«Nos pasó el día del padre, de la madre, del libro, LibrOviedo.... a ver si remontamos», afirma una librera de Oviedo

MARÍA DÍAZ OVIEDO

ASTURIAS

Olga Cuervo, en la librería-papelería Aldaba, en Oviedo.
Olga Cuervo, en la librería-papelería Aldaba, en Oviedo.

El barrio de Pumarín, en la capital del Principado, vuelve a ser un ir y venir de gente en el primer día de la fase 1 de desescalada y los comerciantes confían en que no haya rebrotes y se vuelva a la normalidad

11 may 2020 . Actualizado a las 13:25 h.

Es día de guardar cola ante los establecimiento comerciales. Por lo menos, eso es la tónica general en la mayoría de los comercios de la capital asturiana que ha subido la persiana en el primer día de la fase 1 de la desesecalada. Tan sólo un cliente puede acceder al interior y eso provoca que siempre haya alguien a la puerta esperando. Una imagen que se repite por las calles de barrios como es Pumarín, donde el ir y venir de gente por la calle ha vuelto al barrio a una situación cercana a los días previos al 14 de marzo, donde empezó el confinamiento.

Los comerciantes tenían ganas de volver a la actividad y los clientes, algunos por necesidad u otros previsores y para evitar hacer cola, fueron madrugadores. Esto ha ocurrido en una tienda de venta de ropa para la casa, en la calle General Elorza de Oviedo. Abrió a las diez de la mañana y para las 10.45 horas «ya ha había tenido cuatro personas, que habían adquirido un colchón, dos bajeras y una sábana», afirma la dependienta María del Mar. Como norma, a la puerta del establecimiento se encuentra el hidrogel, los guantes y las marcas de distancia de seguridad en el suelo. María del Mar es empleada pero admite que ya tenía ganas de volver al trabajo. «No nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que nos falta», asegura en relación a cómo pasó ella el confinamiento. 

El barrio de Pumarín es un ir y venir de gente y en la calle Picasso, número 2, Olga Cuervo también abrió las puertas de la librería-papelería Aldaba. En este local han habilitado un pasillo de entrada y otro de salida para evitar cualquier tipo de contacto entre los clientes, para ello han modificado la zona infantil que tenían con mesas dispuestas para las lecturas y juegos infantiles. El hidrogel, los guarntes, la mascarilla, la distancia de seguridad es algo que habrá que ir asumiendo, como ya han hecho los niños. «Nos han sorprendido los niños para bien. Vienen con mascarilla, con cuidado de no tocar, vamos que hasta les damos un obsequio y todo por lo bien que se portan», explica. 

Hoy es el día que abrieron sus puertas a todo cliente pero ya la semana pasada trabajaron con cita previa. «Especialmente para los clientes fieles, que encargaban comprar varios libros o también para aquellos que necesitaban material escolar para los niños», indica Olga.  Aunque cuando mantenemos esta conversación es a primera hora de la mañana y, tal como explica Olga Cuerva, los clientes habituales suelen venir un poco más tarde, admite que «ya se vendió algo». Por ejemplo, la fotocopiadora está funcionando. Los exámenes están a la vuelta de la esquina y los estudiantes están realizando copias de apuntes o de trabajos que tienen que presentar para las pruebas finales.

Olga Cuervo confía en que poco a poco se vaya remontando la situación creada por la pandemia y que el sector de los libreros vaya remontando tras pasar estos más de 50 días cerrados, en los que han pasado fechas muy celebradas para este tipo de negocio por ser época de regalos. «Nos pasó el día del padre, el día de la madre, el día del libro, LibrOviedo, las comuniones... a ver si remontamos», afirma. Pero, con una sonrisa que se esboza bajo la mascarilla que porta, Olga Cuervo confía en que la responsabilidad de todo la gente haga que no haya repuntes del COVID-19 y que poco a poco se vaya salvando la situación.