La decisión de Casado aboca al PP asturiano a la bicefalia

Luis Ordóñez
L. Ordóñez REDACCIÓN

ASTURIAS

Pablo Casado y Mercedes Fernández
Pablo Casado y Mercedes Fernández

Malestar y desconcierto en el partido por «las formas» con las que se anunció que Mercedes Fernández no sería la candidata en las autonómicas

09 ene 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

Nadie en el PP asturiano saldría a replicar la decisión de su presidente nacional de poner una candidata distinta a la presidenta de la agrupación autonómica. Las cosas son así en un PP que presume de contar entre sus fortalezas de un robusto sentido de la jerarquía y el poder vertical. Le corresponde al presidente nacional decidir el nombre de la candidato y todos irán del mejor o peor gana a la campaña aunque la sorpresa, el desconcierto y una cierta decepción reinaban ayer en el seno de la dirección regional después de que a primera hora de la mañana se confirmara que Pablo Casado había elegido a Teresa Mallada como cabeza de cartel por encima de la presidenta del partido, Mercedes Fernández, Cherines. Hay decepción resignada pero también la incertidumbre por entrar en un terreno que, si no desconocido, tiene una larga tradición de desastres en el PP asturiano: la bicefalia.

Mercedes Fernández recibió la noticia de que Mallada sería la candidata poco antes de que se hiciera pública y en su entorno había pesar por considerar que no se había valorado el esfuerzo realizado en los últimos años por apaciguar un partido que había sufrido una trágica escisión apenas ocho años, cuando Francisco Álvarez-Cascos fundó Foro Asturias y además todo ello cuando aún no se había terminado de restañar las heridas de otra ruptura anterior, la que protagonizó en la segunda mitad de la década de los 90, Sergio Marqués (con los protagonistas cambiados porque entonces había sido Cascos quien defendía la casa grande popular desde la Secretaría General del partido en Génova). Cherines se impuso en marzo en el congreso autonómico con una holgada mayoría, con más del 80% de los votos de los afiliados que acudieron a votar en el proceso) y desde entonces había ido fraguando agrupación a agrupación un partido a su medida, con sus mayores grietas en Avilés (donde se impuso un control financiero desde la dirección autonómica) y en Oviedo que se resistía a rendir cuentas de la herencia del Gabinismo. En esas primeras horas Mercedes Fernández prefirió guardar silencio y desde el PP asturiano no se hizo pública ninguna reacción al desplante de Casado. Quedaron así abiertas todas las opciones, con pocas posibilidades de que Mercedes Fernández fuera a dejar la presidencia del partido a pesar del severo correctivo de la decisión de Casado que justificó su decisión señalando que Mallada lograba mejores resultados en sus encuestas internas. Si Cherines sigue al frente del partido habrá una persona en el cartel y otra en la dirección orgánica y ese reparto nunca ha funcionado bien en el conservadurismo asturiano.

Los más veteranos del PP coinciden en señalar como el inicio de los problemas de división en el partido la misma noche del triunfo electoral sobre el PSOE, por primera vez en su historia, en 1995. Era el candidato Sergio Marqués aunque el presidente del partido seguía siendo Isidro Fernández Rozada y a la hora de anunciar la victoria hubo un movimiento físico y no metafórico de sillas para que el primero destacara en la presentación. Marqués fue presidente pero las tensiones con el partido fueron creciendo a lo largo de la legislatura hasta desembocar en una ruptura que condenó al PP a un largo desierto en la oposición con tres victorias socialistas consecutivas. Ese éxodo fue dirigido por Ovidio Sánchez (que compaginó la presidencia orgánica con la candidatura) y antes de partir al Congreso de los Diputados y al Senado dejó un breve pero suficiente vacío para que se desencadenara una lucha a muerte con el intento de asumir el control del partido en Asturias por parte de Álvarez Cascos, su descarte como candidato por parte de la dirección de Rajoy (apoyada por buena parte del partido en Asturias, la más afín a Gabino de Lorenzo) y finalmente la escisión que terminó en la fundación de Foro Asturias.

Fue precisamente Mercedes Fernández quien asumió la responsabilidad del PP asturiano en su momento más bajo y por esa razón entre sus más afines las palabra «malestar» y «sorpresa» eran las más repetidas fuera de los micrófonos a la hora de valorar la decisión Casado. También fuera de ellos se destacaba el choque de estrategias que el partido en Asturias y a nivel nacional tienen respecto a la política de alianzas con Foro. Ambas formaciones compartieron cartel en los comicios generales y esa unión les dio la victoria pero en el PP asturiano terminaron por concluir que no había sido un negocio equilibrado, Foro obtuvo un escaño en el Congreso y otro en el Senado sin que llegara a estar tan claro que los populares hubieran obtenido el mismo resultado en solitario. Con todo, en varias ocasiones, Mercedes Fernández les ofreció la posibilidad de repetir la experiencia o al menos estudiar fórmulas de colaboración semejantes en los comicios autonómicos y locales del próximo mes de mayo, siempre con respuestas negativas. Y pese a todo, Casado se --que busca una estrategia de unificación de la derecha incluyendo a Vox, no tanto captando sus votos sino mediante acuerdos postelectorales-- insistió en ofrecerse a Foro mientras el partido de Asturias decía que de ellos sólo recibía «bofetones».

Junto al desoncierto hubo quejas sordas por «las formas» en las que se había conocido que Mercedes Fernández no sería la candidata. Apenas un día antes de que se hiciera público y además a través de una filtración a la prensa. Nadie hizo comentarios en el sentido de que fueron muy pocos los que desde el partido en Asturias apostaron por Pablo Casado en las primarias que siguieron a la marcha de Mariano Rajoy. La mayor parte de los populares asturianos, con su presidenta a la cabeza, apoyaron primero a María Dolores de Cospedal y después a Soraya Sáenz de Santamaría. También lo hizo la que hoy será candidata, Teresa Mallada.