Así construye Moal la aldea asturiana del siglo XXI

Elena G. Bandera
E. G. Bandera REDACCION

ASTURIAS

La aldea de Moal, en Cangas del Narcea
La aldea de Moal, en Cangas del Narcea Turismo Asturias

La comunidad vecinal, con el apoyo técnico y la colaboración de diversas instituciones, ya trabaja en crear una economía propia a partir de sus sistemas agroecológicos

27 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

«No me gustaría marcharme sin dejar esto un poco ordenado». Habla Delfino Lago Rodríguez, a quien todos conocen por Fino en Moal, el pueblo de Cangas del Narcea que ya está dando los primeros pasos para satisfacer el deseo de este veterano vecino y convertirse en ejemplo para que otras aldeas comprueben hasta dónde puede llegar una comunidad vecinal empeñada en revertir la sangría demográfica del mundo rural creando su propia economía. No va a ser de un día para otro, pero ayer se presentaba una propuesta del modelo agroecológico con el que se podría reordenar lo que hoy Fino ve desordenado, combinando el conocimiento local con el apoyo técnico y la colaboración de diversas instituciones del Principado.

Esta propuesta se presentó en una jornada online organizada por el Grupo de Desarrollo Rural Alto Narcea Muniellos, bajo el título Moal, una ecomomía agroecológica para la aldea del siglo XXI, en la que vecinos y técnicos explicaron cómo se ha ido gestando un modelo que aspira a tener una viabilidad económica y ecológica a través de una cooperativa de base territorial, conectada con su entorno y abierta a nuevos socios, como la que ya se ha creado en el pueblo.

«No se puede pretender evitar con tiritas la hemorragia demográfica que sufrimos en las aldeas, en el mundo rural. Hay que ser realistas y, aunque quizá no sea el mejor momento por la pandemia, sí tenemos que estar preparados para estar en la línea de salida cuando las condiciones lo permitan. Tenemos que salir ya y trabajar en el futuro que nos exigen las generaciones que vienen detrás de nosotros», considera Toño Rodríguez, uno de los impulsores de la Cooperativa Puerta de Muniellos con la que se pretende revertir ese «punto de no retorno» en el que se encuentra el mundo rural.

Tres asociaciones en un pueblo de menos de 80 habitantes

Moal partía con cierta ventaja porque, pese a que no llega a 80 habitantes, cuenta con un movimiento asociativo que ya querrían para sí algunos barrios urbanos. «La asociación Muyeres de Moal, que se creó para tener un tiempo de ocio y organizar talleres diversos, cumplirá 20 años en febrero. Ya tenían muy claro que había que luchar por mantener el mundo rural. Las mujeres en Moal siempre llevaron la voz cantante en ese sentido», explica Rodríguez. El pueblo tiene ahora tres asociaciones que han sabido además atraer a gente joven, una cultural y otra deportiva que, junto a la de las mujeres, suman casi 200 socios, «lo que da a entender la complicidad que hay en Moal y que nos llevó a ser pueblo ejemplar en 2018».

Pero como vieron que podían aprovechar esa complicidad para asumir retos mayores -«y uno de los mayores que hay en el mundo rural es el reto demográfico»- y a más largo plazo, decidieron dar un paso más y crear una cooperativa que hoy esta formada por 62 personas. «Esto evidencia las ganas que hay de apoyar proyectos que tengan como objetivo revitalizar los pueblos. Gracias a estas tres asociaciones se ha logrado inculcar una forma de trabajo en conjunto y un sentido de pertenencia a Moal en cada uno de sus socios que está muy vivo, por ello decidimos de forma tan rápida constituirnos en cooperativa», explica la secretaria de la asociación Muyeres de Moal, Laura Martínez, que no vive en el pueblo de continuo pero forma parte de su población itinerante.

«Antes de crear la cooperativa nos hicimos tres preguntas: qué, cómo y cuándo. ¿Qué podíamos hacer en un pueblo pequeño como Moal para cambiar esa tendencia de los últimos años de caminar hacia atrás? Hay que fijar población, sí, pero ¿cómo? Sabemos la capacidad de los recursos que tenemos y, para crear actividad económica y fijar población, tendríamos que ser capaces de ponerlos en valor. ¿Cuándo? Pues ya. Lo que menos tenemos es tiempo, cuanto más tardemos en atajar el problema, en crear expectativas y opciones reales, peor será la solución», explica Rodríguez.

Recuperar las fincas sin uso mediante concertación parcelaria

Sobre todo porque este es el momento en el que los jóvenes tienen ilusión por poder trabajar desde Moal, en donde ahora tendrán que dar el visto bueno a la propuesta técnica que se ha planteado para crear esas opciones reales de «abonar el terreno» más allá del sentido literal. «Queremos ofrecer un trabajo de calidad y con tiempo de ocio, que es lo que no había hasta ahora en el mundo rural», indica Rodríguez, que también explica que desde un primer momento estaba claro que tenían que contar con la Administración para hacer posible esta aldea del siglo XXI: «Lo importante no es que este proyecto salga adelante en Moal, sino que otros pueblos nos tomen como referente y puedan mejorar lo que nosotros podamos llevar a cabo».

De mano, se recuperará uno de los cinco bares tienda que llegó a tener Moal hace décadas, cuando a la escuela del pueblo acudían más de una treintena de chavales y la población fija e itinerante multiplicaba casi por 10 la actual. «Se antoja una actividad posible, viable y rápida de poner en marcha», considera Laura Martínez. Pero será solo el inicio, porque para lo que vendrá después se organizaba precisamente esta jornada en la que técnicos de la Consejería de Medio Rural y Cohesión Territorial y del Servicio Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario de Asturias (Serida) presentaban el resultado de esta colaboración con la comunidad vecinal.

«El objetivo es gestionar nuestras tierras de cultivo, nuestros prados y nuestros bosques porque solo así se podrá crear una actividad económica posible y sostenible», añade Martínez. Para ello, se va a desarrollar una figura novedosa como es la concertación parcelaria, con la que se pretende reactivar y movilizar las tierras sin uso del vecindario para darles rentabilidad mediante la combinación de la producción agraria y la generación de valores agroambientales, esto último teniendo además en cuenta la estratégica situación de Moal a las puertas de Muniellos.

Variedad de cultivos autóctonos e identitarios

La concertación parcelaria no tiene nada que ver con la concentración parcelaria de siempre, puesto que las fincas del entorno seguirían siendo de cada uno de sus propietarios pero formarían parte de un todo -mediante un acuerdo de condiciones con la cooperativa en función de su potencialidad- para sacarles el provecho que hoy, abandonadas, no tienen. Por ejemplo, la superficie potencialmente útil para huerta y frutales en Moal es de 60 hectáreas y técnicos del Serida han elaborado una exhaustiva propuesta agroecológica de potenciales cultivos -autóctonos e identitarios de Cangas en su mayoría- que generarían ingresos en meses con una inversión inicial escasa y aprovechamientos añadidos, entre otros, como el manejo extensivo de ganadería agroecológica.

«Tenemos un gran recurso en nuestro entorno pero el despoblamiento va dejando de lado las fincas que se estaban trabajando y queremos recoger todo ese conocimiento que se está perdiendo en estas generaciones para volver a trabajarlas y poder aplicarlo en las generaciones venideras. No queremos masificar, sino aprovechar de forma equilibrada lo que te da la tierra. Se dejó de trabajar pero no de consumir. Somos conscientes de que lo que te da la tierra se puede producir en el pueblo probablemente con una calidad superior», indica José Lago, de la Asociación Cultural de Moal, que en este proyecto piloto -porque de momento lo es- ve dos patas fundamentales: por un lado, una comunidad vecinal que no se conforma ni se resigna y opta por tomar la iniciativa para ser parte activa de las soluciones y, por otra, el apoyo de la Administración autonómica.

«Todo el Gobierno del Principado está volcado en el proyecto», agradece. «Tenemos que conseguir que esto funcione y que se cree un modelo», dice el comisionado del reto demográfico de Asturias, Jaime Izquierdo, que también explica que, tras este ensayo con el que se recuperaría el espíritu de conceptos manejados en su momento por la Institución Libre de Enseñanza (ILE) en sus misiones pedagógicas del medio rural -como esa combinación entre el conocimiento local de un territorio con la ciencia y la técnica-, «probablemente seamos capaces de generar una pequeña normativa en ese sentido». También apunta que la nueva Política Agraria Común (PAC), que se aplicará en el período 2023-2027, tendrá que «empezar a fijarse en esta realidad».

El Principado, de hecho, ya ha propuesto que el nuevo modelo de la PAC refuerce el trabajo del agricultor «genuino» que vive y trabaja en el medio rural. En la jornada de ayer, además, participaron el alcalde de Cangas del Narcea, José Víctor Rodríguez; el consejero de Medio Rural y Cohesión Territorial, Alejandro Calvo; el secretario general de Reto Demográfico, Francisco Boya, y el presidente del Principado, Adrián Barbón.

Según Boya, «el debate sobre la ruralidad tiene ahora más trascendencia que nunca. No tenemos un manual sobre cómo resolver esta ecuación pero las soluciones tienen que venir de la mano de las comunidades locales. Necesitamos muchos Moales que sean capaces de generar sus propias herramientas y estrategias par que el ámbito rural se reinvente y, por primera vez, tenemos mecanismos para hacer políticas que queremos consensuar desde la más absoluta complicidad para facilitar las herramientas necesarias a estos territorios que generen sus propios caminos hacia un futuro que evite la despoblación y el abandono».

Por su parte, Barbón, que clausuró la jornada, está convencido que la recuperación actualizada al siglo XXI de la función original de la aldea como gestora de su agroecosistema será determinante para su futuro y dependerá de la capacidad de la comunidad local para actuar de forma cooperativa y colaborativa: «El reto de reencontrar y reinventar la aldea para devolverle el prestigio como gestora del territorio, productora de alimentos con identidad y de energías renovables es no solo apasionante sino una garantía para evitar muchos de los riesgos con los que convive nuestra actual sociedad urbana».