonazos se volvieron a escuchar en Hyde Park y la torre de Londres.

Los comunes juran lealtad

Ya por la tarde, la Cámara de los Comunes celebró una sesión extraordinaria para la jura de lealtad al nuevo monarca, con la primera ministra, Liz Truss, a la cabeza. Mañana, Carlos III y la reina consorte se dirigirán a los parlamentarios británicos en un acto en las Casas del Parlamento.

El palacio de Buckingham confirmó que el funeral de Estado por la difunta reina será el próximo lunes, 19 de septiembre, a las once de la mañana, hora local, en la abadía de Westminster. Ese día será festivo en el Reino Unido, como consta en una de las primeras órdenes de Carlos III.

Antes del funeral, habrá una capilla ardiente de cuatro días en Westminster Hall, el edificio más antiguo del complejo del Parlamento, adonde los ciudadanos podrán acudir para presentar sus respetos.

En los días previos al funeral, los nuevos monarcas realizarán una gira por el país. La primera parada será Escocia, donde visitarán el Parlamento de Edimburgo; después viajarán a Irlanda del Norte y a Gales.

La casa real parece dispuesta a que el nuevo reinado traiga aires de cambio. Carlos sigue empeñado en mostrarse como un gobernante reformador y cercano, buscando así romper su estigma de snob y alejado de la gente. Empezó el viernes, tras su regreso de Balmoral, cuando ordenó parar su Rolls-Royce en las inmediaciones del palacio de Buckingham para bajarse y salir a saludar a la multitud agolpada.

Los nietos, juntos

Pero la sorpresa de la histórica jornada de ayer fue la aparición a las puertas del castillo de Windsor de los príncipes Guillermo y Enrique, acompañados de sus respectivas esposas, Catalina y Meghan. Vestidos de riguroso luto, los nuevos príncipes de Gales y los duques de Sussex miraron las flores, las tarjetas y dibujos de niños depositados en las verjas de Windsor, antes de acercarse a los súbditos. Esta es la primera vez en más de un año que los hermanos son vistos juntos en público.

El distanciamiento se produjo a principios del 2020, cuando los duques de Sussex decidieron apartarse de la monarquía para vivir en Estados Unidos y ser financieramente independientes.

La ceremonia que tuvo lugar en Londres, además de ser la confirmación de un cambio de época en el Reino Unido, dejó incontables detalles, parte del protocolo o no. Eventos como este retratan a la casa real británica, con toda su pompa, sus luces y sus sombras.

En primer lugar, parece que el Reino Unido quedase limitado a un país de novatos con la pérdida de Isabel II. La maestra de ceremonias del acto, Penny Mordaunt, que en los últimos meses compitió por el cargo de primera ministra y líder conservadora, estaba recién nombrada como presidenta del Consejo por la también nueva primera ministra, Liz Truss. Y es que los cambios tras Isabel II van a ser muchos, hasta el punto de que esta fue la primera proclamación real televisada de la historia. Todo se explica al recordar que la de Isabel se produjo en 1952.

No solo fue la proclamación de Carlos III. Junto a él ascendieron Camila, la reina consorte, y Guillermo, el nuevo príncipe heredero, que se descubrió como zurdo al firmar la proclamación de su padre. Es algo que hicieron los 200 invitados al acto, entre los que estaban todos los ex primeros ministros vivos: desde el recién salido Boris Jonhson, que empezó la semana como jefe de Gobierno bajo el reinado aún de Isabel II, hasta John Major, que sucedió en 1990 a Margaret Thatcher, pasando por Tony Blair, Gordon Brown, David Cameron y Theresa May.

Con el acto de proclamación, Carlos III no será solo el nuevo rey, también el nuevo líder de la Iglesia anglicana. Los cargos coinciden desde que en 1534 el rey Enrique VIII la crease, separándola de la católica. El monarca coincide con su antepasado en que son los únicos reyes divorciados, algo que esta variante cristiana tolera en parte precisamente para que el ahora Carlos III se casase en su día con Camila.

Uno de los momentos más polémicos del evento lo protagonizó el propio Carlos III, que en el momento de firmar su ascenso al trono hizo un gesto a un asistente pidiendo que le retirase un tintero que le molestaba sobre la mesa. Fruto de los nervios, o no, este movimiento de su mano, junto a su expresión facial, evidenció una nota de altivez que no pasó inadvertida.

Fue una proclamación que pilló al Reino Unido por sorpresa, no hay más que ver el duelo en sus calles, a pesar de la edad que tenía Isabel II. Ha sido así hasta el punto de que Carlos fue proclamado ante un trono real en el que todavía se podía leer la inscripción «EIIR» (Elizabeth II Regina, Isabel II Reina, en inglés y latín), en lugar de la que debería haber portado ya, «CIIIR» (Charles III Rex, Carlos III Rey). Por raro que parezca, el nuevo trono no estaba preparado.