Los docentes asturianos no hablan idiomas

Susana D. Machargo REDACCIÓN

ASTURIAS

Ni siquiera dos de cada diez profesores en activo cuentan con la acreditación para impartir clase en otra lengua. ANPE denuncia que la formación corre a cargas del bolsillo del profesional

14 dic 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Uno de los principales obstáculos para la extensión de los planes bilingües es la falta de acreditación del profesorado. Ese es un argumento sostenido desde hace tiempo por la Administración educativa del Principado y por homólogos de otras comunidades autónomas. Sin embargo, hasta ahora no existía ningún estudio oficial que pusiera en cifras esa carencia. El primero que se ha hecho en Asturias nace de la mano de ANPE, sindicato que acaba de presentar una investigación. Su trabajo demuestra que ni siquiera dos de cada diez docentes en activo en las redes pública y concertada cuentan con el diploma que les acredita para impartir lecciones en una lengua extranjera. La inmensa mayoría de los que sí lo tienen son menores de 40 años y su diploma es de inglés. Sin embargo, existe un gran número de acreditados entre los que esperan un empleo. Ahí está el relevo. No obstante, la administración no está incentivando la formación y aquellos que se reciclan lo tienen que hacer con sus propios recursos, sin ningún tipo de ayuda.

La Consejería de Educación exige un B2 para poder dar clases en otro idioma. Este es el nivel europeo de certificación que se fijó en el primer plan piloto lanzado en el año 2003 y el que se ha mantenido con el paso del tiempo, aunque algunos colectivos consideran que es demasiado bajo para el nivel de competencia que tiene que tener un profesor. La administración estableció en una resolución del 19 de agosto de 2014 el procedimiento de habilitación para impartir áreas, materias o módulos no lingüísticos en una lengua extranjera. Los primeros 15 días de los meses impares, los profesionales pueden acreditarse. Solo tiene que aportar ese certificado de nivel. En estos cuatro años que han pasado desde la publicación de la resolución se han publicado un total de 50 resoluciones con los listados de las personas habilitadas.

El trabajo cuenta con cifras exactas. Los 50 listados contienen 4.597 nombres, de los que 4.044 están habilitado en inglés, 485 en francés, 110 en alemán y 71 en italiano. Lo más curioso es que de estos 4.597 docentes que pueden impartir lecciones en otros idiomas solo están trabajando  1.846 y no todos ellos están integrados en secciones bilingües, es decir, muchos no están haciendo uso de su certificación. Estos datos revelan dos cosas. Eso supone que ni siquiera dos de cada diez profesores asturianos pueden dar clases en una segunda lengua, ya que la plantilla se sitúa en torno a 13.5000, unos 11.000 en la pública y otros 2.500 en la concertada. La segunda es que la inmensa mayoría de los que poseen la titulación no están trabajando. Están en lista o en bolsa esperando una oportunidad que todavía no les ha llegado.

En aumento

La investigación revela que cada año hay más gente acreditándose. El número de peticiones se incrementa cada vez que se abre el plazo. El pico registrado en 2018 ha sido considerable. La edad también es otro factor a tener en cuenta. El 60% de los habilitados tienen menos de 40 años. Los jóvenes ven en los idiomas una oportunidad para meter la cabeza en el sistema.

El presidente de ANPE, Gumersindo Rodríguez, lamenta que la mejora en la enseñanza de los idiomas dependa del voluntarismo del profesorado. Señala que la consejería ni paga ni incentiva a los docentes para que se formen en idiomas y que todo está corriendo a cargo de los bolsillos de los propios profesionales. «La implementación de programas bilingues necesitan de soporte económico, un complemento como el que tienen otras comunidades autónomas», explica. «El profesorado pone gratis a disposición de la Consejería su formación en idiomas, pagada de su bolsillo y adquirida por sus propios medios en su tiempo libre», insiste.

¿Qué debe hacer la administración, a juicio de ANPE? El sindicato se fija en lo que están haciendo en otros territorios. Pone solo dos ejemplos de lo que se puede implantar: conceder incentivos económicos y licencias por estudios. «Impartir la materia propia en otro idioma exige no sólo esfuerzo formativo, sino esfuerzo pedagógico adicional, no reconocido por la administración», explica Gumersindo Rodríguez