El padre Ángel: «Conocí a los curas obreros que metían en la cárcel, eso te marca, te inclina hacia la izquierda»

Ana Rodrigo MADRID

ASTURIAS

El Padre Ángel, junto al «Pelobús», en Gijón
El Padre Ángel, junto al «Pelobús», en Gijón

El presidente de la ONG Mensajeros por la Paz considera que hacen falta «políticos alegres y que sepan pactar»

01 jun 2019 . Actualizado a las 12:09 h.

Un mundo mejor es posible con «políticos alegres y que sepan pactar», explica en una entrevista con Efe el padre Ángel, presidente de la ONG Mensajeros por la Paz, porque «si los políticos son buenos, hay buenas sociedades», pero con la implicación de todos: «Yo sancionaría a quien no votara».

La excusa para este encuentro, que se produce en plena resaca electoral -el 27 de mayo- es la publicación del libro «Un mundo mejor es posible» (Alienta Editorial), pero no la necesita, porque la frenética actividad que mantiene a los 82 años ofrece novedades cada día, un nuevo restaurante Robin Hood -ya va por tres-, o la puesta en marcha del «Pelobús», un autobús que recorre España cortando el pelo a personas sin recursos.

Acepta con su permanente sonrisa -entre rebelde y tímida-, empezar a hablar de los resultados electorales y la incidencia en las personas vulnerables, para las que vive cada minuto de su vida. En 40 minutos, su teléfono móvil se enciende al menos cinco veces -porque le ha quitado el sonido- y, sin interrumpir la conversación, mira de reojo una de ellas, es uno de los protagonistas de la noche electoral en Madrid.

-Acabamos de conocer los resultados electorales hace unas horas. ¿Le parece que hablemos de ello?

-Pues vamos a hablar de elecciones. Los resultados nos han enseñado que hay que dialogar, como dice el papa Francisco, y como no estábamos acostumbrados a dialogar nos ha venido muy bien esto. Pero no solo deben dialogar los políticos, también hay que hacerlo en las casas, en cualquier sitio.

-Los resultados piden diálogo, pero ahora la pelota está en el tejado de los políticos.

-Hay que creer en los políticos o si no irse a otro país a vivir. Lo que hay que ser es serios y decirles a algunos de ellos que se tienen que ir, que no se vuelvan a presentar. El bienestar social que tenemos es gracias a los políticos, un mundo mejor no lo pueden hacer ni la iglesia, ni las ONG; todos podemos ayudar pero el mundo mejor lo hacen los políticos; son quienes ponen pensiones o las quitan, quienes ponen muros o concertinas o las quitan. Unos valen más que otros y les queremos más que a otros, pero sobre todo hay que votar, habría que sancionar a los que no votan, se quedan sin argumentos para exigir que todo esté mejor. Y otra cosa, no puede ser que ni el rey ni los curas o los catedráticos no digan a quien votan, si votar no es pecado.

-Se le ve mucho con los políticos, ¿qué se consigue con esa relación?

-Es muy importante estar con los políticos, animarles y decirles las cosas que no les gustan, y cuando uno las dice, como decía Felipe González 'sin acritud' te lo agradecen más. A un político cuando le dices 'te has pasado diciendo esto', que si el aborto o el no aborto, te lo agradecen. Yo creo que me quieren más a mi que yo a ellos, no tienen un motivo para no quererme.

-Pero no todos los partidos tienen las mismas políticas sociales.

-Si tenemos buenos políticos, tenemos buenas sociedades. Yo no he encontrado a nadie que te diga que no lo va a hacer si les pides algo por los demás; quién te va decir que no, por lo menos de palabra. Hay muchas cosas que a veces no pueden o no quieren o tienen miedo, son cobardes; piensan si hago esto me complico la vida, pero ser político es complicarse la vida, perder amigos.

-¿Le gustaría ser una especie de interlocutor entre los políticos y los que no tienen mas que necesidades?.

-Me hubiera gustado, he hablado con Puigdemont, podría haber hablado con los de ETA; en la guerra de Irak llegué a hablar con Sadam, si se hubiera hablado antes seguro que no hubiera muerto tanta gente. Me voy a Florida dentro de unos días, voy a pedir a ver si me dejan hablar con Pablo Ibar, le quiero saludar, porque tanto él como su familia están sufriendo lo interminable.

-¿Se vería como un ministro de la pobreza? En el prólogo del libro, el exdirigente de UGT Cándido Méndez, y ahora voluntario de Mensajeros de la Paz, le define como una figura clave en la lucha contra la pobreza.

-Al frente de la política y de los ministerios hay que poner a gente empresaria, buena, que sepa hacer las cosas bien, que tenga cabeza además de corazón. Cuando se creó el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil se había jugado con mi nombre, pero no, yo creo que a un cura no le hagas obispo. Hay gente en buenos puestos y los hacen diputados o ministros y son un desastre.

-¿Por qué las personas que tienen las herramientas para solucionar los problemas no dialogan o les cuesta tanto hacerlo?

-Esa gente está enferma, lo que hay que hacerles es curarles y apartarles de los ayuntamientos y del Parlamento; yo he ido al Congreso y me da una pena inmensa verles leyendo el periódico, no se tienen respeto, deberían ser sancionados. Eso en una escuela lo hacen los niños y les pone mala nota. Y los medios no lo destacan.

-Habla en el libro de políticos como Pablo Iglesias y el sí que dijo que quería ser ministro.

-Tenía ganas de ser ministro. Hace años cuando salió decían que parecía el demonio y he estado con él varias veces y este es un líder, lo que pasa es que esta última temporada se ha deteriorado el liderazgo de él, por el entorno. Rivera, Pedro Sánchez, Aguado son chavales jóvenes líderes que da gusto tomar un café con ellos, cuando no se les sube a la cabeza.

-Cuando habla de que no quiere políticos tristes, ¿se refiere con ideas, con nuevas fórmulas, con ganas...?

-Con ganas de mirar y que crean en lo que hacen y que puedan comerse el mundo. Y lo hacen, los hay, y que se diviertan haciendo política y jugando.

-Cita continuamente al papa Francisco, se nota que es un ejemplo para usted.

-En esta etapa ha entrado en la Iglesia más gente que nunca, gente que por las razones que fueran, que estaban divorciados o vivían 'en pecado' o los que creían que no había solución; quizá ha atraído tanto a los que había, pero también ha abierto las puertas de las Iglesias a los pobres. Se ha preocupado más de poner duchas y peluquerías para pobres en el Vaticano, en lugar de poner imágenes de la Virgen, y no se ha puesto los zapatos rojos y la capa, sigue siendo el obispo que yo conocí en Argentina.

-El papa tiene buena prensa por esa cercanía, ¿la tiene la cúpula de Iglesia en España?.

-Es verdad que al igual que en la política hay políticos que están tristes, que parecen agoreros, que les nombras alcaldes y ministros y lo primero que piensan es 'la que me cayó', que da pena de ellos, en la Iglesia nos pasa lo mismo, necesitamos obispos y curas que sean alegres, que sean líderes para arrastrar a la gente.

-En el libro dice que en la dictadura le consideraba un rojo y en la época socialista de derechas, ¿usted tiene ideología?

-Sí, la infancia te marca mucho, una persona como yo que nace en Asturias, en una familia donde mi madre era de una ideología y mi padre de otra, en donde conocí a mis abuelos que estaban en la cárcel porque los había metido Franco, luego otros me los habían matado en el monte por ser rojos, eso te va marcando y te va haciendo un crío que quiere luchar por la justicia. Conocí mucho a los curas obreros que los metían en la cárcel, eso claro que te marca, te inclina hacia la izquierda y después cuando uno lee el evangelio, es más de lucha no tanto de quedarse quieto. Pero con los años uno va templando más y hace las cosa más serenas, pero a mí me es muy difícil distinguir entre la prudencia, la valentía y la cobardía.

-¿Qué horizonte fija para que se cumpla el título de su libro?

-Mi generación no lo verá, pero la de nuestros niños sí, ya no habrá gente que muera en el mundo por hambre, eso no va a existir en 15 o 20 años, ni que muera por enfermedades tontas, por no tener una aspirina. Vamos a dejar a nuestros hijos mejor mundo del que nos han dejado nuestros padres.