Así promocionaba Asturias el Camino en la Edad Media

Susana D. Machargo REDACCIÓN

ASTURIAS

Álvaro Solona, medievalista de la Universidad de Oviedo, muestra un cartel vinculado al Camino del Salvador
Álvaro Solona, medievalista de la Universidad de Oviedo, muestra un cartel vinculado al Camino del Salvador

El profesor Álvaro Solano detalla los souvenirs, los carteles y las tácticas que la Iglesia utilizaba para captar peregrinos

02 may 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Una fuerte tormenta arrastró un barco que surcaba el Cantábrico al puerto de Avilés. A bordo viajaban unos peregrinos ingleses que pretendían visitar Tierra Santa con dos escalas previas, para ver la tumba del apóstol Santiago y las reliquias de Oviedo. El cuaderno de viaje de aquellos hombres en el siglo XII revela que Asturias era una tierra maravillosa repleta de bosques y bestias para cazar pero con un hándicap importante, «unos habitantes horribles». Bromea Álvaro Solano, medievalista de la Universidad de Oviedo, que este apunte puede equivaler «a una reseñar de Tripadvisor actual». No es el único diario que relata los hándicaps asturianos. Cuatro siglos después un italiano aterrizaba en medio de una tormenta terrible en la colegiata de Santa Arbás, en Pola de Lena, cuando decidió abandonar la ruta francesa para alcanzar Oviedo. A la mañana siguiente, le sorprendió un maravilloso amanecer despejado. Describe así en su cuaderno lo bella que es la tierra que pisa pero también su dureza (meteorológica).

Estos son solo dos de los ejemplos que Álvaro Solano expondrá en una charla en la Cámara de Comercio de Oviedo para sostener que el Camino de Santiago es una empresa turística de éxito desde la Edad Media. Empresa, como bien explica, en el doble significado del término: como una hazaña para los peregrinos que en aquellas condiciones emprendían la ruta y también por su rendimiento económico. Ya existía incluso la publicidad. Hay constancia documental de que en 1460 se contrataba a voceros para que animasen por las villas a sus vecinos a visitar las reliquias de Oviedo. Cuenta con reproducciones de carteles de 1464, en el que se relataban las indulgencias que conseguirían los peregrinos. El Obispado en el siglo XV también regalaba suvenirs. Encargaba a los orfebres enseñas que entregaba a los que llegaban a la Catedral. Incluso distribuían buletas, que eran documentos que certificaban que habían cumplido con su peregrinación, tal y como ahora Santiago entrega las compostelas. Había ya hospitales que gestionaban las congregaciones, gratuitos para los caminantes, y albergues en lo que hoy se denomina la calle del Águila en Oviedo, que por entonces era Gascona, y en la calle Schulz,.

Solano demostrará en la mesa redonda de la Cámara de Comercio que el turismo ya fue una fuente importante de ingresos y de configuración urbana y social en la época medieval en el Principado. Junto a este medievalista, se sentará alguien que hablará de presente. Julio Bobes, empresario y presidente de la Asociación de Turismo Activo y Albergues (Ataya) y del Cluster de Turismo Rural del Principado, contará experiencias actual para la promoción y los servicios, que recogen un testigo con nueve siglos de historia. La actividad lleva por título El Camino de Santiago como generador de negocio a su paso por Asturias y se celebrará mañana, jueves, a las siete de la tarde.

Los orígenes

Hubo incluso una época en la que la peregrinación a Oviedo competía de tú a tú con Santiago. Esto también lo explicará Álvaro Solano. Se remontará incluso al siglo VIII, al momento en el que el Obispado de Oviedo rompió con Toledo por diferencias dogmáticas y en el que ganó importancia la relación del apóstol con la península Ibérica, algo que entronca más con las creencias procedentes de Tierra Santa que con Roma. Se convirtió así Santiago en protector del Reino de Asturias, todavía con capital en Oviedo. Coincidieron, por tanto, hechos históricos relevantes y cruciales, como cuando Alfonso II viajó para descubrir la tumba, en un recorrido que hoy marca el Camino Primitivo.

Posteriormente, el Obispado de Oviedo relanzó su relicario. Esto sucedió, sobre todo, años después cuando la ciudad perdió la capitalidad del reino en favor de ciudades del sur y Oviedo necesitaba contraatacar de alguna manera para no perder su influencia. Coincidieron, además, en el siglo XII dos figuras clave, con un mismo objetivo, en dos puntos diferentes, que contribuyeron a esta promoción turística de la época medieval. Fueron dos obispos. Los de Santiago y Oviedo. Diego Gelmírez y el obispo Pelayo. Ambos promovieron unas peregrinaciones que ya se estaban produciendo de una manera natural. 

Varios siglos después, en concreto en el siglo XV, esta empresa turística y religiosa recibió un nuevo impulso, esta vez procedente de Roma. A Santiago y Oviedo les ortogó las bulas de indulgencia, que son las que continúan marcandos los años santos. En el caso de la capital asturiana, el jubileo se gana en aquellos ejercicios en los que el 14 de septiembre, día de la exaltación de la Santa Cruz, que es la principal advocación de la Catedral, coincide con un viernes. Entonces las indulgencias -a remisión temporal de los pecados- eran un auténtico aliciente para echarse al Camino. 

La Iglesias asturiana redobló esfuerzos y las peregrinaciones se intensificaron. Fue en esa época cuando se volcó con la promoción turística. Los predicadores contratados recorrían las principales villas asturianas pero también salían fuera y llegando incluso hasta Benavente. Se manuscribieron más carteles en las que se describían las reliquias y las indulgencias. Encargaban miles de suvenirs a los orfebres. Muchos se instalaron en el edifico de la plaza de la Catedral, derruido a principios del siglo XX y dieron nombre a la calle de La Platería, también conocida como de Los Portales. No se sabe cómo eran aquellas enseñas pero sí que no siempre era la misma y que el diseño iba cambiando, precisa Álvaro Solano. Santiago iba a la par. Para entonces ya tenía sus veneras, esa concha de vieira que hoy identifica al Camino al primer golpe de vista. Muchos joyeros asturianos incluso emigraron a Galicia, para trabajar el azabache, que procedía de la rasa costera entre Gijón y Villaviciosa.

Este medievalista asturiano explica que la influencia del Camino no solo benefició a Oviedo sino a gran parte de Asturias. Muchas de las actuales villas, como Grado, nacieron porque eran fin de etapa. Esto es queda más claro sobre un mapa cuando se traza la línea que sigue el Camino Primitivo, que cruza todo el suroccidente, desde Grado a Salas, Tineo, Allande o Grandas de Salime. Sucede lo mismo con la derivación del itinerario Francés. Solano cita, en este caso, como ejemplo, a Pola de Lena. El peregrino italiano del siglo XV hizo noche en Pajares.

«El Camino de Oviedo nunca fue más importante que el de Santiago», reconoce Solano. Compitieron, se imitaron y retroalimentaron durante siglos, pero Santiago siempre fue un centro espiritual internacional, como Roma, Jerusalén o, a cierta distancia, Cantérbury. No obstante, Oviedo sacó partido de sus reliquias primero y después también de la Arca Santa, que se abrió en el 1075, tras ese periplo desde Toledo, pasando por el Monsacro.

A partir de la edad moderna, ambas pasaron a un segundo plano porque la religión pierde fuerzas. Oviedo más aún y queda como un santuario local. La auténtica reactivación de Santiago no se produce hasta el siglo XX, «y si me apuras hasta 1993 con Fraga», sonríe el profesor medievalista. Está convencido de que la Ruta Jacobea todavía tiene mucho potencial por explotar y que es necesario mirar de reojo que están haciendo nuestros vecinos gallegos y después tomar ejemplo de la historia.