Trabajar el campo y tener tiempo libre: así son las cooperativas para reactivar la aldea asturiana

Elena G. Bandera
Elena G. Bandera REDACCION

ASTURIAS

Imagen de yassineexo en Pixabay

«Si no tenemos una cooperativa no vamos a mover los pueblos», asegura el comisionado para el reto demográfico de Asturias, Jaime Izquierdo

01 jul 2020 . Actualizado a las 19:03 h.

Es muy duro. Se cobra poco. No puedes tener vacaciones. Ni te imaginas dónde te metes. Antes de pisar la tierra ya son todo trabas, y no solo burocráticas, cuando alguien se plantea dejar la ciudad e irse al campo a trabajar. El comisionado para el reto demográfico de Asturias, Jaime Izquierdo, no sólo es consciente de ello sino que además lleva años dándole vueltas a una solución al problema de despoblamiento y el abandono de los territorios rurales que rompa con esas realidades que echan para atrás, e incluso hacen ‘fracasar’, a quienes honestamente querrían vivir de otra manera. Una solución en la que no pueden faltar los elementos que considera imprescindibles para que las aldeas asturianas no sigan perdiendo habitantes cada año que pasa: vivir (y trabajar) con dignidad en ellas, crear comunidad y recuperar la funcionalidad que tuvieron en el sentido de soberanía alimentaria y gestión de su territorio.

En la del siglo XXI, que cae de cajón que no puede ser la aldea de antes, hay que conservar esa funcionalidad y actualizar las formas. Por ello, los aldeanos que la habiten no pueden ser los mismos de antes: «Antes el concepto de turismo y tiempo libre no existía. No tenías capacidad de moverte. Vivías en una aldea y, como mucho, te movías para ir a vender a la villa, luego cuando ibas a hacer la mili y ya no te movías más». O sí, y te ibas de la aldea para siempre para trabajar en las fábricas. «A partir de los 50 ya se abandona el pueblo, pero si vamos a regresar y vamos a ser cosmopolitas necesitamos la conexión con el resto del mundo. Y esa conexión solo se puede dar si tu economía te genera tiempo liberado», explica Izquierdo, que en 2018 perfilaba para el Gobierno vasco un prototipo de cooperativa territorial, agroecológica y campesina (TAC) que permitiría reproducir la funcionalidad de las aldeas de antes en el contexto del siglo actual, con el aprovechamiento de las nuevas tecnologías y oportunidades que no tuvieron los campesinos de antes.

Una funcionalidad que llevaban a cabo, pone como ejemplo Izquierdo, las 30 familias que habitaban en una aldea y que, cuando el pueblo estaba vivo, realizaban un conjunto de tareas que ayudaban a estabilizar el territorio, conservar la biodiversidad, recuperar razas y cultivos o reducir incendios y plagas. «Esas 30 familias han desaparecido y el que quedó en la aldea montó una vaquería de 400 vacas. Es decir, montó una actividad industrial vinculada al campo pero no gestionaba todo lo que gestionaban antes los demás, que era clave para el mantenimiento del paisaje», indica Izquierdo, que por ello defiende que sea la recuperación del conjunto de trabajos que realizaban aquellas familias puede hacerse con una cooperativa TAC, más eficiente en la organización del trabajo y que añade ventajas como que el beneficio se reparte en términos cooperativos o la disponibilidad de tiempo libre, descansos semanales y vacaciones anuales para sus socios.

«Si no tenemos una cooperativa no vamos a mover los pueblos, necesitamos esa herramienta de organización de la producción», dice Izquierdo, que recuerda que en Asturias las cooperativas que existen son mayoritariamente industriales, con algunas experiencias en lo ecológico y en la asistencia veterinaria. También recuerda que hay pueblos asturianos como Asiegu (Cabrales), Porrúa (Llanes) o Moal (Cangas del Narcea) en los que se podría poner en práctica la cooperativa TAC. Comunidades que podrían ser las aldeas ejemplares y modelo para la Asturias que no quiere seguir vaciándose. El Gobierno asturiano, a través del Comisionado para el reto demográfico, establecía recientemente un acuerdo con el de Euskadi -en donde la cultura cooperativista tiene arraigo- para colaborar en esta búsqueda de soluciones al despoblamiento rural y abrir el camino para crear una red experimental de pequeños pueblos que promuevan estos nuevos modelos económicos.

Como el turismo rural

«Necesitamos una comunidad que viva en una aldea que lo quiera hacer. Si se plantea desde la Administración va a a fracasar. Es como cuando comenzó el turismo rural, había unas ayudas públicas pero se necesitaba que llegara alguien que quisiera montar algo de turismo rural y, cuando lo montó el primero, al final acabó consolidándose y ahora es un sector estable, pero en sus inicios era como lo de las cooperativas. La gente pensaba que lo del turismo era ir a Benidorm. ¿Turismo rural? ¿Eso qué es?», recuerda Izquierdo.

Por ello dice que ahora estamos en las mismas y cree que la aldea va a volver, «pero necesitamos dotarla de conceptos nuevos, culturales, tecnológicos y organizativos. Y a partir de ese momento podremos avanzar en una dirección». La estructura cooperativa permite todo eso. «Puede que la creación de un prototipo de cooperativa para la gestión de las nuevas aldeas y el medio rural deshabitado suene a ciencia ficción. Pero no lo es. Ni ciencia ficción ni nada que no se haya planteado en el pasado en otros contextos. Si los pueblos no tienen una conexión de equipo interna no van a progresar y tiene que haber un pueblo que se sume y eso es lo que arrastrará a otros». 

En el momento actual, tras el susto global del SARS-CoV-2, crece el número de personas que se plantea cambiar sus hábitos de vida por coherencia climática y/o para vivir más tranquilos con menos. «No hay nada que impida ahora abordar proyectos experimentales para iniciar un viaje de regreso a la aldea. Nada salvo nuestra cada vez más peligrosa actitud de no movernos, de no cambiar, de repetir una y otra vez las recetas fracasadas y de asistir atónitos, indolentes, a un cada vez más irreversible proceso global de cambio climático y desestructuración rural al que tenemos que poner coto y ante el que tenemos que reaccionar de forma innovadora», escribía Izquierdo en el documento en el que describía las características de las cooperativas TAC en 2018.

También planteaba entonces que otras tareas a tener en cuenta para impulsar su implantación son la formación de los nuevos aldeanos/cooperativistas y la estructuración de las nuevas aldeas estableciendo normas especiales que les permitan disfrutar de autonomía funcional, soberanía energética y alimentaria y con una fiscalidad reducida sobre las rentas del trabajo y las pequeñas producciones de interés ambiental.

Los años van pasando y esas y otras crisis relacionadas siguen acelerándose y ramificándose, como ha ocurrido ahora con la pandemia de coronavirus, al mismo tiempo que existe un consenso global respecto a que, en la nueva sociedad a la que se transita y que Izquierdo llama de momento posindustrial, se deben generar modelos sostenibles para no seguir agravando los males del planeta. Y en esa línea se encuentra este modelo de producción agroecológico, que además permitiría reactivar territorios a punto de extinguirse, que integraría derechos fundamentales conseguidos en democracia y que abriría sin duda nuevas posibilidades de empleo.

¿Qué profesiones deberían tener los nuevos aldeanos?

Izquierdo plantea dos categorías profesionales: los que viven de la aldea, y en los que recae la gestión agroecológica del medio «con más confortabilidad y más rentabilidad que los aldeanos originales y en un nuevo contexto socioeconómico y cultural», y los que viven en la aldea, «en la que se asientan por diversas razones pero en las que ejercen su trabajo profesional en un ambiente más naturalizado, más tranquilo y más barato que la ciudad, pero que no intervienen directamente en su gestión»

¿Cómo funcionarían las cooperativas TAC?

«Una cooperativa de base territorial, agroecológica y campesina es una organización societaria de personas diseñada para la administración y gestión empresarial, democrática e integrada de un territorio rural, de ámbito local, conforme a los fundamentos de la agroecología local y con respeto a los principios organizativos de la comunidad campesina vernácula. Es por tanto una unidad empresarial de producción y gestión integral del territorio en régimen de economía social y circular», explicaba Izquierdo en 2018. Una unidad empresarial regida, además, por los principios generales del cooperativismo, como son la ayuda mutua, la responsabilidad individual y colectiva, la democracia, la igualdad, la equidad, el compromiso, el esfuerzo o el trabajo en equipo.

¿Quiénes serían socios de la cooperativa TAC?

Pueden ser de tres tipos. Los socios productores, o ecocultores, que trabajan desde la aldea en la gestión del sistema agroecológico local; los socios consumidores, que consumen desde la ciudad los productos que produce la aldea, con la que se vinculan por origen, querencia o confianza, y los socios protectores, que contribuyen a financiar y mantener algún elemento patrimonial singular de carácter cultural o natural de la parroquia.

¿En qué se diferencia la cooperativa TAC de una convencional?

Este tipo de cooperativa ya es diferente de la convencional en que los socios únicamente productores se pasaría a otros dos tipos de socios y en que, en lugar de operar sobre un sector económico, lo haría sobre una parroquia, municipio, pueblo o concejo. Otra diferencia interesante es que, mientras las cooperativas convencionales elaboran poca variedad de productos pero a gran escala, las TAC ofertarían gran variedad de productos a pequeña escala local y limitada por la productividad del agroecosistema. El objetivo de las primeras es generar productos y abaratar costes de producción, pero en las segundas es generar productos agrarios, gestionar los recursos patrimoniales del territorio y recuperar la funcionalidad de la aldea convirtiéndola en un polo de ecodesarrollo.