Una víctima acusa a un obispo asturiano de enterrar un caso de pederastia

Nacho G. Ruano REDACCIÓN

ASTURIAS

El obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez, durante la rueda de prensa sobre el caso del sacerdote suspendido por el Vaticano
El obispo de Astorga, Juan Antonio Menéndez, durante la rueda de prensa sobre el caso del sacerdote suspendido por el Vaticano J.Casares | EFE

Remite una carta al Papa en la que clama contra Juan Antonio Menéndez por no haber actuado ante los abusos sexuales que se daban en el Seminario Menor de La Bañeza

25 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Francisco Javier no tiene miedo, aunque en sus recuerdos siguen vigentes los abusos sexuales que tanto él como su hermano sufrieron en el Seminario Menor de La Bañeza, en León. En una nueva misiva dirigida al Papa Francisco, el leonés acusa a la Iglesia de Astorga, con el obispo asturiano Juan Antonio Menéndez entre sus filas, de no hacer nada ante los casos de abusos sexuales que se daban en el Seminario, y pide justicia para él y para todas las víctimas del párroco José Manuel Ramos Gordón. Se da la circunstancia de que Menéndez ha sido designado por la Conferencia Episcopal para presidir la comisión con el que prepararán el cónclave por la pederastia convovocado por el Papa.

La falta de respuesta ante estos casos, a criterio de la víctima, dio lugar a que siguiese habiendo nuevos perjudicados durante el año que fue apartado. «En vez de hacer lo que debían, le permitieron continuar un año más, donde sé de primera mano que hubo más víctimas, y al año siguiente lo desterraron a Tábara, para seguir poniendo más niños en peligro», afirma Francisco Javier.

«La iglesia de Astorga, Santo Padre, no asume ni se responsabiliza de sus crímenes, se lava las manos como Poncio Pilatos. Sus cinco sacerdotes y su obispo encubrieron, permitieron, avalaron, ampararon que su sacerdote abusara de mi hermano y de mí repetidamente. Se iban a dormir siendo conocedores de los salvajes, atroces y crueles actos», relata en su carta, en la que censura la «impunidad de los criminales de la iglesia, y el uso de estrategias hipócritas para justificarse».

La carta carga contra el obispo de Astorga, el asturiano Juan Antonio Menéndez, al que no solo critica el silencio ante los casos de pederastia en el seno de la diócesis, sino la actitud mostrada ante las víctimas y el ridículo castigo al párroco José Manuel Ramos Gordón. «Su obispo, mirándome a la cara, me dijo que personalmente haría cumplir el ridículo e insultante castigo impuesto a Ramos Gordón, apartándolo un año, pero permitiendo que oficiase misa y recibiese homenajes. Le protege, ampara y defiende, incluso diciendo textualmente que "los hombres tenemos debilidades humanas"», señala el leonés.

Comisión antipederastia

La elección de Juan Antonio Menéndez para dirigir la comisión antipederastia de la Iglesia española ha levantado ampollas entre las víctimas, que consideran «un chiste y una burla» que el obispo de Astorga presida dicho organismo, encargado de impulsar la normativa para la prevención y protección de víctimas de pederastia. Franscico Javier considera que todo esto no es más que un «lavado de cara de la Iglesia», y que no es concebible que se ponga en el centro de la política antipederastia de la Iglesia a quien no actuó como era debido ante los abusos sexuales que tenían lugar en el Seminario Menor de La Bañeza, donde tanto él como su hermano sufrieron un verdadero infierno.

El leonés pide que se tomen medidas concretas y que se escuchen a las víctimas, ya que según él «el lavado de imagen de la Iglesia solo pude darse de verdad si tienen en cuenta a las víctimas, que estas narren sus historias, y que sirvan para desarrollar protocolos efectivos, de forma que se impongan medidas severas ante los casos que puedan aparecer». La designación de esta comisión es un comienzo a la hora de abordar estos casos, aunque el leonés defiende que la problemática no es compleja, aunque «la Iglesia no quiere. Intentan hacer un lavado de cara ante la opinión pública, pero de nada sirve si no hay acciones concretas». La voluntad eclesiástica de escucha a las víctimas será clave para el éxito de esta comisión, que tiene ante sí el reto de proponer medidas y protocolos eficaces que eviten la aparición de nuevos casos de pederastia.