Los expertos reconocen que existe riesgo de rebrote pero creen que Asturias está preparada

Susana D. Machargo

ASTURIAS

PILAR CANICOBA

La experiencia en la gestión de la pandemia ha afinado los sistemas de detección. Advierten de que se debe evitar el riesgo de culpar al positivo en coronavirus. Es necesario mantener l ainversión en sanidad

24 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El 30 de mayo, el Principado confirmaba que después de semanas de descenso en el número de nuevos positivos de coronavirus había localizado un foco en una residencia de ancianos de Gijón con 19 casos. Unos días después notificaba otro más pequeño en un centro geriátrico de Oviedo. Desde entonces, en Asturias, apenas se han sumado 14 más. Sin embargo, las noticias sobre rebrotes han proliferado en España y en toda Europa en las últimas horas: Lérida, Huesca, la empresa cárnica alemana Gütserlshorf... Ahora que el epicentro de la epidemia se ha trasladado a miles de kilómetros de distancia, a otros continentes, este tipo de informaciones vuelven a sacudir a una sociedad que acaba de superar el estado de alarma. Los expertos asturianos advierten: hay que aprender a vivir con estos brotes. Mientras no aparezca una vacuna, van a seguir apareciendo. Lo importante es que nadie se adormile, que las administraciones mantengan la red de vigilancia epidemiológico alerta y que la ciudadanía adopte las medidas de precaución que están en sus manos: la mascarilla y la distancia de seguridad de un metro y medio. Pero los especialistas también intentan sacudir temores innecesarios. No hay que vivir con miedo y tampoco se debe responsabilizar al paciente que da positivo en COVID-19, porque no es culpable de nada. En resumen, es imprescindible aprender a convivir con la incertidumbre por un tiempo.

Coinciden en el diagnóstico expertos de diferentes ramas como Daniel López Acuña, epidemiólogo y exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Crisis de la Organización Mundial de la Salud (OMS); Adonina Tardón, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública en la Universidad de Oviedo; y Usama Bilal, epidemiólogo gijonés que asesora al Gobierno del Principado durante la epidemia y que es profesor e investigador de la Universidad Drexel (Filadelfia). Los tres señalan que la sociedad está mejor preparada que hace tres meses. Conoce más del virus, de la forma en la que se transmite, del periodo de incubación, del tratamiento para tratar a los pacientes críticos, de cómo debe ser la vigilancia,... Pero los rebrotes son, en estos momentos, inevitables. 

Vivir con desasosiego

«La clave radica en que tenemos que aprender a vivir con esta incertidumbre por un tiempo, al menos hasta que sepamos más sobre la enfermedad. Existen una serie de factores que todavía desconocemos y que nos ayudarían a responder a las dudas sobre futuros brotes. ¿Cuánto dura la inmunidad que confiere haber pasado la infección? ¿La gente que estuvo expuesta al virus pero no tuvo síntomas tendrá alguna inmunidad duradera? ¿Se comportara el virus como la gripe, mostrando estacionalidad? ¿Existe una diferencia por edad en cómo de infecciosos somos? ¿La gente joven transmite más o menos el virus? Esto es importante a la hora de planear la vuelta de la educación, guarderías o universidades. ¿Cómo de seguras son las actividades al aire libre?», se pregunta Usama Bilal. 

Esas cuestiones están en el aire pero otras muchas han ido despejándose con el paso de las semanas y eso ha ayudado a todos los profesionales implicados a conocer mejor las causas de la epidemia. «Estamos mejor preparados para controlar los brotes. Hemos aprendido cómo se comporta la enfermedad. Tenemos más datos sobre la tasa de contagios, el periodo de incubación, los mecanismos de transmisión, los sujetos más susceptibles», puntualiza Adonina Tardón, que recuerda que la Red de Vigilancia Epidemiológica Nacional lleva funcionando desde 1993 y tiene un amplísimo rodaje en otras enfermedades de declaración obligatoria.

«La pandemia no concluye con el estado de alarma. Habrá rebrotes en lugares donde se consideraba controlado. Era algo esperable y probablemente inevitable. Seguiremos así hasta que no haya vacuna», reconoce Daniel López Acuña. Añade que la única opción es «socialmente acostumbrarse a esta nueva normalidad, con un virus que puede volver a presentarse y que nos obliga a mantener las distancias». El exdirectivo de la OMS explica que los rebrotes son más esperables en hospitales, residencias o en centros de trabajo, donde hay más personas de riesgo o donde se producen más masificaciones o intercambios.

«El principal detonador son los asintomáticos», argumenta López Acuña. Eso es así porque el sistema sanitario público está preparado para identificar al resto. Tardón recuerda los 30 años de experiencia de la red de epidemiológica, en las enfermedades transmisibles como el COVID-19. El sistema se activa cuando hay un diagnóstico basado en una sospecha. No se espera a tener una confirmación en el laboratorio porque podría ser demasiado tarde. «Aunque la sociedad se adormile, es muy importante que el sistema de vigilancia epidemiológica no lo haga y siga monitorizando, rastreando y controlando los nuevos brotes que vayan surgiendo. Tengo confianza en ese sistema», señala Usama Bilal.

Para Bilal, el verdadero examen comienza justo ahora «cuando se permite la movilidad libremente, con la entrada». El vicepresidente del Principado, Juan Cofiño, había calificado el momento como «crítico». Este epidemiólogo también lo ve así: «Es posible que tengamos rebrotes grandes. Si esto ocurre es muy importante que lo detectemos rápido y estemos preparados para actuar rápidamente. Es posible que, entonces, haya que volver atrás en algunas medidas específicas». López Acuña apunta otro aspecto que considera crucial: seguir haciendo el mayor número posible de pruebas PCR, las más fiables, las que se utilizan en todas las estadísticas mundiales como referente. De esas el Principado había hecho hasta martes, 22 de junio, 120.317. «No solo hay que actuar con rapidez y rastrear a todo el entorno de un positivo. También hay que realizar PCRs a todos sus contactos estrechos. Eso es lo único que nos va a permitir cercar los brotes», insiste.

No responsabilizar al positivo

Hay que estar alerta pero sin miedo. Esa es la teoría de Adonina Tardón, basada en el conocimiento y en la experiencia vital. La catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública indica que «miedo no hay que tener nunca pero sí hay que estar vigilante, cumpliendo con las normas».  Entiende, por tanto, que se está haciendo un llamamiento a la responsabilidad individual de las personas pero teme que se les acabe culpando o responsabilizando de sus positivos. «No solo ellos son responsables. Los trabajadores no son los culpables de un brote en su empresa. Con estos debemos tener mucho cuidado. La responsabilidad individual depende en gran medida del nivel educativo y social. No podemos permitir que nos miremos con recelo. La administración debe jugar un rol ejemplar. El coronavirus no lo han inventado los ciudadanos», defiende Tardón. 

En lo que discrepan Tardón y López Acuña es en el nivel de concienciación social que existe en la sociedad asturiana y española en estos momentos de desescalada. Mientras que Tardón es optimista y cree que la gente está cumpliendo «a rajatabla» con las medidas que están en su mano, López Acuña considera que esa misma gente «no se lo está tomando en serio». La especialista en Medicina Preventiva ha observado un cambio en apenas unas semanas. Precisa que ya no se ve a nadie en una tienda o en un supermercado sin mascarilla y que en la calle las personas que van sin ella extreman la distancia de seguridad. La población asturiana ha demostrado un talante, una educación sanitaria y una grandeza de espíritu tremenda». El exdirectivo de la OMS, en cambio, detecta errores en la percepción social, al pensar que como el epicentro de la pandemia ya está lejos de Europa el riesgo ha pasado. «Ha habido varios brotes por celebraciones familiares. La gente piensa que si conoces a alguien estás seguro y no tiene nada que ver con eso. Si es un familiar puedes estar seguro de que no te robará pero no sabes si tiene coronavirus y es asintomático», alega. Tardón insiste en que los ciudadanos, después de cuatro meses de pandemia, «necesitan vivir, salir a la calle, ir a la playa, caminar... Sentir que la vida es casi normal».

La responsabilidad es compartida pero a las administraciones les toca un peso mayor. En este sentido, Usama Bilal reconoce que «más que nunca queda claro que nuestra salud económica va a depender de la fortaleza de nuestro sistema de salud pública». Esto se traduce, a su juicio, en que es necesario seguir reforzando el tejido sanitario. «Espero que los gobiernos autonómicos, específicamente el asturiano, sigan por ese camino, proporcionando más recursos y personal a estos servicios de salud pública. También es muy importante que desde el Gobierno central se implemente ya, de una vez por todas, la Ley General de Salud Pública de 2011, que incluye aspectos como sistemas de vigilancia coordinados para evitar las debacles de datos que vimos durante finales de mayo y principios de junio. Sin estos sistemas será muy difícil detectar nuevos rebrotes a tiempo, y volveremos a requerir de cierres económicos que nadie desea», explica. Recetas existen.