Sangre y carbón en el calendario, un cuarto de siglo de la tragedia del pozo Nicolasa

carmen liedo REDACCIÓN

ASTURIAS

Funeral de varios de los mineros fallecidos en el accidente del Pozo Nicolasa. Mieres. Asturias 1995
Funeral de varios de los mineros fallecidos en el accidente del Pozo Nicolasa. Mieres. Asturias 1995 Eduardo Urdangaray y Ramón Jiménez

Una gran explosión de grisú se llevó la vida de 14 mineros la madrugada del 31 de agosto de 1995, paradójicamente, en la única explotación de carbón hoy en activo. La pandemia de la COVID-19 hace posponer el homenaje oficial

31 ago 2020 . Actualizado a las 11:16 h.

El 31 de agosto es una fecha marcada a sangre y carbón en las comarcas mineras asturianas, especialmente en el concejo de Mieres. Los que han sido y son mineros conocen desde el primer día que entran en la mina lo que es el negro absoluto, la oscuridad absoluta, y aquel último día del mes de agosto de 1995 descubrieron en el Pozo Nicolasa el silencio absoluto. Mieres, las cuencas, Asturias y la minería, en general, enmudecieron ante una de las mayores tragedias del sector a nivel estatal y europeo. En aquella madrugada, una explosión de grisú se llevó por delante la vida de 14 mineros cuya única ambición cada jornada de tajo era sacar adelante a sus familias.

Hoy se cumplen 25 años de aquel fatídico accidente que, paradójicamente, sucedió en el único pozo que se salvó de la Decisión 787 de la Unión Europea que ha acabado con la minería del carbón en España: el San Nicolás, más conocido como Nicolasa. Entonces la minería, aunque ya estaba herida y se empezaba a poner fecha a su fin, aún era una actividad económica importante en Asturias, una actividad que daba empleo a miles de personas en los pozos de las comarcas mineras. En la actualidad, en cambio, en el pozo Nicolasa trabajan alrededor de 400 mineros, cuatro de ellos hijos de quienes perdieron la vida aquel fatídico 31 de agosto de 1995. El descendiente de otro minero fallecido forma parte de la Brigada de Salvamento Minero, Brigada que este año cumple su centenario y que en septiembre de 2019 recibió la Medalla de Oro de Asturias tras participar en enero en el rescate de un niño de dos años en Totalán, Málaga

Y por si doliera poco el recuerdo de aquella la tragedia minera de hace 25 años, la pandemia de la COVID-19 se ha quedado para impedir la celebración en una fecha tan señalada del oportuno homenaje a los mineros fallecidos. La pretensión del Ayuntamiento de Mieres es posponer y no cancelar el acto oficial de reconocimiento que se tendría que haber celebrado este lunes 31 de agosto.

El accidente

Fue pasados unos minutos de las tres de la madrugada y a 400 metros de profundidad donde se produjo una de las mayores tragedias de la minería desde mediados del siglo pasado. Un equipo formado por 13 mineros de Hunosa trabajaban en los subniveles de la capa 8 mientras un grupo integrado por cuatro mineros originarios de la República Checa y trabajadores de la subcontrata SATRA avanzaban en la quinta planta con un minador el frente de una galería. Nada detectaron los aparatos medidores de grisú, pero una gran concentración de gas estallaba convirtiendo esas dos zonas de trabajo en un infierno: llamas, monóxido de carbono, derrabe de carbón, polvo y muerte. De ella lograron salvarse tres mineros de Hunosa.

Los fallecidos

La explosión fue letal para 14 mineros que aquella noche escarbaban en las entrañas de la tierra y de las profundidades de ella tuvieron que sacar los cuerpos inertes de Juan Manuel Álvarez Fernández, Eduardo Augusto Alves, Eugenio Martín Curieses, Francisco Javier González Merino, José Ignacio del Campo Bernardo, Elías Otero Fernández, Manuel Ángel Fernández Bueno, Anatolio Lorenzo Pedrosa, Luis Antonio Espeso Mencía, Michal Klenot, Viastimil Havlik, Miroslav Divoky y Milan Rocek. Todos tenían entre 29 y 43 años.

Accidente Minero en El Pozo Nicolasa. 14 Mineros muertos. Mieres. Asturias (1995)
Accidente Minero en El Pozo Nicolasa. 14 Mineros muertos. Mieres. Asturias (1995) Eduardo UrdangarayRamón Jiménez

El rescate 

Poco después de producirse la explosión, al aviso de un compañero de los sucedido, los mismos mineros que trabajaban en ese relevo ayudados por autorespiradores comenzaron las labores de rescate, antes incluso de que llegara la Brigada de Salvamento Minero. Varias horas tardaron los ocho integrantes de la Brigada en rescatar todos los cuerpos mientras cientos de personas aguardaban en un silencio absoluto, sólo roto por algún llanto, en la plazuela del pozo Nicolasa. Las catorce camillas se dirigieron inicialmente hacia el botiquín antes de ser trasladadas al hospitalillo de Hunosa, en el polígono de Fábrica de Mieres, donde se instaló la capilla ardiente de los diez trabajadores de Hunosa. Los cadáveres de los cuatro mineros checos fueron trasladados al Hospital Álvarez Buylla. Allí fueron embalsamados y preparados para su repatriación a la República Checa.

La investigación

Muchas fueron las preguntas que surgieron sobre el accidente: ¿qué ocurrió aquella madrugada en la capa 8 del pozo Nicolasa? ¿por qué no funcionaron los grisúmetros? ¿se podía haber evitado? En un primer momento nadie se explicaba las causas de la explosión. La posterior investigación y los testimonios de los mineros que sobrevivieron al accidente apuntaron a la hipótesis de que hubiera una gran bolsa de grisú que se localizó en ese momento, en el preciso instante de la explosión porque los trabajadores de Hunosa no estaban realizando labores extractivas y, por tanto, no se estaban utilizando explosivos. La deficiente ventilación fue la causa a la que achacó el siniestro la justicia. 

Cambio en las medidas de seguridad

Nadie pudo cambiar aquel trágico accidente de minería, pero sirvió para que se cambiaran las medidas de seguridad, se mejoraran los sistemas de ventilación, se establecieran nuevas normas para las explotaciones mineras por sutiraje y se intensificaron los sondeos para detectar el grisú y evitar futuros accidentes.

Un homenaje pospuesto por la COVID-19

Cuando se cumplieron 20 años del accidente minero del pozo Nicolasa, familiares, amigos y excompañeros de los 14 mineros fallecidos descubrieron una placa con los nombres de ellos colocada en las instalaciones de la explotación. Coincidiendo con el 25 aniversario de dicha tragedia, el Ayuntamiento de Mieres empezó a organizar a principios de año un acto que, sin embargo, y según confirmaba el vicealcalde, Manuel Ángel Álvarez, ha quedado condicionado por la COVID-19 y no se celebrará este 31 de agosto para evitar la reunión de mucha gente. No obstante, el mismo ha dicho que «para Mieres es una fecha clave en el calendario» y por ello ha asegurado que el homenaje no caerá en el olvido, sino que simplemente se pospone para cuando la situación de la pandemia haya mejorado. Aún así, no descarta que se produzca algún homenaje espontáneo de familiares y amigos que, pese a no haber nada organizado, se acerquen hasta el pozo a recordar a sus seres queridos.

Lo que sí hará el Ayuntamiento de Mieres será encender la llama del monumento al Minero ubicado enfrente del campus de Mieres, un gesto que nunca se olvida pero la viuda de uno de los fallecidos se encarga de recordar a los gobernantes mierenses cuando se acerca esta fecha en la que hace 25 años tanto cambió su vida.

Una de las mayores tragedias de la minería

Manuel Ángel Álvarez también recuerda el accidente del Nicolasa como «un golpe fuerte» tanto para él como para su padre, también trabajador del pozo Nicolasa. Aunque cuando ocurrió su progenitor disfrutaba de unos días de vacaciones, asegura que cuando recibieron la noticia «se nos encogió el corazón» porque «eran los padres de amigos o de conocidos». «Fue terrible, porque el número de nombres que nos citaban daba cuenta de la magnitud de la tragedia», recuerda el vicealcalde de Mieres, que ve como «una casualidad de la vida que sea el único pozo que queda abierto en Asturias».  

«Fue un rescate muy duro»

Una de las personas a la que le resulta difícil olvidar la fecha del 31 de agosto es Ángel Sierra, quien fuera hace 25 años el jefe de la Brigada de Salvamento Minero y responsable de coordinar el rescate de los 14 mineros que fallecieron en el pozo Nicolasa. Recuerda que «fue un rescate muy duro» porque «los cuerpos fueron encontrados en su puesto de trabajo» a excepción de los dos últimos «que no aparecían porque estaban sepultados por la explosión. Hubo que buscar mucho», comenta este ex brigadista con pesar. Según narra, cuando sucedió el accidente, él estaba de vacaciones, unas vacaciones que abandonó en cuánto le avisaron de lo ocurrido para ponerse al frente del operativo de rescate junto con otros siete brigadistas. «Cuando nosotros llegamos, ya había gente del pozo, tanto de Hunosa como de las contratas, que habían entrado con autorespiradores a rescatarles», señala. Sin embargo, recuerda que la labor se complicó y «tuvimos que buscar, tirar de pala y cortar cables para sacar a alguno», porque si hay una máxima entre los mineros es que «no se deja a nadie atrás».

También encuentra «paradójico» que sea el pozo en el que ocurrió la última gran tragedia de la minería asturiana el único que quede activo tras el cierre de toda la minería del carbón a nivel estatal. Pero justamente porque es el pozo que queda en producción, considera que allí debería estar localizada «por ley» la Brigada de Salvamento Minero, una Brigada que, explica, este año cumple su centenario desde que pasó del Sanatorio Adaro a instalaciones del Pozo Fondón.