Asturias entierra la polémica sobre la normativa de los purines y el «cuchu»

Carmen Liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Vacas en Asturias
Vacas en Asturias

El Principado no prevé cambios en 2020 en el esparcimiento de estiercol y mantiene en vigor la resolución de abril del pasado año con las excepciones a la normativa estatal que prohíbe el uso de los sistemas de plato, abanico o cañón

25 ene 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Mientras que en otras comunidades autónomas los ganaderos vuelven a estar en vilo al finalizar las prórrogas o moratorias para la aplicación de la normativa de purines, Asturias mantiene enterrada la polémica sobre el esparcimiento de los excrementos animales. El Principado ha confirmado que, salvo que se modifique la normativa europea, no prevé cambios en 2020 y mantendrá en vigor la resolución de abril del pasado año con las excepciones que estableció a la normativa estatal que permiten que se siga aplicando el estiércol de la misma manera que hasta ahora.

El esparcimiento de purines ganaderos en fincas de toda España bajo los sistemas de plato, abanico o cañón fue prohibido tras un decreto impulsado a finales del 2017 por el Gobierno de Rajoy con la amenaza de que los labradores o ganaderos que no se atuvieran a los estrictos criterios fijados en podrán ser penalizados con la retirada de ayudas de la PAC. Los pagos que llegan de Bruselas oscilan entre los 10.000 y los 100.000 euros, dependiendo de la extensión de su parcela o explotación. Aquel real decreto respondía a exigencias de la Unión Europea sobre la necesidad de reducir el nivel de emisiones de amoníaco (NH3) de España. Sin embargo, la administración regional estableció primero en 2018 y después en 2019 excepciones amparándose en que el Ministerio de Agricultura permitía a las comunidades «establecer excepciones, atendiendo a las características específicas de las superficies afectadas, incluidas las condiciones orográficas y climáticas, u otros motivos, debiendo las mismas quedar debidamente justificadas».

Los sindicatos COAG y UCA también se mantienen en sus posiciones iniciales y reiteran que Asturias tiene que estar exenta siempre de cumplir la normativa por diversas razones. La principal que el sistema que se exige para inyectar los purines «no sirve para aquí porque los pastizales tienen un desnivel en el que el aparato no funciona, además de la cubierta vegetal y las piedras que tiene el terreno», señala Mercedes Cruzado, de COAG-Asturias. Así, la misma señala que «ese sistema nunca va a funcionar en la región», en la que apostilla que «no hay problemas de contaminación» ocasionados por la agricultura y la ganadería porque «en Asturias la situación es especial al tener fosas para purines cubiertas desde hace muchos años». Se ha comprobado que esas fosas contribuyen notablemente a reducir las emisiones.

«Hay que tener claro que Asturias tiene que estar exenta de cumplir esa normativa, porque si no, las ganaderías van a cerrar», manifiesta la representante de los ganaderos, que comenta que el aplicador de purines exigido por la norma supone una inversión difícil de asumir para las ganaderías más pequeñas. José Ramón García Alba «Pachón», de UCA, recuerda que en alguna prueba que se realizó, no se pudo ni descargar una cuba de purines con el sistema de inyección. «Nosotros hicimos un informe técnico en el que se concluía que era inviable», argumenta José Ramón García Alba «Pachón», que entiende que la resolución con las excepciones se mantiene «porque las circunstancias son las mismas y no hay razones para modificarla».

Tanto Mercedes Cruzado como José Ramón García Alba «Pachón» explican que los purines que más contaminan son los de porcino «y en Asturias casi no hay», mientras que las ganaderías de vacuno tienen fosas sépticas que deben estar cubiertas y eso evita el 80% de las emisiones. La resolución del 2 de abril de 2019 de la Consejería de Desarrollo Rural y Recursos Naturales exime del cumplimiento de la normativa sobre el esparcimiento de purines al 90 por ciento del territorio asturiano, por estar considerado de alta montaña y tener fincas con superficies medias por encima del 10 por ciento de desnivel.