Una sanitaria, desde el HUCA: «Al principio era un caos, pero ya se va viendo la luz»

Elena G. Bandera
E. G. Bandera REDACCION

ASTURIAS

Cristina Alonso, ataviada con el EPI, en una de las plantas con pacientes de coronavirus del HUCA
Cristina Alonso, ataviada con el EPI, en una de las plantas con pacientes de coronavirus del HUCA

Duerme en un hotel de Oviedo para evitar riesgos a sus familiares: «Solo estamos cuatro aunque hay mucha más gente que quiere y no acaba de conseguirlo porque en Prevención de Riesgos están saturados»

24 abr 2020 . Actualizado a las 21:27 h.

Cristina Alonso vive en Peñanes, un pueblo situado al sur de Oviedo, a unos 15 kilómetros. Es técnico de cuidados de enfermería y trabaja como auxiliar en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). «Cuando empezó todo esto, como no tenía autobuses ni tampoco tengo carné de conducir, me trajeron y me quedé en casa de mi madre en Oviedo», cuenta, explicando que ya ha cumplido, no obstante, su primera quincena durmiendo en el hotel Exe de Oviedo.

Hacerlo en la casa familiar, con su madre enferma y un sobrino pequeño, no es una opción mientras siga cuidando a pacientes con coronavirus: «Mi hermana me dijo que en casa no entraba y esa misma noche me fui a coordinación de enfermería a decirles que no tenía dónde dormir, llamé al hotel y fui la primera en alojarme en él».

Está trabajando desde el principio de la epidemia y no ha tenido síntomas de coronavirus. «Cuando empezó todo nos sobrepasó, la verdad. Fue un caos tremendo. Empezaron a cerrar plantas y a llevar a los positivos a otra planta», recuerda. Ella estuvo en la planta de los pacientes que habían dado positivo en Covid-19. «Fue tremendo; muy, muy, muy cansado, pero más que cansancio físico, era mental, psicológico. Despedirte de la gente cuando les llevaban a la UCI…. Es muy duro».

Tiene muchas conversaciones grabadas en la memoria. «’Señorita, pero si tengo cinco hijos, ¿por qué no vienen a verme? No lo entiendo, si me quieren mucho…’ Les intentas dar todo el cariño posible». Remarca que al menos ya se permite utilizar móviles en las habitaciones del hospital. «Para poder llamar porque la gente mayor no tiene nada allí dentro. Cuando les dieron la televisión gratis, no la querían ni mirar porque veían que el mundo es un caos y se agobian muchísimo. La situación es tremenda. Tremenda».

Ahora trabaja en la planta preCovid-19, habilitada para las personas que tienen síntomas pero han dado negativo en el test. «Les sale negativo no detectable, pero tienen toda la síntomatología en las placas, en la fiebre… A todos se les sigue haciendo las pruebas y de aquí marchan muchos para las plantas de positivos». Cinco plantas del HUCA están exclusivamente dedicadas a la pandemia de coronavirus, organizadas por un protocolo general -que se actualizó el pasado 1 de abril- según los casos.

«En todas tenemos que entrar con equipos de protección integral (EPI) y ya están creando nuevas zonas de UCIs con respiradores. También está el hospital de campaña de los militares, en donde realizan las pruebas». Hace hincapié en que esas pruebas no se las hacen a todos los sanitarios, «y creo que si estamos aquí tendríamos que tener una seguridad…»

La situación, en todo caso, dista mucho de la que Alonso dice haber vivido cuando la curva de positivos comenzó a escalar. «Se va viendo la luz. Eso es muy importante. Se ve ahora más luz que antes -insiste-, al principio era un caos. Ahora ya estamos organizadas. ¡No sabíamos ponernos un EPI! A mí me dieron el curso después de estar en contacto con positivos. Entonces no sabíamos -repite-, pero ahora hay organización, más rodaje y se ven menos casos. Estamos más mentalizadas, aunque lo más duro del día a día sigue siendo el cansancio psicológico».

Agradece a todos los que están cumpliendo con el confinamiento domiciliario para que el virus no se siga propagando y comience a verse la luz al final del túnel. Y también a las empresas «que no están mandando cosas a todos los trabajadores del HUCA para que nos pongamos bien para el verano», bromea, pensando por ejemplo en el chocolate.

Trabaja por turnos y se están respetando. Dos mañanas, dos tardes y dos noches. O dos mañanas, una tarde y una noche. «Es alterno, y luego hay tres o cuatro días de descanso, pero acabas muy cansada», dice Alonso, que explica que nada más levantarse fue hasta casa de su madre para hablar, a través de la puerta, con su sobrino. «Le echaba mucho de menos». Su voz tiembla un poquito al decirlo.

En el hotel en el que duerme va a seguir haciéndolo al menos hasta el 21 de abril. «El hotel es para personal que trabaja con positivos como yo y que tiene en casa a personas de riesgo. Estamos sólo cuatro personas. Es una vergüenza con el montón de gente que hay y que quiere. En el hotel ya me lo han dicho, que les llaman o les mandan correos, pero no viene más gente», lamenta.

Ella tuvo que remover Roma con Santiago, una vez que se enteró de que desde el hotel se había hecho este ofrecimiento para ayudar a los sanitarios en activo, para conseguir el permiso en el hospital. «Me volvieron loca. Me pasaban la pelota de gerencia a Prevención de Riesgos Laborales. Y, en esta segunda quincena, porque la anterior se acabó el 6 de abril, de nuevo tuve que remover Roma con Santiago y volví a decirles que tengo autorización de la responsable del hotel». Y se lo agradece: «Le conté que se me acababa la quincena y que si había algún problema en seguir. ‘Ninguno’, me dijo. El hotel es muy confortable, nos tratan genial, nos dan el desayuno y está todo fenomenal».

Otro de los profesionales que duerme en el hotel tiene dos hijas pequeñas y su mujer está embarazada. «No quiere ir a su casa para no ponerlas en riesgo», explica Alonso, que guarda en la pequeña nevera de la habitación ensaladas y fruta que compra en un supermercado cercano. Una compañera también le dejó un calentador de leche: «Al final pasamos muchas horas también aquí y tomamos mucho café».

Sin embargo, pese a este ofrecimiento por parte del hotel Exe, hay un obstáculo que impide que no sean más que cuatro sanitarios los que descansan de sus duras jornadas en sus habitaciones. «Es por la mala organización y porque en Prevención de Riesgos Laborales del hospital están saturados. No te cogen el teléfono, llegas allí y si les dices ‘oye, que tengo fiebre, pues para casa sin hacerte el test ni nada’… Eso es un caos, así que quienes necesitan tener un sitio donde dormir para no ir a sus casas no encuentran la manera de poder quedarse en el hotel». Explica que es en el departamento de Prevención de Riesgos Laborales del HUCA donde se obtiene «la hoja que luego te firman en gerencia para que la lleves al hotel»

Cristina Alonso dice que no entiende esta situación. «Ahora tengo hasta el 21 de abril pero no creo que me lo vuelvan a renovar. No sé qué es lo que les pasa, pero claro, yo sigo trabajando, sigo en contacto con casos…» Una compañera acaba de hacerse la prueba para ver si es positiva en coronavirus. «Tengo otras tres compañeras que sí, que están de baja», señala. A ella, como no ha tenido síntomas, nunca le han hecho la prueba.