Los mineros encerrados en Aller: «No somos terroristas. Luchamos por un trabajo digno»

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Imagen de los cuatro mineros que llevan desde el pasado jueves encerrados en el pozo Santiago en Carborana (Aller)
Imagen de los cuatro mineros que llevan desde el pasado jueves encerrados en el pozo Santiago en Carborana (Aller)

Los cuatro mineros que permanecieron una semana en el pozo Santiago esperan que se cumpla el compromiso verbal adquirido por la FSA y los sindicatos

07 mar 2019 . Actualizado a las 19:34 h.

Tuvieron muchas presiones, pero no fue eso lo que les hizo abandonar su encierro en el pozo Santiago. Fue «un mensaje esperanzador» con el compromiso de la Federación Socialista Asturiana (FSA) y de los sindicatos de que las contratas tendrán carga de trabajo mientras duren las labores de abandono y clausura de los pozos de Aller y Laviana -los dos que cesaron la extracción a finales del pasado año- lo que les llevó en la jornada del miércoles a tomar la decisión consensuada de salir. Así lo han trasladado David Moreira, Jesús Barreira, Jonathan González y Daniel Suárez, los cuatro mineros que permanecieron una semana encerrados en el pozo allerano y que tras la salida intentan recuperar una relativa normalidad. Relativa, porque son conscientes de que van a tener que asumir un «castigo» que les dejará sin empleo y sueldo un tiempo. Aún así, entienden que fue «por una causa justa» y quieren dejar claro que «nosotros no somos terroristas. Estamos luchando por un puesto de trabajo digno».

«Estamos satisfechos con los compromisos adquiridos y decidimos dar por finalizado este método de protesta, otorgando la confianza que se nos pide desde la FSA y desde las organizaciones sindicales», manifestaban los mineros que protagonizaron el encierro, que advierten que «como no cumplan estamos dispuestos a llegar a donde haga falta porque si no, nos vamos a quedar en la calle sin nada».

Pero el voto de confianza no exime de críticas, sobre todo, hacia los sindicatos, a quienes reprochan que «no aparecieron por allí para nada de nada», señala David Moreira, con el que coinciden sus tres compañeros de encierro. Jesús Barreira añade que «nos tienen abandonados» y recalca que «ya no hay sindicaleros, porque los sindicaleros de antes esto lo permiten» y apostilla que «los representantes de los sindicatos no valen para estar ahí». No obstante, en tanto que son ellos quienes están manteniendo la negociación con la hullera pública, han solicitado a las organizaciones sindicales una reunión formal en la que el colectivo de subcontratas trasladará su aspiración de optar a proyectos de restauración medioambiental de los espacios degradados por la actividad minera en las cuencas a través de la diversificación de Hunosa.

Entre tanto, los cuatro mineros de contrata que permanecieron una semana encerrados a 800 metros bajo tierra en el pozo Santiago tratan de recuperar la normalidad tras esta protesta que no ocultan que fueron «días difíciles», manifiesta Daniel Suárez. Sin embargo, asegura que hicieron piña y que se daban ánimos los unos a los otros en los momentos de flaqueza hasta el punto de que, pese al cansancio y a las condiciones del lugar, «estábamos al cien por cien para aguantar».

Aún así, David Moreira reprocha que «nos trataron como perros olvidados», porque recuerda que en los siete días de encierro tuvieron problemas con las comunicaciones y no tuvieron atención médica cuando algún día sí que sintieron dolores de cabeza y síntomas de catarro, a lo que suma las presiones por parte de la empresa y de Hunosa, y que «los sindicatos no aparecieron por allí para nada de nada cuando los cuatro estamos afiliados».

Jonathan González pone de relieve el apoyo que recibieron de familiares y compañeros, en especial de uno de ello, Fabián Fernández, a quien considera «nuestro pilar fuera» durante el tiempo que duró el encierro. Asegura que «estaba al cien por cien con nosotros, como si también estuviera dentro», y lamenta Jonathan González que no se le permitiera estar dentro del recinto del pozo Santiago para recibirles en el momento de la salida. «Estaba todo el mundo menos Fabián. Fue muy injusto que le prohibieran la entrada», apostilla.

De lo que están convencidos los cuatro es de que si no se cumple el compromiso de garantizarles el trabajo a los mineros de las contratas, «hay que seguir luchando, seguir con las reivindicaciones», pero Jesús Barreira lo deja claro: «nosotros no somos terroristas. Estamos luchando por un puesto de trabajo digno». También tienen claro que ellos van a ser los que reciban «una sanción ejemplarizante» por una causa que entienden «justa» y que aunque «del sacrificio de algunos se arreglan otros», no van a cambiar su punto de vista.