La huerta asturiana reclama poder sobrevivir al coronavirus

Elena G. Bandera
Elena G. Bandera REDACCION

ASTURIAS

Un puesto de verduras en un mercado de Asturias
Un puesto de verduras en un mercado de Asturias

Una campaña reivindica que se habiliten espacios para que cientos de pequeños productores de Asturias puedan seguir vendiendo alimentos locales tras cerrarse mercados semanales y plazas de abastos

18 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Ya no se puede comprar lechugas, ni cebollas ni absolutamente nada en los mercados semanales de Asturias. Cada semana se celebraban mínimo entre siete y ocho en los que se vendían verduras, hortalizas, frutas y alimentos tan variados como mermeladas, quesos, huevos, embutido, pan, helados, frutos secos, setas y un largo etcétera que, hasta hace nada, era una parada obligatoria para los asturianos que gustan del buen comer y, además, que aprecian los productos de la tierrina, «sanos y de comercio justo».

Cientos de pequeños productores de todos esos alimentos que salen de las huertas y de las granjas de toda Asturias ya no pueden acudir a esos mercados y plazas de abastos. Las producciones perecederas se están perdiendo por no tener dónde venderlas. Y, pese a que la alimentación es un servicio esencial en este estado de alarma por el coronavirus, esta situación va camino de dar la puntilla a quienes se dedican al campo, a pequeña escala, en Asturias.  En la Asturias que, ya antes del coronavirus, estaba vaciada. 

Para apoyarles, y aprovechando que ayer era el Día Mundial de las Luchas Campesinas, colectivos, organizaciones sociales, consumidoras y productoras de toda Asturias lanzaban la campaña #SOSCampesináu, sumándose a la iniciativa estatal de reivindicar ante las administraciones que apoyen la producción y la distribución de alimentos locales y de cercanía. Porque esta terrible crisis sanitaria y económica les ha puesto, como a otros sectores, al límite. Camino de desaparecer...

«Están hoy más que nunca en peligro y, para evitarlo, pedimos a todos los ayuntamientos de Asturias que tomen medidas para revertir esta situación como la reapertura de los mercados de proximidad regulando las condiciones de higiene y seguridad, o la autorización de los desplazamientos a huertas y granjas para el autoabastecimiento de alimentos», explica Gala Fernández, una de las participantes en esta iniciativa que reclama que las campesinas y los campesinos de Asturias tengan opción a sobrevivir al coronavirus.

La mayoría de estos pequeños productores acude a ferias alimentarias de diversa periodicidad, a mercados semanales como los de Cangas de Onís, Pola de Siero o Villaviciosa por citar tres ejemplos o a las plazas de abastos en las que, por ejemplo, las campesinas venden hortalizas y verduras recién salidas de la huerta. «Las situaciones son muy diferentes en toda Asturias: hay gente que tiene puesto semanal en la Pola, en Villaviviosa, en Grao…, otros van a los mercadillos que pueden y muchos a los que se celebran todas las semanas por toda Asturias. Algunos están repartiendo a domicilio, aunque eso no baja el riesgo para la persona que lo hace», explica Alberto Buznego, de Picu Rabicu, que también participa en la campaña #SOSCampesináu,

En el caso de que se permitiera habilitar puestos en la calle y en las plazas de abastos, Buznego añade que no se aumentaría más el riesgo que ya pueda existir por comprar en un supermercado. «Es tan arriesgado ir a comprar a una plaza de abastos con a cualquier gran superficie», reitera. Por ello, indica, lo más urgente es habilitar espacios como, por ejemplo, existen en Francia, en donde los pequeños productores pueden vender sus alimentos en un radio delimitado y con un registro sanitario especial.

La diversidad de los pequeños productores, agricultores y ganaderos en Asturias es muy amplia. Desde los más jóvenes que se decidían, o se veían obligados por la crisis económica de antes del coronavirus, a emprender con iniciativas de agroecología arraigadas en el campo asturiano, hasta los más mayores, como Gregoria, una campesina de 93 años que protagonizaba ayer una de las historias con las que se reivindicaba en las redes sociales la campaña #SOSCampesináu.

Gregoria, como tantas otras campesinas de Asturias, vende fruta y verdura en un mercado semanal, el del Fontán de Oviedo, a donde va en autobús cada jueves y sábado. Hasta el estado de alarma: «Desde el cierre de los mercados campesinos, Gregoria, como toes les campesines, se queda en casa y toda la verdura que crece en su huerto no encuentra salida».

Además, los que no se dedican en exclusiva a la venta directa tienen en ella, a pesar de que sus productos se vendan en tiendas, el porcentaje más importante de sus ingresos. En algunos casos ya ni siquiera han podido seguir adelante.

Las dificultades que ya venía arrastrando la Asturias vaciada, sin que se hubieran aplicado soluciones para reducir la excesiva burocracia o facilitar la implantación de canales de distribución, se suman a las de la situación excepcional en la que ha dejado al mundo entero la pandemia de coronavirus. «Priorizar y defender la producción local de alimentos es fundamental por la salud, la economía local, la vertebración del territorio, el clima y el cuidado del medio ambiente. Pongamos la alimentación y la vida en los pueblos en el centro», dice la campaña con la que ya se ha solicitado a las administraciones asturianas, autonómica y locales, que busquen soluciones que ayuden a salvar la pequeña producción de la huerta y las granjas asturianas.

O que presionen a las autoridades competentes para que permitan los desplazamientos a granjas, huertos y corrales de autoabastecimiento de alimentos, incluso sin estar la persona dada de alta en el régimen agrario, tanto para el mantenimiento del funcionamiento de la granja, como para la cosecha de alimentos. Y que se prioricen los productos locales en tiempos en los que los desplazamientos por carretera se han reducido drásticamente para evitar la propagación del virus.

También solicitan que se implementen medidas fiscales, como la exención del pago de impuestos municipales, en apoyo a pequeños productores/as agroalimentarios, del mismo modo que se ha hecho con otros  sectores clave para la sociedad, y que se informe, a través de campañas de sensibilización como la que se ha hecho en Gijón con el comercio local, de la importancia de la agricultura campesina a pequeña escala y del consumo de productos locales, de temporada y frescos.